Quemaduras solares: qué debo hacer si tengo la piel muy roja tras tomar el sol

ConsumoClaro

20 de julio de 2023 23:05 h

0

Si no ves este contenido puede deberse a la carga en tu dispositivo móvil. Haz clic aquí para recargar la página.

Sí, que nuestra piel reciba directamente los rayos de sol ayuda a fabricar vitamina D mediante la rotura de una molécula de colesterol a nivel dérmico por parte de la radiación ultravioleta (UV) que contienen los rayos. Pero, cuidado, que también es cierto que con esa misma exposición aumenta exponencialmente el riesgo de sufrir cáncer de piel, en especial melanoma, a largo plazo; así como un envejecimiento celular prematuro (arrugas y piel seca) y manchas blancas a partir de los 50.

Tomar el sol ayuda pues a fabricar esta importante vitamina relacionada con procesos tan fundamentales como el mantenimiento de la densidad ósea mediante la fijación del calcio y el fósforo. Además, al cuerpo le hace falta la vitamina D para otras funciones. Los músculos la precisan para la contracción y las redes neuronales para transmitir mensajes entre el cerebro y otras partes del cuerpo. Finalmente, la vitamina D también es imprescindible para que el sistema inmunitario pueda combatir las bacterias y los virus que lo atacan.

Pero a la vez tomar el sol expone a nuestra piel a una gran cantidad de energía oxidativa que puede provocar importantes daños en nuestras células dérmicas al romper su ADN y favorecer mutaciones que pueden terminar en tumores agresivos si no se controlan a tiempo. Así lo concluye una revisión de varios estudios importantes realizada en 2014 por científicas y científicos de diversas universidades europeas.

¿Deberíamos en tal caso dejar de tomar el sol? Es una opción si nos suplementamos adecuadamente con vitamina D sintética, pero también podemos optar por un balance saludable, tomando unos minutos —no muchos en verano— el sol a piel desnuda y sin protección para luego inmediatamente aplicarnos una crema protectora. La cantidad de minutos que podemos estar sin crema dependerá de nuestro tipo de piel o fototipo:

  • Fototipo I: las personas con este fototipo tienen la piel muy blanca, el pelo rubio o pelirrojo y los ojos azules o verdes. A este tipo de fototipo le basta con 10 minutos de exposición al sol para que aparezcan quemaduras.
  • Fototipo II: la piel es clara, el cabello rubio o pelirrojo tirando a castaño, los ojos claros también tirando a marrones. Una exposición de 15 a 20 minutos al sol sin protección es suficiente para provocar quemaduras.
  • Fototipo III: la piel es intermedia, el cabello castaño y los ojos marrones. Es suficiente una exposición de unos 30 minutos para que las personas con este fototipo sufran quemaduras.
  • Fototipo IV: la piel es oscura, el cabello castaño y los ojos también. El tiempo de exposición necesaria para que aparezcan quemaduras se sitúa entre los 30 y 45 minutos.
  • Fototipo V: la piel es morena y el cabello y los ojos oscuros y se broncea mucho. Las quemaduras solares son raras y soportan un tiempo de exposición de unos 60 minutos.
  • Fototipo VI: la piel, el cabello y los ojos son negros. Casi nunca se queman y se trata de pieles que están muy pigmentadas.

Cómo se produce una quemadura solar

Nunca son necesarios más de 20 minutos de exposición al sol (incluso para el menos sensible de los tipos de piel) para fabricar una cantidad suficiente de vitamina D que dure varios días. Después debemos ponernos la crema con el factor de protección adecuado a nuestro fototipo. Si no seguimos este protocolo y tomamos el sol a pelo durante demasiadas horas, sufriremos quemaduras que pueden llegar a ser graves, ya que las radiaciones ultravioleta aportan gran cantidad de energía a las células dérmicas, acumulando calor, dañando su estructura y provocando procesos inflamatorios defensivos por parte de nuestro sistema inmune, que busca así que el daño no se extienda.

Estos procesos, que pueden activarse incluso varios días más tarde tras la exposición solar, son los responsables del enrojecimiento y el dolor que nos provocan las quemaduras. En el caso de que el daño celular sea mayor y el calor acumulado en la zona quemada sea alto, la respuesta inflamatoria puede llegar a producir deshidrataciones locales por debajo de la piel muerta, que tendrán como resultado ampollas, que pueden llegar a infectarse.

