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Los socorristas advierten: por qué los flotadores, manguitos y objetos inflables ponen en peligro la seguridad

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Durante los seis primeros meses de 2023 perdieron la vida por ahogamiento 169 personas, 29 más que en el mismo periodo de 2022, según datos de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (FRSS), cuyos expertos apuntan que se confirma la tendencia al alza en las muertes en los espacios acuáticos españoles durante este año.

En términos generales, se calcula que las lesiones en la infancia se triplican durante el verano. Los ahogamientos encabezan la lista. Es más, el 70% de los ahogados tienen menos de seis años y 5.000 menores fallecen en Europa cada verano por ahogamientos, según la Asociación Nacional de Seguridad Infantil. 

Frente a este panorama, las autoridades españolas piden precaución y lanzan recomendaciones para revertir la situación. El Ministerio de Sanidad reconoce que “los ahogamientos son un importante problema de salud pública”. 

Solo en 2019, y según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), murieron 236.000 personas por ahogamiento en todo el mundo, un problema mayor en niños y niñas de menor edad, teniendo en cuenta que en Europea son la segunda causa de muerte en menores entre los cinco y los catorce años. El Día Mundial para la Prevención de los Ahogamientos, celebrado el pasado 25 de julio, se recordó la importancia de tener en cuenta una serie de medidas podemos adoptar.

Dispositivos de flotación, entre los elementos de riesgo

Aunque son varios los factores de riesgo que podemos asociar con los ahogamientos, como conductas de riesgo, la falta de vigilancia a los menores o bañarse en zonas no vigiladas, cabe recordar que los flotadores y manguitos y otros inflables propios del medio acuático nos dan una falsa sensación de seguridad que debemos tener en cuenta.

La Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, en su campaña de este verano #StopAhogados, incluye entre sus consejos para prevenir ahogamientos en los espacios acuáticos “no confiar en el material de flotación y no alejarse de la orilla” ya que los flotadores o colchonetas inflables, si bien brindan diversión en el agua, “no deben considerarse dispositivos de seguridad confiables”.

Por tanto, aconsejan no confiar en exceso en ellos para mantenernos a flote ya que pueden desinflarse, volcarse o desprenderse y poner en peligro la integridad de las personas que los usan.

También hacen otras recomendaciones a la hora de ir a la playa o a la piscina, como respetar las normas de la zona de baño y sus posibles restricciones; no dejar a un niño nunca solo porque pueden ocurrir situaciones imprevistas; priorizar el baño en zonas con vigilancia (socorristas o personal de vigilancia); observar y respetar lo que dice el color de la bandera en la playa; alejarse de las corrientes de retorno, que se dirigen mar adentro; evitar hacer juegos peligrosos, como lanzarse desde acantilados donde no sabemos cuál es la profundidad del agua o en zonas rocosas resbaladizas y afiladas.

En la misma línea se expresa la campaña de prevención de ahogamientos infantiles #OjOPequealAgua, nacida en 2017, según la cual “los flotadores, manguitos y otros sistemas de flotación no son salvavidas” y, por tanto, no protegen frente a los ahogamientos. 

Los flotadores clásicos, los que se ponen en la cintura, pueden pincharse con facilidad. Aunque el riesgo mayor está en que, con ellos, los niños pueden volcarse y darse la vuelta, quedando con la cabeza bajo el agua sin poder volver a la superficie. 

En cuanto a los manguitos, aunque pueden ofrecer una sensación de seguridad mayor, deben usarse con precaución. La primera medida es comprobar que están bien hinchados y que la talla es la adecuada. Si no se colocan bien (deben estar a la altura del brazo, justo por debajo del hombro) pueden reducir la capacidad de movimiento del niño y pueden salirse de los brazos con facilidad.

En el caso de las colchonetas tenemos que tener en cuenta otro problema añadido y es que, en la playa, nos permiten llegar a zonas donde quizás no hubiésemos llegado nadando. Además, si nos relajamos demasiado y nos acabamos durmiendo, podemos ir a la deriva sin darnos cuenta porque una colchoneta puede arrastrarnos hacia adentro con rapidez. Por tanto, solo nos alejaremos hasta donde podamos llegar nadando a la orilla. 

Supervisión constante, la única forma de evitar ahogamientos en niños

Debemos tener presente que los inflables, como ya hemos comentado, son juguetes, no elementos de seguridad, de ahí que puedan dar una falsa sensación de confianza. Lo admite también la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), según la cual los flotadores hinchables como barcos, unicornios, flamencos y manguitos son juguetes que no están obligados a cumplir con las normas básicas de flotabilidad y solo deberían usarse en zonas donde el niño pueda apoyar las plantas de los pies.

En el caso de los niños, por tanto, es aceptable que los usen, pero siempre bajo la supervisión de un adulto. Es más, si un niño no sabe nadar lo recomendable es usar un chaleco salvavidas homologado que, a diferencia de los manguitos, no puede deshincharse porque suelen ser de neopreno, con lo que el riesgo de pincharse o desinflarse desaparece. Al dejar los brazos libres, permiten mayor rango de movimiento. Pero deben ajustarse a la medida del niño.

Los expertos insisten en que la seguridad en el agua para los niños no la aporta ningún dispositivo, solo la supervisión constante de un adulto. La campaña #OjOPequealAgua incluye la norma 10/20 que consiste en mirar la piscina cada 10 segundos como mínimo y comprobar que podemos llegar hasta donde está el menor con el brazo en menos de 20 segundos. Solo se necesitan 27 segundos para que un menor que no sabe nadar fallezca por ahogamiento.