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Cómo podemos prevenir la otitis externa en verano sin renunciar a los baños

Cómo podemos prevenir la otitis externa en verano sin renunciar a los baños.

Marta Chavarrías

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Otitis externa u otitis del bañista. Este es el nombre con el que se conoce un problema bastante común durante los meses de verano que es la suma de dos factores: una pequeña lesión en el oído y el ambiente húmedo en el que nos movemos con más frecuencia, como playas y piscinas. 

Lo reconoce la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), que dice que “los baños en playas y piscinas, unidos al calor, aumentan el riesgo de otitis externa como consecuencia de la humedad”. También lo confirma este estudio, según el cual la mayoría de los casos ocurren durante el verano y en climas tropicales, posiblemente porque está relacionada con el aumento de humedad. Se calcula que un 10% de la población la sufrirá en algún momento de su vida, con un pico de incidencia entre los siete y los doce años

Otitis externa, cuando la humedad es el peor enemigo

Como hemos visto, la causa más común de la infección es el exceso de humedad que ha quedado atrapada en el conducto auditivo externo, el tubo que va desde el orificio en la parte exterior de la oreja hasta el tímpano, procedente de duchas, baños en piscinas y playas y climas húmedos. 

Bucear, nadar, surfear y otros deportes acuáticos nos exponen de forma excesiva al agua y cuando esta se acumula en el canal auditivo se convierte en una incubadora ideal para que las bacterias se acumulen y crezcan. Los cortes y posibles lesiones en el canal auditivo aumentan esta exposición y, por tanto, el riesgo de infección. 

Generalmente está causada por una infección bacteriana provocada sobre todo por el agente infeccioso Pseudomona spp (en un 67% de los casos), aunque en otros casos el responsable pude ser Staphylococcus spp, Streptococcus spp o bacilos gramnegativos. 

El canal auditivo también puede irritarse usando bastoncillos de algodón para limpiarnos el canal auditivo o con el uso de auriculares para escuchar música, que pueden dañar la fina capa de piel que recubre el canal auditivo.

Los síntomas más frecuentes de la otitis externa suelen ser inflamación y enrojecimiento del conducto auditivo externo, con secreción seropurulenta de tono verdoso en el conducto auditivo (o no), sensación de oído tapado o pérdida auditiva y dolor que se agrava al tirar del pabellón o al empujar “el trago”, la pequeña prominencia en la parte opuesta a la oreja.

Si no se trata a tiempo pueden aparecer complicaciones y emporar los síntomas, como pérdida de audición u otitis externa crónica. Por tanto, es muy importante, si tenemos dolor de oído, consultar con el médico para recibir el tratamiento y evitar que la infección empeore.

Con el tratamiento adecuado a tiempo, los síntomas suelen mejorar al cabo de uno a tres días y desaparecen por completo a los siete a diez días. 

Cómo podemos prevenir la otitis externa

Los canales auditivos externos disponen de defensas naturales que ayudan a mantenerlos limpios y a prevenir infecciones. Estas defensas se resumen en el cerumen, una acumulación de una película delgada, repelente al agua, que recubre el canal auditivo y que lo mantienen limpio; y el oído externo alrededor de la abertura del canal auditivo.

La cera es una barrera protectora contra la invasión bacteriana y si la eliminamos de forma constante estaremos más predispuestos a la otitis externa porque disminuimos esta defensa.

Prevenir la infección pasa por evitar los dos factores más implicados: procurar no lesionar el oído y evitar el ambiente húmedo. Podemos seguir unos sencillos consejos:

  • Secarnos los oídos después de bañarnos: ya hemos visto que el ambiente húmedo es una de las principales causas de la otitis externa. Por tanto, es importante secar bien la parte exterior de la oreja, inclinando la cabeza hacia el lateral o con una toalla suave.
  • No permanecer mucho tiempo en el agua.
  • Usar tapones o un gorro de baño: cuando vayamos a estar en contacto con el agua es importante proteger nuestros oídos para mantenerlos secos. Es preferible que los tapones sean desechables o se limpien bien después de cada uso.
  • Aplicar gotas de alcohol boricado, que se prepara en farmacias si tras el baño nos ha quedado agua en los oídos. Esto ayudará a evaporar el agua residual del conducto auditivo externo.
  • No aplicar espráis que pueden cambiar el pH de la piel del conducto y reducir nuestros mecanismos de defensa.
  • Evitar el baño en zonas potencialmente contaminadas por la presencia de bacterias dañinas. En el caso de que ya haya infección deberemos evitar el baño en general hasta que esta no se haya curado.

Es fundamental, admiten los expertos, no usar bastoncillos ni horquillas o palillos para limpiar el oído porque pueden hacer que se acumule más material, de forma más profunda, en el canal auditivo e irritar la piel. En este artículo explicamos cómo podemos hacerlo de la forma más saludable.

En el caso de que notemos picor en el oído y que sospechemos que acumulamos demasiada cera, acudiremos al médico u otorrinolaringólogo para que elimine este exceso.

Una otitis externa suele tratarse con analgésicos y gotas óticas que tienen que incluir antibiótico y corticoides, que son los que van a permitir que el conducto se abra poco a poco, según admite la SEORL-CCC.

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