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Cada vez más, el verano es sinónimo de mosquitos. Lo que antes era una molestia para quienes pasaban sus vacaciones en países tropicales ahora se ha convertido en un auténtico problema en ciudades como Roma, Atenas, Barcelona, Marsella o incluso Estocolmo.
Las fluctuaciones climáticas, los cambios en la gestión del agua y otros factores ambientales están llevando a una mayor actividad de los mosquitos en muchas partes de Europa. Como resultado, el control de los mosquitos y la prevención de enfermedades transmitidas por mosquitos se están convirtiendo en una cuestión de salud pública en todo el continente.
Los mosquitos no son solo una molestia. Sus picaduras pueden transmitir enfermedades como el dengue, la malaria, el virus del Nilo occidental y el virus del Zika, que presentan riesgos significativos para la salud pública en diversas regiones del mundo. En respuesta a esta amenaza, el uso de repelentes de mosquitos se ha vuelto común en hogares con niños y mascotas. Sin embargo, a pesar de su utilidad en la prevención de picaduras y enfermedades transmitidas por mosquitos, existe una creciente preocupación sobre si estos productos pueden tener efectos adversos en la salud de los más vulnerables.
De qué están hechos los repelentes de mosquitos
Las hembras de los mosquitos son las únicas que chupan sangre. Utilizan este aporte extra de proteínas para poder poner huevos y con este fin, la evolución los ha dotado de una compleja boca chupadora capaz de perforar la piel. La mayoría de los repelentes de mosquitos no matan a estos insectos, sino que interfieren con algunos de los mecanismos que los mosquitos usan para localizar a sus víctimas.
Los mosquitos son muy sensibles al CO2, que es exhalado por los humanos y otros animales durante la respiración, y es su principal modo de localización. Son sensibles a la temperatura y les atrae un cuerpo caliente, además de verse atraídos por determinados olores y feromonas que emite, en este caso, el cuerpo humano. Algunos compuestos como el ácido láctico y el ácido úrico son especialmente atractivos para los mosquitos.
Los repelentes de mosquitos están diseñados para prevenir las picaduras de mosquitos, no para matarlos, y su eficacia radica en los ingredientes activos y otros compuestos que contienen. Algunos de los ingredientes más comunes son:
- DEET (N,N-Dietil-meta-toluamida): uno de los repelentes más utilizados en el mundo, actúa confundiendo los receptores olfativos del mosquito, haciendo que sea más difícil para ellos localizar a sus víctimas. También es el más eficaz.
- Picaridin (Icaridin) y IR3535: repelentes sintéticos que se consideran una alternativa más segura al DEET, con un mecanismo de acción similar, pero con menor eficacia.
- Aceites esenciales y repelentes naturales: los aceites esenciales de eucalipto y citronela, el aceite de menta y el aceite de lavanda se utilizan como repelentes naturales, ya que en teoría los mosquitos se ven repelidos por su olor.
Efectos de los repelentes de mosquitos en los niños
Los niños son particularmente vulnerables a las picaduras de mosquitos debido a su piel delicada y a su menor capacidad para evitar la exposición a los mosquitos. Al mismo tiempo, hay dudas de si también son más sensibles a los posibles efectos de los repelentes de mosquitos.
Los estudios han comprobado que tanto DEET como los otros ingredientes usados en repelentes tienen un alto grado de seguridad en las concentraciones en las que se comercializan (de otro modo no estarían autorizados). Incluso en países donde hay enfermedades endémicas como el Zika o la malaria se considera seguro usar los repelentes dos veces al día en niños hasta 12 años. Los efectos adversos son raros y se limitan a las reacciones alérgicas y la dermatitis.
Otro caso muy diferente se da cuando los niños ingieren accidentalmente estos productos, ya que incluso una dosis pequeña puede provocar daños neurológicos en ellos. Otros estudios han comprobado que DEET tampoco es más tóxico para niños o mujeres embarazadas que para otros adultos.
Los efectos de los repelentes de mosquitos en las mascotas y otros animales
El DEET tiene una toxicidad relativamente baja para los animales, especialmente si se aplica sobre la piel pero, como en el caso anterior, en dosis suficientemente grandes y si los animales lo inhalan —o peor, lo ingieren—, puede producir signos de neurotoxicidad. Los estudios realizados con perros, gatos y ratones han comprobado que incluso cuando se ingiere, los efectos se producen a dosis muy altas, entre 100 mg y 500 mg por kilo de peso. Las dosis necesarias para que se absorbieran esas cantidades a través de la piel serían mucho mayores.
También se ha discutido sobre los posibles efectos de los repelentes como DEET en la vida salvaje, especialmente en los ecosistemas acuáticos, donde el compuesto llega a través de las aguas residuales de las ciudades o por escorrentía a partir del suelo. Sin embargo, el DEET se descompone en el agua en unos pocos días y su baja toxicidad hace que sea muy improbable que afecte a la vida acuática, con la excepción de vertidos incontrolados.
¿Son más tóxicos los repelentes de mosquitos eficaces?
La respuesta rápida es sí (especialmente para los mosquitos), pero casi todos los compuestos, incluida la sal de mesa, son tóxicos si se suministra una dosis suficiente. En un exhaustivo estudio realizado en China (otro país con un problema de mosquitos tigre) se estudiaron los principales repelentes del mercado, incluyendo los de ingredientes botánicos, que no se consideran tóxicos, y que contienen mentol, eucalipto o citronela.
Para el estudio las personas tenían que introducir su mano en una jaula llena de mosquitos mientras los científicos medían cuántos de estos insectos se posaban y cuánto tiempo estaba la mano protegida por los repelentes. Los repelentes habituales como DEET, picaridin o IR3535 se consideraron en el estudio “ligeramente tóxicos”. Como hemos visto antes, la toxicidad se produce sobre todo en casos de ingestión accidental.
¿Y la eficacia? En este estudio, los repelentes con una mayor concentración de DEET fueron los más eficaces, midiendo su acción como el número de horas que el producto evitaba que el mosquito se posase sobre la piel de los voluntarios (hasta casi cuatro horas). Los mejor puntuados contenían un 15% y un 10% de DEET, respectivamente.
Más abajo en la lista se encontraban los repelentes con un 20% y 15% de picaridin, y en la cola se podían encontrar los formulados únicamente con ingredientes botánicos, que ofrecían una duración de la protección mucho menor (menos de una hora) y los repelentes con IR3535. También se pudo comprobar que al mezclar ingredientes, como por ejemplo DEET y aceite de eucalipto en una de las marcas, la eficacia era aún mayor que con DEET solamente.
En una reciente publicación con directrices para médicos, ante el riesgo de las enfermedades tropicales que se están extendiendo debido al cambio climático, transportadas por los mosquitos, se recomienda el uso de los repelentes como medida de prevención.
Para las personas que tengan inquietud sobre los (muy raros) efectos adversos de los repelentes, hay que tener en cuenta que compuestos con márgenes de seguridad más altos y los extractos de plantas, tienen inicialmente una capacidad de repeler similar al DEET, el más usado, pero su duración es mucho menor. Esto quiere decir que habrá que aplicar el producto más a menudo.