En la gravedad de las quemaduras intervienen diversos factores. Uno de los más importantes es sin duda el ya citado fototipo de la persona. El otro es la edad; los bebés y las personas a partir de los 40 años activan con menos eficiencia el proceso defensivo de la melanina, con lo que su riesgo de sufrir quemaduras es mayor. Pero además el abuso de exposición, o tomar el sol sin protección en las horas centrales del día, también aumenta el riesgo de quemaduras.

Otro factor de riesgo es llevar tatuajes, tal como te explicamos en este artículo. Y finalmente existen determinados medicamentos que provocan interacciones al contacto de la piel con los rayos solares. Normalmente son reacciones alérgicas, pero también pueden provocar respuestas inmunitarias ineficientes y permitir las quemaduras.

Cómo tratar una quemadura solar

Tanto la página de la Clínica Mayo como la de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) recomiendan una serie de pautas ante quemaduras solares que podrían resumirse en las siguientes:

Si notamos el enrojecimiento y el dolor de una quemadura solar de consideración, que no se pasa al aplicarnos aftersun o una simple crema hidratante, deberemos optar primero por bajar la inflamación. Por lo tanto, podemos recurrir a un medicamento antiinflamatorio tipo ibuprofeno o Voltarén en crema (diclofenaco) que nos aplicaremos localmente o podemos ingerir vía oral.

Por otro lado, con el fin de reducir el calor en la zona y evitar mayores deshidrataciones, podemos aplicarnos periódicamente un paño limpio mojado en agua fría. Esta medida la combinaremos con la aplicación frecuente de crema hidratante con algún tipo de calmante tópico (los clásicos aftersun pero también la crema de aloe vera) para evitar que la capa epidérmica superficial forme una película impermeable y de este modo termine por desprenderse en escamas, lo que llamamos “pelarse”.

No obstante, si vemos que ya se nos ha formado una ampolla con líquido en su interior, señal de una quemadura de mayor grado, esperaremos a que se deshinche procurando no romperla. Si se rompe, la lavaremos con agua y jabón y aplicaremos después algún tipo de crema con antibiótico y corticoides para rebajar la inflamación y evitar la infección.

Además, procuraremos proteger la quemadura del roce de las prendas si nos resulta doloroso o vemos que crea llaga en la zona. Lo haremos con una gasa. También es fundamental mantener la zona de la quemadura a parapeto de los rayos solares hasta que esté completamente sanada. Finalmente tenemos que acordarnos de beber agua con frecuencia, pues de nuestro nivel de hidratación dependerá la rapidez en la recuperación.

En el caso de que las quemaduras se den en los ojos, aplicaremos una toalla limpia humedecida con agua fresca del grifo. No debemos usar lentes de contacto hasta que los síntomas oculares hayan desaparecido. Tampoco debemos frotarnos los ojos.

Evitar aplicar productos cuyos nombres terminen en “-caína”, como la benzocaína. Estas cremas pueden irritar la piel o causar una reacción alérgica.

No usar benzocaína en niños menores de 2 años sin la supervisión de un proveedor de atención médica. Si somos adultos, nunca usemos más de la dosis recomendada y se recomienda hablar con el proveedor de atención médica antes de usarla.

Qué no hacer nunca

Hay una serie de mitos y supuestos remedios caseros a los que no debemos recurrir nunca, pues o bien resultan una pérdida de tiempo o pueden ser contraproducentes por crear infecciones o agravar las quemaduras. Entre ellos destacan:

  • Aplicar hielo directo: el hielo directo sobre la quemadura es una pésima idea, pues aunque quita el calor de la zona, puede secarla todavía más, aumentando el daño dérmico. Es cierto que tiene la ventaja de ser un vasoconstrictor, con lo que impide la inflamación pero si lo aplicamos, nunca lo deberemos hacerlo directamente sino con un paño grueso de por medio.
  • Mojar la zona con leche: se aduce que la leche aporta vitaminas a la piel que la ayudan a regenerarse, así como grasa que la protege. Al contrario, la leche es un organismo vivo lleno de gérmenes que nos pueden infectar la zona en caso de quemadura grave.
  • Aplicar rodajas de pepino: otro remedio peligroso por los gérmenes que pueda haber en la superficie de la rodaja. Es más eficiente aplicarnos crema hidratante con calmante.
  • Aplicar té frío: tiene el mismo efecto que el agua fría del grifo, el té no aporta ninguna ventaja extra y además puede tener gérmenes.