Durante la semana, puede volverse complicado llevar a cabo todas las tareas del hogar a la vez que se alterna con otros quehaceres del ámbito laboral y personal. Ya sea después del trabajo o de la finalización del algún recado pendiente, la limpieza de la casa siempre suele pasarse a un segundo plano en la lista de quehaceres.
Pese a ello, no todas las tareas del hogar toman tanto tiempo como se cree, por lo que mantener una buena organización puede evitar la acumulación de restos de suciedad o de zonas desordenadas por completo. De esta manera, es importante atender a la duración de cada encargo para ser consciente del tiempo que podría llevar finalizar cada tarea.
La regla de los dos minutos -conocida como the two-minutes rule en inglés-, acuñada por el autor David Allen en su libro Getting Things Done (GTD), es un método de organización que permite ordenar las tareas de la casa, optimizando al máximo el tiempo empleado en cada una de ellas.
Allen sugiere que si una tarea se puede hacer en menos de dos minutos, debe hacerse inmediatamente en lugar de postergarla. Este procedimiento no sirve para quehaceres complejos, pero sí que evita la acumulación de pequeñas tareas, las cuales pueden resolverse sencillamente, pero pueden llevar mucho tiempo resolverlas juntas si se dejan pendientes.
Conocer cuáles son las ocupaciones que menos tiempo llevan puede ser esencial para organizar una limpieza completa y eficiente del hogar. Estos son cuatro ejemplos en los que aplicar la regla de los dos minutos.
Guardar el calzado en su sitio
Es común que, tras llegar a casa, lo primero que se piense es en tumbarse y descansar. Sin embargo, descalzarse y dejar los zapatos tirados por el suelo es una de esas pequeñas tareas que pueden resolverse en menos de dos minutos.
De esta manera, según el método de David Allen, es recomendable colocar el calzado en su sitio nada más llegar a casa, antes de sentarse a descansar. Esto no solo te permitirá mantener el hogar limpio y ordenado, sino que facilitará encontrar el calzado en cuestión fácilmente siempre que se necesite.
Echar la ropa sucia a lavar
Uno de los errores más frecuentes cometido por la mayoría de personas al llegar al hogar es el de dejar la ropa sucia en cualquier superficie, como una silla o el suelo, en vez de echarla al cesto de la ropa sucia. Esto no solo promueve la acumulación de prendas, sino que puede favorecer la acumulación de bacterias o la aparición de manchas.
Por ello, la regla de los dos minutos indica que es recomendable introducir la ropa -si está sucia- en el cesto nada más quitártela al llegar a casa. Además, este hábito rápido también permite mantener las áreas más despejadas y distinguir mejor entre qué ropa lavar a la hora de hacer la colada.
Recoger los platos de la mesa tras una comida
Otra de las tareas que más se acumulan por falta de tiempo en el hogar es la de recoger la mesa después de una comida. Dejar los platos sucios donde se ha comido tiene varias consecuencias negativas, ya que prolifera la aparición de bacterias y malos olores y complica su posterior limpieza.
Es recomendable aplicar el método de optimización para reducir al máximo estos factores. Agrupa todos los platos posibles y cubiertos y deposítalos en el fregadero o el lavavajillas nada más hayas finalizado de comer para impedir que se acumulen restos de comida.
Además, una vez recogidos, es recomendable limpiar las migas o los restos de alimentos que hayan podido quedarse pegados en la mesa. Esta tarea tampoco te llevará más de dos minutos y te permitirá contar con un espacio despejado para la consecución de cualquier otra tarea que lo requiera.
Deja el mando de la tele y los cojines del salón en su lugar
Tras una estancia en el salón o la sala de estar, es probable que no se recojan ninguno de los cojines o mantas que se han utilizado y o que el mando de la televisión se encuentre escondido entre sillones, en una zona poco visible. Finalizar estas tareas no llevará más de unos minutos y hacerlo contribuirá notablemente a mantener el orden en el hogar.
Por ello, una vez apagada la televisión, coloca el mando en un área donde sea fácilmente encontrable, como una mesita o el reposabrazos del sofá. Además, sitúa cada cojín en su sitio y dobla las mantas -y guárdalas en un cajón o cesto si es necesario-. De esta manera, el espacio será más agradable la próxima vez que se visite y se evitará la frustración de no encontrar el mando cuando se quiera encender cualquier dispositivo.