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Trastorno bipolar, una enfermedad mental grave que lucha contra el estigma social

Como ocurre con otros trastornos mentales, es común asociar el trastorno bipolar con contextos y situaciones que no tienen nada que ver con él. Esto, además de ser erróneo, genera confusión, una imagen sesgada y un estigma creciente en torno al problema, como manifestaba la Asociación Bipolar de Madrid con motivo del Día Mundial del Trastorno Bipolar, el pasado 30 de marzo.

El trastorno bipolar, que suele aparecer entre los 20-30 años (aunque puede manifestarse antes o después) no es un problema de personalidad o carácter incontrolable, tampoco es una enfermedad asociada a comportamientos violentos o peligrosos.

Intentar comprender un poco mejor la enfermedad es un paso más, pequeño pero importante, para que podamos hacernos una imagen más fiel y real y combatir con ideas e información errónea.

El trastorno bipolar es un desafío para toda la vida, pero con un tratamiento adecuado se puede alcanzar la estabilidad. Y el diagnóstico correcto y temprano es clave para poder iniciar el mejor tratamiento y evitar que la enfermedad evolucione.

O todo o nada

Todos tenemos nuestros altibajos. Pero con el trastorno bipolar, que afecta a más de 60 millones de personas en todo el mundo, según la Sociedad Internacional de Trastorno Bipolar (ISBD), estos picos y bajos son más graves. El trastorno bipolar provoca cambios serios en el estado de ánimo, la energía, el pensamiento y el comportamiento, desde altibajos de la manía extrema en un lado hasta la depresión en el otro lado. 

Más que un buen o mal humor pasajero, los ciclos del trastorno bipolar duran días, semanas o meses. Y, a diferencia de los cambios de humor comunes, son tan intensos que pueden interferir en la vida laboral y personal, dañar relaciones e interrumpir la capacidad para afrontar el día a día.

Los principales signos que caracterizan el trastorno bipolar son:

  • Síntomas del episodio de manía: irritabilidad, menos necesidad de dormir, pensamiento acelerado, aumento de la actividad, gastos excesivos, sentimiento de grandeza, facilidad de distracción, participación excesiva en actividades placenteras o con riesgo o aumento de la sexualidad.
  • Síntomas del episodio de depresión: pérdida de interés, pérdida o aumento importante de peso, enlentecimiento psicomotor, disminución de la libido, menor capacidad para pensar, tristeza, aumento o disminución del apetito, insomnio o sueño excesivo, fatiga, sentimientos de inutilidad o ideas suicidas.
  • Síntomas psicóticos: puede aparecer tanto en los episodios maniacos como los depresivos. Se caracterizan por una total desconexión de la realidad y los síntomas más frecuentes son las ideas delirantes y las alucinaciones. 
  • Síntomas mixtos: puede ocurrir también que durante un episodio depresivo se experimenten síntomas típicos de manía; también que durante un episodio maniaco aparezcan síntomas de depresión, como llanto fácil. Esta combinación lleva a un humor irritable que suele provocar discusiones frecuentes.

Estos síntomas varían en función de cada persona. Tener uno de ellos no implica sufrir trastorno bipolar; tener varios a la vez debe ser motivo de consulta al especialista. También en función de la persona, se distinguen tres tipos de trastorno bipolar:

  • Trastorno bipolar I: se caracteriza por episodios maníacos y depresivos con periodos de ánimo estable.
  • Trastorno bipolar II: se define por un patrón de episodios depresivos e hipomaníacos.
  • Espectro bipolar: aparecen episodios depresivos recurrentes con otras manifestaciones del trastorno bipolar.
  • Ciclotimia: se define por varios episodios hipomaniacos y periodos de síntomas depresivos durante al menos dos años. 

¿Por qué aparece el trastorno bipolar?

Este trastorno tiene una base biológica porque se produce “una alteración en la región cerebral que regula el estado de ánimo causada por un componente genético”, según reconocen en la Guía Trastorno Bipolar el doctor en psiquiatría José Manuel Montes Rodríguez y el psicólogo Mateo Pérez Wiesner. 

A la presencia de genes que interaccionan entre sí, también tienen que darse otras “circunstancias desencadenantes” para que aparezca la enfermedad, como una situación estresante, la toma de sustancias como cocaína o cannabis, alteraciones hormonales o la ingesta de determinados fármacos como corticoides. 

¿Se puede tratar?

La terapia farmacológica y las intervenciones psicosociales son los pilares del tratamiento. Y es importante empezarlo cuanto antes, algo que, sin embargo, que no ocurre siempre. Según un estudio publicado en Journal of Clinical Psychiatry, muchas personas con el trastorno no reciben tratamiento hasta al menos seis años después de su primer episodio. 

Este retraso puede hacer que los síntomas sean más extremos y la recaída más común en las primeras etapas del tratamiento. 

Con la medicación y la terapia se pretende reducir la intensidad, frecuencia y consecuencias de los episodios de manía o depresión. La terapia ayuda al proceso de aceptación, a afrontar la enfermedad o a mejorar el cumplimiento de la medicación.

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