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Tres sencillos sistemas para evitar las bolsas de basura de plástico

Celia, socia y lectora de eldiario.es, nos escribe el siguiente texto: “he leído hace unos meses un informe de la empresa biotecnológica 5gyres.org en el que se dice que en 2014 había en los océanos 270.000 toneladas de basura industrial, de la cual el 70% eran plásticos que flotaban, a veces en extensiones mayores que muchos países. También decían que si seguimos a este ritmo, en 2025 produciremos 2,2 millones de toneladas de basura en todo el mundo.

Sinceramente me impactó y desde ese día mi familia y yo procuramos no utilizar apenas plásticos en nuestra vida diaria, y sobre todo usar embalajes de papel cuando vamos al supermercado, la carnicería, la frutería o incluso la pescadería, donde es más complicado por los jugos del pescado que no te den el plástico de turno.

La verdad es que estamos rebajando muchísimo los niveles de uso de plástico y estamos muy orgullosos, pero todavía se nos resiste el tema de los residuos orgánicos, ya que vivimos en un piso y no podemos hacer compostaje, así que hay que tirar la basura, y para la materia orgánica no hay otra solución. Leí vuestro tema del otro día sobre las bolsas de basura ecológicas y me pareció interesante, pero insuficiente. Bueno, después del rollo, ahí va la pregunta: ¿hay algún modo de hacer bolsas de basura resistentes y que no utilicen plástico?“

Para responde a Celia hemos buscado en algunos de los principales blogs de reciclaje propuestas interesantes a este respecto y hemos seleccionado tres, una basada en papel, otra en bolsas de tela y una tercera en bolsas de plástico reutilizables.

El sistema del papel

La propuesta es de la bloguera y activista Linsday Miles y aparece en su blog Treading my own path (steps towads a sustainable way of life). Miles, cuyos consejos han aparecido en muchos medios de comunicación y que incluso ha llegado a protagonizar charlas TED, propone antes que nada una norma básica. Esta es la de no utilizar grandes contenedores domésticos para la basura orgánica sino otros más pequeños, de modo que tiremos los desperdicios, correctamente reciclados, cada día. Seguidamente Miles propone usar por ejemplo una papelera de oficina o un tiesto de tamaño medio.

Forraremos su superficie con papeles de periódico en diversas capas, tipo cebolla hasta que tenga un grosor suficiente como para absorber las humedades de los jugos de los desperdicios. Dejaremos que las capas de papel rebosen la altura del cesto, pero conformando en el interior un molde del mismo en papel; ahí tiraremos los restos, y cuando consideremos que el cesto está lleno, plegaremos la parte del papel que rebosa retorciéndola sobre sí misma como si envolviéramos un caramelo.

De este modo el paquete quedará perfectamente cerrado con los desperdicios en su interior y será apto para ser tirado en el contenedor de los restos orgánicos sin añadir plástico adicional, ya que el papel es biodegradable. Los autores del blog Vivir sin plástico añaden a este sistema una mejora al proponer que las capas se hagan con papel de las publicidades que nos dejan en los buzones, que suele ser de mayor calidad y más resistente a las humedades.

Bolsas de tela

En nuestro artículo, que Celia menciona, sobre las alternativas a la bolsa de basura no degradable, ya comentábamos la existencia de las bolsas de tela como una alternativa para los restos orgánicos, puesto que se pueden lavar para quitar las manchas. Sin embargo, tienen el problema de que la humedad puede traspasarlas y los ácidos de los restos pueden degradar la tela haciéndola menos durable, acumulando olores o dándole un aspecto desagradable.

Además, no es demasiado ecológico tener que lavar bolsas de tela a diario desde el punto de vista del gasto en agua y electricidad. No obstante, desde la Fundación Basura de Chile proponen un sistema de bolsas de lino o algodón que pueden colocar en la cesta y después forrar en su interior con papel de periódico en capas para que absorba la humedad.

No es necesario ser tan cuidadosos como con el sistema Miles, pero si procurar que el papel recubra toda la superficie. Después llevaremos la bolsa al contenedor y tiraremos los restos junto el papel, que se llevará las manchas y los olores. Una vez la bolsa se antoje desgastada, podemos tirarla sin problemas en el contenedor, aunque no en el de compostaje, ya que su degradación no es rápida.

Plástico reutilizable

Una tercera alternativa implica el uso de plástico, pero ampliando su ciclo de vida tanto como deseemos, de modo que en años podemos utilizar una sola bolsa y siempre la misma, y nos aseguramos que no va a parar al vertedero. Las típicas bolsas de la compra de rafia que nos venden en los comercios pueden servir, pues son muy gruesas, impermeabilizadas y resistentes.

Para evitar humedades y malos olores, podemos o bien lavarlas después de cada uso -tras haber lanzado los restos orgánicos- o bien cubrirlas antes del uso con una capa o dos de papel de periódico o de publicidades que absorberá los líquidos. Otra ventaba es que al ser más o menos rígidas, se pueden usar sin necesidad de tener en el cajón cesta de la basura.

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