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Siete juegos para estimular la mente de tu perro

Foto: Pictureman2014

Eva San Martín

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La próxima vez que tu perro te mire con esos ojos lánguidos, considera lo siguiente: puede que tu amigo esté más aburrido que un ocho. Para un perrete inteligente, y sin duda tu camarada peludo lo es, dar una vuelta a la manzana como único paseo y aliciente del día es como si a Einstein le hubieran preguntado en el colegio: ¿cuánto es uno más uno? Un rollo, además de muy frustrante.

Como sucede con las personas, estimular la mente perruna resulta una herramienta imprescindible para una vida feliz. Un camarada peludo aburrido no es un camarada peludo feliz. Y la ciencia nos apoya: un estudio de 2019 demuestra que los juegos mentales para perros y, en especial, los que incluyen pistas olorosas, ponen de buen humor a tu amigo; y además le hacen ver el mundo de un modo mucho más optimista.

Un chute de felicidad perruna que además se dispara cuando el juego incluye caminatas interesantes y refuerzo positivo en forma de chuches. Hay más: una investigación anterior confirma que resolver problemas o retos mentales y recibir un premio por lograrlo (en etología se llama refuerzo positivo o recompensa) también pone feliz a tu amigo.

1. Pon la nariz perruna a trabajar

Un juego sencillo que puedes practicar en tu propio salón. Necesitas: trocitos de alguna comida muy sabrosa, que enloquezca a tu perrete, como pollo (sin hueso) o queso (ten cuidado al principio, porque algunos perros y gatitos son intolerantes a la leche y sus derivados). También vas a necesitar algunas cajas de cartón o hueveras repartidas por toda la habitación y esconder en ellas los trozos de alimento.

Después, deja que tu amigo peludo explore el terreno en su búsqueda. Si se distrae y se aleja de las cajas, haz un sonido suave, como un silbido o chasquido de dedos, para atraerlo de vuelta a las cajas. O marca la pauta: “busca”. No tardará en aprender que eso implica comida rica.

Truco: funciona mejor si cuentas con una segunda persona que oculte los premios mientras que tú entretienes a tu amigo. Pero sino puede ser, no te preocupes: asegúrate solo de que tu perrete no vea dónde los escondes.

2. Al rico trile, con una maceta

Enseña a tu perrete un premio (no vale una simple bolita de pienso, utiliza algo irresistible) y una maceta de plástico vacía. Pon el premio en el suelo y deja que tu perrete lo devore y se relama. Ahora, pon otro premio en el suelo, pero tápalo solo un poco con la maceta, de forma que tu amigo pueda cogerlo sin problema.

Siguiente: pon el premio en el suelo y cúbrelo con la maceta, de modo que tu amigo tenga que empujarla para acceder a su comida. Cuando dominéis el juego, añade más macetas. El reto perruno se complica: tu amigo tiene que adivinar debajo de qué maceta se encuentra el quesito. ¡Ñam!

Consejo: no lo hagas tan difícil como para que tu perrito no pueda encontrarlo. Ve poco a poco: se trata de poner a trabajar la mente pero también, y sobre todo, de pasar un buen rato. 

3. El queso se ha escondido: “¡Encuéntralo, amiga!”

Otro juego estupendo para empezar con los juegos perrunos de olores. Para ello, hazte con premios: trocitos de queso o de salchicha, por ejemplo. Primero, dale uno a tu amigo o amiga peluda. El siguiente, tíralo cerca de tus pies, y dale la pauta: “¡Encuéntralo!”. ¿Fácil, no? Vamos a complicarlo: una vez que haya devorado el queso, volverá a mirarte. Lánzalo un poco más lejos, y vuelve a decir: “¡Encuéntralo!”.

Consejo 1: Al principio haz que las sesiones de juego sean cortas y siempre exitosas para tu perrita. Una vez que Lucas o Lulú dominen el juego, puedes complicarlo y esconder los trocitos de queso.

Consejo 2: El próximo trozo solo lo tirarás cuando vuelva a tu lado. Así estás trabajando otro aprendizaje importante para tu camarada: venir cuando lo llamas. 

