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La aparición de las brillantes y coloridas cápsulas, y su sencillo sistema de cafetera inmediata, ha cambiado el modo en el que tomamos café.
Y nos gusta en café encapsulado: en España se consumen hasta 40.000 toneladas de cápsulas cada año, el 20% del mercado, según la Federación Española del Café.
El primer problema: tomar café en cápsulas supone un dilema ambiental. Estas cápsulas brillantes suelen estar fabricadas con una mezcla de tres materiales: aluminio, plástico y papel.
Por eso, aunque en teoría “son reciclables”, en la práctica no lo son tanto, porque esta combinación dificulta horrores su tratamiento en las plantas de reciclaje convencionales.
Y el 90% de estas cápsulas acaba en los vertederos, como reconoce la propia Nespresso, empresa pionera en esto de encapsular el café. Además, por mucho que adores tu máquina porque, entre otras cosas, te salva en momentos desesperados, el café encapsulado a veces tiene otro problema: no puedes usar tu marca favorita, ni el producto que muelen con tanto esmero en tu coffee roaster preferido.
La buena noticia: con un filtro de café decente (de papel), un vaso de cristal y un cucharón de fondo plano puedes hacerte tus propias cápsulas prácticamente al instante, rellenarlas con tu café preferido y tenerlas listas para usar en tu máquina.
Y si realmente te gusta el café, hay una tercera ventaja: dejarás de pagar un precio disparatado por un café mediocre. ¡Voilà!
Haz tus propias cápsulas de café: lo que necesitas
- Tu máquina de café para tomarla como referencia, ya que el tamaño del soporte de las cápsulas varía ligeramente entre modelos y marcas.
- Una cuchara de medidas que tenga capacidad de entre 30 y 40 gramos (g) -variará en función del modelo de tu máquina- puede servirte a la perfección. Con el fondo plano, que encaje dentro de tu soporte para cápsulas.
- Un vaso de cristal cuya base encaje, a su vez, dentro de tu cuchara plana. Es decir, que tengan el fondo de las mismas dimensiones.
- Un filtro de café de papel. Intenta escoger uno decente, que no resulte demasiado fino: quieres que tu cápsula de café casera tenga cierta consistencia cuando la introduzcas en la máquina.
Cómo hacerte tu propia cápsula
- Coge tu cuchara de medidas de fondo plano y coloca sobre ella, y centrado, el filtro de café. Con el vaso, empújalo hacia abajo (o presiona): al encajar el vaso en la cuchara, tu filtro adquirirá, de forma natural, la forma que deseas.
- Estira y aplana hacia abajo los bordes del papel del filtro que han quedado por fuera, para que no te molesten en el siguiente paso.
- Si sacas ahora tu filtro, deberías tener algo similar a un vaso de papel (o un sombrero), con las dimensiones de tu cuchara de medida, y que son las mismas que las del dosificador de cápsulas de tu máquina.
Rellena tu cápsula casera con tu café preferido
Ya puedes rellenar tu cápsula (o vasito o sombrero de papel) con tu café molido preferido. O, mejor aún, puedes sacar tu creatividad y hacer tus propias mezclas.
Eso sí: rellena sin sacar el filtro de tu cuchara de dosificación (porque le dará mayor consistencia a la cápsula), y rellénala, aproximadamente, tres cuartas partes.
Ahora, vuelve a utilizar el vaso para aplastar el café y que quede compacto antes de entrar en la máquina. Puedes girarlo repetidas veces para aplanarlo aún más.
Dobla los bordes sobrantes del papel hacia dentro, de modo que no quede ningún trozo de café sin cubrir de papel. No te preocupes porque parezca un poco desordenado: dentro de la máquina, todo ese papel sobrante se mojará, y permitirá que el café se haga apropiadamente.
Saca tu cápsula de la cuchara y métela en el soporte de la máquina. Cierra la tapa, asegúrate de que has añadido el agua que necesita y enciéndela.
Aquí tienes un vídeo tutorial en inglés, pero puede servir de ayuda para visualizar mejor el proceso:
El café puede salir de la máquina con un tono más oscuro de lo habitual, pero esto es normal si estás usando un café de mayor calidad.
Y una alternativa de emergencia: si te has quedado sin filtros de café, en principio, también puedes usar un trozo de papel de cocina. Aunque tu cápsula no te quedará tan curiosa, al menos tendrás la seguridad de que no te quedas sin tomarte tu café. ¡Que lo disfrutes!
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