Sal, cloro y sol: cómo reparar el cabello dañado tras el verano
La temporada de verano y de vacaciones es uno de los periodos del año en los que más sufren nuestra piel y cabello. Es común acabar estos meses con un cuero cabelludo chamuscado, una apariencia como de estropajo en el pelo y un tono descolorido.
Los dañinos rayos ultravioleta del sol abrasador y el aire seco del verano, además del cloro de las piscinas y el agua salada del mar, pueden dejarnos el pelo con un aspecto opaco y quebradizo, sobre todo si está teñido o con mechas. Pese a todos estos efectos, a menudo es el gran olvidado. Pero es importante incluir en nuestra agenda de los nuevos propósitos para el mes de septiembre poner a punto nuestra melena.
Cómo afecta el verano a nuestro cabello
Según un estudio del Instituto Nacional de Salud (NIH), los cambios estacionales afectan al cabello y, en particular, la radiación ultravioleta lo hace oxidando los aminoácidos, causando daños permanentes.
Los rayos ultravioleta debilitan la capa protectora de lípidos en la superficie del cabello, haciéndolo más áspero y sin brillo y provocando sequedad, fragilidad, una textura superficial áspera y disminución del brillo. Se cree que este daño se debe a la oxidación de las proteínas y lípidos estructurales del cabello, inducida sobre todo por la luz ultravioleta.
Otra investigación revela que la exposición excesiva al sol es la causa más frecuente de deterioro estructural del tallo del cabello, como degradación y pérdida de proteínas y degradación del pigmento del cabello, sobre todo en colores más claros. Así, los rayos UVB serían los responsables de la pérdida de proteínas y los UVA de los cambios de color.
Si además tenemos el pelo teñido, se descompone tanto la melanina como los colorantes artificiales, lo que hace que el color desaparezca de forma más rápida. Además, al igual que la piel, la melanina del cabello absorbe y filtra los rayos dañinos de la luz ultravioleta. Por tanto, el cabello gris y claro, que carece de melanina, es más susceptible que el cabello oscuro.
El daño se produce sobre todo en la punta del tallo del cabello y en la capa exterior (la cutícula) lo que da lugar a la presencia de puntas abiertas.
El cloro de las piscinas y el agua salada del mar también provocan sequedad por oxidación, similar a la que se produce por la exposición a la luz ultravioleta. El cabello se deshidrata y se vuelve quebradizo y se rompen las capas externas, lo que hace que pierda su brillo natural.
También es habitual que el aire seco del verano provoque electricidad estética y que aparezca el encrespamiento.
Cómo contrarrestar el daño del cabello sufrido en verano
Una de las mejores formas de cuidar el cabello es mediante la prevención: usar un acondicionador sin enjuague o un producto con filtros UV, como por ejemplo un sombrero para proteger el cabello del sol y aclarar el cabello con el agua de la ducha cuando salimos del agua. Según la Academia Americana de Dermatología (AAD), acondicionar y humedecer el cabello antes de nadar, así como usar un gorro de natación ajustado, ayudan a protegerlo. Si hemos hecho esto antes, ahora el cabello no estará tan perjudicado.
Pero si no lo hemos hecho, hay formas de restaurar la hidratación perdida ahora que ha llegado septiembre. Como recomienda la Academia de Dermatología y Venerología (AEDV), es aconsejable realizar “un corte para eliminar las puntas abiertas, retrasar el retoque de color y usar mascarillas regeneradoras que faciliten el peinado y recubran la parte externa del tallo piloso, dañado por el sol y las manipulaciones con los peinados como coletas, trenzas y otros recogidos”.
Rutina de cuidado
Existen tratamientos hidratantes como mascarillas, sérums o aceites esenciales que nos ayudarán a hidratar nuestro cabello. Escoger un champú y un acondicionador más hidratante de lo normal también nos ayudará a sellar la fibra capilar para que no pierda humedad. Algunos champús con un pH ligeramente ácido (4,00–5,00) pueden acelerar la eliminación de residuos.
A la hora del lavado lo más recomendable es concentrarnos en limpiar el cuero cabelludo en lugar de centrarnos en la longitud del cabello porque quedaría opaco y áspero. Además de que se adapte al cabello (graso, seco o teñido, entre otros) también deberá incorporar ingredientes hidratantes y reconstituyentes. Y si el cabello está muy deteriorado, lo más aconsejable es usar productos con activos energizantes como biotina y vitaminas para que quede protegido de las agresiones externas.
El uso de un acondicionador –podemos elaborar uno casero y económico o usar aceite de coco con numerosos beneficios sobre nuestro cabello– después del champú puede mejorar de manera significativa el aspecto del cabello dañado o desgastado y aumentar el brillo y la resistencia porque nos ayuda a retener la humedad. Pero deberemos tener en cuenta que solo debe usarse en las puntas y no en el cuero cabelludo, es decir, lo suficiente para cubrir la longitud de los mechones hasta las puntas. Si aplicamos acondicionador en las raíces lo más probable es que el cuero cabelludo se engrase más rápido.
La aplicación de una mascarilla al menos una vez a la semana permite que el producto penetre en el tallo capilar y restaure la humedad perdida en verano. Para que el efecto sea mayor, es recomendable aplicar el producto y envolver la cabeza con una toalla –cuanto más tiempo, mejor–.
Hábitos que debemos evitar (o minimizar)
También protegeremos más el pelo si evitamos tanto como podamos el uso del secador, así como de la plancha de pelo o rizadores. La Academia Americana de Dermatología (AAD) aconseja secar el pelo frotándolo con una toalla, envolviéndolo bien para que la toalla absorba el agua o dejar que se seque al aire.
Si tenemos que secarnos el pelo, lo más recomendable es hacerlo con la temperatura más baja posible, limitando el tiempo que el secador toca el pelo y restringiendo el uso de planchas o rizadores como máximo a una vez por semana, incluso menos.
En el caso de que nos apliquemos tinte, lo más beneficioso para el cabello es, en invierno, tratar de alargar el tiempo entre retoques cada ocho o diez semanas, o más si es posible.
También nos ayudará a cuidar mejor el cabello no cepillarlo en exceso. Según los expertos, el cabello no necesita más de 100 pasadas al día. Para hacerlo, usaremos un peine de dientes anchos, retirando los enredos con suavidad con la ayuda de un acondicionador humectante si es necesario. También evitaremos tanto como sea posible cepillar el cabello mojado, ya que este se rompe más fácilmente.
No es recomendable tampoco usar espumas o geles fijadores de forma habitual porque, pese a que en algunos casos nos ayudan a tener el aspecto que queremos, también pueden empeorar el estado del cabello.
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