4. Trabajar para comer: ¡guau!

Si quieres dar un segundo uso a las bandejas del café para llevar (antes de dejar de usarlas; ya te contamos hace un tiempo por qué el café take away resulta nefasto para el medio ambiente) utilízalas para hacer un juguete. También puedes reutilizar una bandeja para hacer magdalenas o una huevera (como ves, son una mina en esto de los juegos perrunos): pon un premio rico en cada agujero y deja que tu amigo los devore.

Para complicarlo, tapa algunos con pelotas de tenis o de ping pong: así tendrá que moverlas para acceder a su premio. Si usas la bandeja metálica de las magdalenas, puedes untarla con comida húmeda, queso cremoso o mantequilla de cacahuete: tu saco de mimos se pondrá bizco de pura felicidad perruna.

5. El nombre de tu juguete: “Pelota, cuerda o mordedor”

Es un juego para perretes supermotivados por los juguetes. Empieza con tres de sus preferidos: por ejemplo, una pelota, una cuerda y un mordedor. Coge la pelota y muéstrasela. Ahora di: “Coge la pelota”, y lánzala cerca. Repítelo varias veces al día durante varias jornadas seguidas, para afianzar el aprendizaje. Cuando creas que tu amigo peludo domina el juego, puedes introducir un segundo juguete.

Por ejemplo, la cuerda. Entonces, coge la pelota y la cuerda y di: “Coge la pelota”, y lanza la pelota para enseñar a tu amigo a centrarse solo en el juguete que estés utilizando. Utiliza la misma técnica para enseñarle el nombre del resto de los juguetes. Cuando domine el juego, puedes dejarlos en el suelo y pedir que te traiga alguno por su nombre.

Extra: si tu perrita es una superdotada peluda, puedes probar a esconder los juguetes. 

6. Para superperretes: sigue mis pistas

Quienes vivimos con perros no tenemos duda, pero la ciencia lo ha confirmado: nuestro compañero peludo es un experto en el arte de descifrar nuestros gestos corporalesdescifrar nuestros gestos corporales. No desaproveches esta maestría perruna para activar su cerebro: puedes enseñarle a correr hacia la derecha, hacia la izquierda, a tumbarse, sentarse o a venir cuando lo llamas.

Si utilizas un gesto diferente para cada acción y lo premias cuando lo realiza, poco a poco, tu amigo puede aprender. Prueba y recuerda que enseñar y aprender es un trabajo de dos: tuyo y de tu perro. Si al principio no tenéis éxito, no desesperes, y pónselo más fácil. Lo importante es pasar un buen rato juntos. Es lo que hacen los amigos.

7. Paseos perrunos y oloroso: “Huele”

El ultimo juego resulta el más sencillo de practicar, pero tal vez sea el más importante. Cuando salgas de paseo, recuerda que tu perrete vive en un mundo de olores: su hocico tiene cerca de 220 millones de células receptoras (algunos perretes incluso más): nada menos que cuarenta veces las que contienen nuestras narices. Por eso, no dejes que tu amigo se convierta en un robot a la correa, y permítele olisquear a su peluda manera durante los paseos.

No te desesperes si se deleita: solo está siendo un perrete. Al contrario, aprovecha esta oportunidad para enseñarle algún truco nuevo. En este caso, la pauta “huele”: puedes usarla para premiarle cuando tu amigo vaya a olisquear tranquilamente sin tirar de la correa y se detenga a realizar un olfateo en condiciones. Cuando creas que está listo utiliza la pauta “vale, vámonos”, premio, y a continuar con el paseo.

Además, los paseos olorosos son geniales para los perros mayores o con problemas de movilidad, que no recorren grandes distancias: estás posibilitando que tu amigo obtenga estimulación mental solo con salir de casa, sin darse un maratón. Y ve con él a sitios divertidos, que tu amigo disfrute, como paseos por la naturaleza o por la playa, y también podéis ir de tapas a sitios perrunos, donde tu amigo sea bienvenido. 

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