No lo dudes: tu perro sabe de sobra que queda un trozo de queso. Y también que no hace tanto frío como para no salir a dar un último paseo a la calle. Porque, aunque la mayoría ya lo sospechábamos, la ciencia ha confirmado que tu perro sabe de sobra lo que estás pensando. Y, también, cuándo le engañas.
Estudio tras estudio, la ciencia proporciona evidencias de que la vida emocional de nuestros perros, y también la de nuestros gatos, es bastante más compleja de lo que pensábamos. Y de que nos conocen mejor de lo solemos creer. Un ejemplo: los investigadores del Instituto Messerli de Viena han confirmado que tu perro puede leer y diferenciar distintas emociones en la cara humana. Incluso cuando solo alcanza a ver la mitad de la cara, y aunque la persona le resulte un completo desconocido.
No solo es capaz de leer tus expresiones faciales: tu perro también ha aprendido a poner esa cara suplicante capaz de manipular los sentimientos humanos, y con la que sabe que puede conseguir cualquier cosa que se proponga.
Y ahora la ciencia ha aportado evidencias frescas de otras destrezas caninas, con dos nuevos estudios. El primero parece confirmar que tu perro es bastante capaz de distinguir cuándo tus acciones son adrede o, por el contrario, accidentales. El segundo afirma que, además, tu amigo peludo sabe perfectamente cuándo le estás engañando.
Tu perro sabe si lo haces adrede (o no)
Mientras que la teoría de la mente, es decir, la capacidad de atribuir pensamientos e intenciones a los demás, y reconocer que estos pueden implicar determinados comportamientos, suele creerse exclusivamente humana, esta investigación publicada en Nature sugiere que, al menos parte de esta capacidad, puede ser compartida por los perros.
El estudio ha analizado la respuesta de 51 perros cuando un investigador les ofrecía un premio comestible a través de un agujero en una pantalla de cristal. Y estudiaron tres escenarios: en el primero, el premio se caía accidentalmente, y el investigador exclamaba ¡uy! (oops, en inglés); en otro, intentaba darle el premio, pero el agujero estaba cerrado. En el tercer escenario, el investigador ofrecía el premio, pero de pronto, retrocedía y exclamaba: “ja, ja” (ha ha, en inglés).
En ninguno de los tres escenarios el perro logró comer su premio; pero en cada uno, lo que se lo impidió fue un motivo distinto. El resultado: los perros esperaron más tiempo antes de rodear la pantalla (y de disfrutar, entonces sí, de su comida), cuando el investigador retiraba de repente el premio. Y también dejaban de mover la cola, o se sentaban o tumbaban con mayor frecuencia.
Según los investigadores, existe un cambio claro de comportamiento en función del escenario. “Lo que parece indicar que los perros, de hecho, distinguen una intención de un mero accidente”, escriben. Así, afirman, este estudio aporta una evidencia inicial de que los perros pueden tener, al menos en parte, la capacidad de la teoría de mente; algo que compartirían con otros animales, y que la ciencia ya ha confirmado en los chimpancés, los caballos, así como en ciertas aves, como el loro gris africano.
Tu amigo peludo también sabe cuándo le engañas
Hay más: en el segundo estudio, los investigadores de la Universidad de Viena concluyen que tu perro sabe cuándo le engañas premeditadamente. En su estudio, publicado en la revista científica Proceedings of the Royal Society B, analizaron la respuesta de 260 perros cuando un investigador colocaba el premio en un cuenco de comida (y se lo ofrecía); y cuando, por el contrario, no lo colocaba; o lo ponía en otro plato.
Su conclusión: los perros nos ignoran, e ignoran nuestras pautas, si el premio no está en el cuenco, o si le damos el cuenco vacío. Y, más importante: también ignoran nuestras indicaciones cuando saben que el cuenco está vacío, o señalamos el plato equivocado, “lo que evidencia que los perros saben cuándo los humanos les engañamos”, escriben.
Investigaciones similares se han hecho previamente con niños menores de cinco años, además de con chimpancés y macacos. Y en esos estudios, tanto los niños como los primates seguían las indicaciones humanas equivocadas con mayor frecuencia que los perros. Lo que sugiere que, por mucho que tu perrita te adore (que lo hace), engañarla es bastante difícil.
Y ahora, coge esa correa: tu amigo peludo sabe que es la hora del paseo; y que no tienes excusa para saltártelo.
Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete a nuestros boletines