Los diez alimentos que mejor nunca le des a tu perro

Jordi Sabaté

5 de mayo de 2022 17:49 h

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Los perros son animales carnívoros estrictos aunque tolerantes; es decir, su dieta se basa en carne y grasas animales, así como otros componentes, aunque aceptan y toleran más o menos bien restos vegetales, que incluso les pueden servir de suplemento para determinadas sustancias.

Esta relación ambigua con productos no animales se cree que proviene de la costumbre de su antepasado el lobo de comerse a sus víctimas enteras. En otras palabras, cuando los lobos devoran una oveja o una vaca, ambos rumiantes, también se comen los intestinos con el contenido vegetal incluido.

Esto hace que en su dieta pueda contarse una mínima aportación vegetal y de hecho se sabe que algunas verduras, si se trituran, son beneficiosas para los canes, ya que les aportan vitaminas y otros compuestos que les ayudan regular funciones vitales.

No obstante, esta buena relación con la zanahoria, las patatas hervidas, las espinacas o algunas frutas como las manzanas, los plátanos o las peras, no se extiende a cualquier tipo de alimento y nunca debemos pensar que los perros son omnívoros como nosotros, y mucho menos que su dieta se parece a la nuestra.

Nada más lejos de la realidad y de hecho, entre lo que nosotros comemos hay muchos alimentos que pueden causarles serios problemas e incluso llevarlos a la muerte. A continuación se citan diez de los productos humanos más comunes que no son buenos ni aconsejables para nuestros perros.

1. Chocolate ni chocolatinas

Bajo ningún concepto el perro debe comer ningún producto derivado del cacao, dado que la intoxicación por teobromina es una de las más peligrosas que existen. Se trata de la sustancia del chocolate que lo hace excitante, y los perros no la toleran, hasta el punto de que en altas dosis puede matarlos.

Por otro lado, cuanto más porcentaje de cacao tenga un chocolate, más peligrosos es, llegando al límite en el chocolate en polvo. Tampoco los derivados son buenos, ya que la sola presencia de teobromina es nociva, y menos si se trata de bombones con alcohol, ya que suman el etanol, otra toxina para los canes.

2. Cebollas, chalores, puerros, ajos y calçots

La culpa la tiene una sustancia conocida como tiosulfato muy presente en estas verduras, así como en los puerros, los cebollinos, los chalotes y -atención catalanes- los calçots. Los perros carecen del enzima para romperla y por lo tanto puede llegar al hígado provocando su colapso.

Obviamente todo está en función de la cantidad, pues la concentración de tiosulfato en un trozo no es alta, pero conviene no tentar a la suerte y dejar que el perro se sacie con alguna de estas sustancias.

3. Membrillos, mermeladas y otros elaborados a base de azúcar

Si el azúcar de caña ya es malo para nosotros, para el perro, cuyo sistema de regulación de la glucosa no es tan eficiente como el nuestro, resulta altamente desaconsejable. Sobre todo en altas concentraciones puede provocarles serias hiperglucemias, aunque depende de la relación de tamaño y actividad del perro. Membrillos, tostadas con mermelada, o el clásico azucarillo de premio, deben descartarse.

4. Dulces industriales

Los dulces industriales pueden contener azúcar de caña, es decir glucosa, pero también son tóxicos por la presencia del xilitol, un compuesto edulcorante muy usado en la industria bollera y pastelera por su bajo aporte de calorías.

Para el perro es un potente tóxico, ya que dispara la producción de insulina en el páncreas; esta retira todo el azúcar de la sangre y puede así provocar serias hipoglucemias y problemas hepáticos.

5. Leche

El problema es la lactosa, que es el azúcar propio de la leche y que los perro no pueden digerir, lo que los provoca diarreas que pueden deshidratarles. Sin embargo, los perros sí pueden comer quesos o yogurt, donde la lactosa ha sido fermentada, y de hecho los derivados lácteos son un buen suplemento de calcio y proteínas.

6. Aguacate

Este fruto que precisamente es uno de los más aconsejables para los humanos para luchar contra el colesterol malo, resulta tóxico para algunas especies animales, sobre todo gatos y caballos. En perros se sabe de casos de intoxicación, pero no son tan sensibles a la persina, que es el agente nocivo.

Se trata de un antifúngico natural del aguacate que le protege contra los hongos. Sin embargo, el peligro adicional del aguacate está en el hueso, que es grande y redondo: fácil de engullir y complicado y doloroso de expulsar.

7. Frutas con hueso grande

Al igual que en el aguacate, evitaremos las frutas de hueso grande, o bien no le daremos al perro piezas de fruta entera. Tal es el caso del melocotón, que además puede presentar problemas de alergias debido a los pelos de su piel, las ciruelas o incluso las cerezas en razas pequeñas. Un hueso demasiado grande puede causar una seria obstrucción intestinal y el perro se lo tragará en la pieza entera porque su modo de comer es desgarrar y tragar.

8. Huesos

Los huesos de animales, aunque la iconografía clásica nos muestre lo contrario, aportan muy poco valor nutritivo al perro, aunque estén cocinados. Por otro lado, si los tritura se corren dos peligros; el primero es el clásico hueso de pollo que se astilla y el perro se lo traga, desatándose un riesgo de perforaciones intestinales con todo lo que ello implica: infecciones internas, hemorragias, etc.

El segundo peligro es que no se astille y el perro lo reduzca a una pasta triturada que se tragará y que se consolidará en el intestino como una hez endurecida que puede obstruir o bien provocar una defecación dolorosa y con riesgo de desgarros. En el mejor de los casos, dada la concentración de calcio que se producirá en el intestino, se darán desequilibrios osmóticos que provocarán diarreas.

9. Sobras de pescado

El perro no es exquisito y relamido como el gato; no distingue partes y se traga todo lo que encuentra tras triturarlo levemente. Por lo tanto, el riesgo de que se trage una espina dura y afilada es alto. Los peligros son los mismos que se han descrito en el apartado anterior.

10. Uvas

Aunque suene sorprendente, las uvas poseen una toxina -desconocida hasta ahora, aunque se sospecha que sea un antifúngico- altamente perjudicial para los perros, ya que les produce serios problemas renales y puede llevarlos a la muerte. Si la uva está en forma de pasa, el peligro de intoxicación se dispara exponencialmente.

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