Siete razones para adoptar un perro de protectora

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Jordi Sabaté

Consumimos más mascotas que nunca y fruto de ello cada vez más se habla de las ciudades pet friendly, se editan guías y manuales de sitios donde ir con perro y se extienden las cadenas de venta de productos para animales de compañía. Es un fenómeno que aumenta nuestra tolerancia y sensibilización para con los animales. Sin embargo, hay un dato que ensombrece este signo de una mayor civilización.

Junto al auge del consumo y la compra, se registran datos preocupantes en cuanto al abandono de perros. Ya sea porque no nos gusta su comportamiento -el cachorro se come la alfombra, se hace pis y caca o simplemente “no para”-, ya porque el niño es alérgico al pelo o porque llegan las vacaciones y no sabemos donde aparcarlos, el entorno urbano se ha sumado al rural como gran eyector de mascotas hacia la marginalidad y el abandono.

Un estudio calculaba que en en 2014 España ya era el mayor productor europeo de perros abandonados a su propia suerte, con 400 perros diarios echados a la calle, lo que equivale a 150.000 anuales. Hay que sumar a los ya citados los que no cazan bien, los que se quedan viejos para vigilar la casa, los que ya han sido convenientemente explotados en criaderos o las camadas no deseadas por no ser raza pura.

El Gobierno prometió una ley que prohibiera la exhibición y venta de perros y gatos en tiendas de animales, pero en 2017 la ley todavía no había llegado y los animales se seguían mostrando, aunque muchos expertos señalan que el verdadero problema está en la venta desde internet de animales de criaderos legales y también ilegales, cuando no la venta sin control entre particulares.

Una rápida búsqueda en internet confirma estos rumores. Incluso Vibbo, el antiguo Segunda Mano, tiene su página de venta de perros, al igual que Mil Anuncios. No así la aplicación Wallapop. Seguramente algunos de estos animales, que la nueva ley dejará de considerar cosas, terminarán igualmente en las jaulas de las protectoras en un ciclo que solo tiene una solución: la adopción de estos perros en lugar de incidir en los criaderos, al manos masivamente y por inercia.

A continuación te ofrecemos siete razones para adoptar (o dejarte adoptar) por un can de protectora:

1. Evitamos el sufrimiento de perros inocentes

Los perros que son abandonados tienen exactamente los mismos sentimientos que un niño que pudiera ser abandonado, es decir de duelo, de rechazo y de baja autoestima. Esto incide en su carácter y en la generación de depresiones que se agudizan en la protectora, por mucho que allí encuentren un ambiente de calor por parte de los cuidadores.

Cuanto más tiempo pasan en la protectora, mayor es el sufrimiento y la desinserción familiar de un animal que está estigmatizado la mayaría de las veces por las nimiedades arriba citadas; es decir por estorbar. Un perro de protectora es igual de bueno que otro de criadero o procedente de un particular y es muy importante acortar al máximo posible su tiempo de estancia en la protectora: de ello dependerá su futura salud física y psíquica; y no hablamos de agresividad sino de su propia felicidad.

2. No participamos en la industria de la crianza

La industria de la crianza, a pesar de estar regulada, tiene muchas zonas oscuras tanto en nuestro país como en otros. Los criaderos ilegales son muchos más de los que creemos y se mueven discretamente por páginas de la red o por el boca a boca sin garantizar ni la sanidad ni la felicidad de animales explotados sin compasión. Acudir a ellos es fomentar su negocio y a la vez alimentar los futuros excedentes de perros abandonados, que terminarán saturando las protectoras. Es por ello fundamental acudir a estas, porque desincentivamos la cría ilegal y salvamos del infierno a aquellos que de ella proceden.

3. Colaboramos mantener las poblaciones de perros abandonados controladas

En las protectoras los perros son debidamente vacunados y esterilizados, lo que contribuye a su salud, al control de las reproducciones innecesarias y a reducir la tasa de camadas indeseadas que terminan en la calle y en las protectoras. Rompemos el círculo vicioso fomentando perros sanos y estériles.

4. Muchas veces nos ahorramos los momentos más complicados de la educación del perro

En el caso de los perros ya maduros que pueden haber llegado a la protectora por las razones más absurdas -su dueño ha muerto, la familia se ha mudado a un apartamento donde no aceptan mascotas, se supone que tiene celos del nuevo bebé, etc.-, tenemos la ventaja de que ya están educados y asentados, con menos energía y aprendidas las reglas básicas de convivencia. Eso sí: nos perdemos la infancia del perro, que suele ser su edad más divertida y cariñosa.

5. Fortalecemos las redes de protectoras, fundamentales para la recuperación familiar del perro

Las protectoras no cobran apenas por entregarnos el perro, pero deben mantenerse y su labor es fundamental para el bienestar de los perros. Lo normal es que vivan de las subvenciones, pero para justificarlas tienen que tener unas tasas de adopción razonables. Adoptando en ellas les damos sentidos y las ayudamos a crecer y extenderse, dando una mayor cobertura a los perros abandonados para que se vuelvan a reinsertar. Aquí tiene un listado de protectoras de España.

6. Fomentamos perros más fuertes genéticamente

Una importante porción de los perros abandonados procede de cruces y por tanto tiende al mestizaje, a diferencia de las razas puras que se fomentan en los criaderos. El problema de la raza pura es que conlleva características físicas muy favorables pero también carga con muchas taras genéticas que acaban minando la salud del perro. En todo caso, un perro de raza pura abandonado en una protectora vale tanto como otro mestizo, pero la mezcla del segundo puede eliminar muchos genes recesivos portadores de defectos.

7. Nos reforzará el concepto de diversidad racial

El perro mestizo de protectora nos rompe los estereotipos sobre la pureza racial de los perros, ya que los perros son, como los humanos, una sola especie. La mezcla nos ayuda a entender que ningún perro es mejor que otro por su aspecto o por el color de su pelo y que lo que vale es su carácter y el cariño que nos entrega.

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