Las cucarachas llevan conviviendo con nosotros desde que el primer homo antecessor fundó su hogar en alguna escondida cueva de Atapuerca allá por el Pleistoceno Temprano. Entre otras cosas porque ellas estaban en este planeta cientos de millones de años antes de que el primer mamífero viera la luz, y probablemente seguirán aquí cuando nuestra especie sea poco más que polvo y olvido.
Como el resto de blattodeos, las cucarachas llevan muchos millones de años perfectamente adaptadas a casi cualquier entorno de la tierra y cuentan con una gran capacidad de resiliencia. Es por ello que no debe extrañarnos que de vez en cuando nos encontremos en la cocina, el baño o incluso la cama, a un representante de sus más de 4.500 especies, que ha decidido saludarnos con sus antenitas.
Sin embargo, inevitablemente nos surge la pregunta: ¿por que a nosotros sí y a los vecinos, que tienen el piso desde hace más años no? ¿Debe haber alguna oscura razón? Sin duda la hay, pero no es tan oscura como creemos y para entenderla debemos estudiar el comportamiento y el hábitat de estas criaturas.
Comida, calor, bochorno y oscuridad: lo que aman las cucarachas
Las cucarachas son unos insectos que viven de la carroña. Esto es de cualquier resto que huela a detrito, tanto excrementos de hamster, conejo, gato o rata, como restos de pizza olvidados, patatas fritas o cualquier tipo de comida. Incluso pueden roer restos de papel, plástico, granos de arroz, etc. Por lo tanto, irán allá donde puedan encontrar existencias.
El segundo elemento que adoran estos bichitos que tanta repugnancia nos producen es el calor; proceden de eras en las que la tierra era un hervidero de volcanes y no tienen capacidad para regular su temperatura corporal, por lo que si hace frío no pueden prosperar. Así que buscan el arrullo del calor. Por eso suelen salir de debajo de máquinas que expulsan calor, como neveras o tubos de radiación.
El tercer elemento es la humedad, su otro factor limitante. Las cucarachas precisan de un ambiente con humedad elevada porque no pueden regular su humedad corporal. En ambientes muy secos, aunque se adaptan, el crecimiento de sus colonias no es tan exponencial. Y finalmente su cuarto gran aliado es la oscuridad, ya que les permite prosperar sin ser vistas por sus predadores, tales como murciélagos, salamanquesas o pequeñas aves insectívoras.
Por qué mi casa sí y la tuya no
Así que con estos elementos tenemos pistas de porqué a las cucarachas les gusta nuestro piso: reúne los cuatro jinetes del apocalipsis cucarachil: hay sitios calurosos, húmedos, con restos de comida olvidados o comida almacenada, y sobre todo oscuros. Además, a ello hay que sumar que tenemos vías de entrada para las cucarachas en nuestra humilde morada.
Basta con que sea la cañería de un lavamanos que apenas se usa, en un baño secundario, alguna grieta que conecta con el exterior, con un falso techo o con la zona donde guardamos el cubo de la basura, sin duda el cuerno de la abundancia para las cucarachas. Ayudan también los restos de cartones mojados, las cajas húmedas, zonas donde da el sol en sitios cálidos, pero que a la vez cuentan con algún tipo de protección para el cobijo, etc.
Así, si por ejemplo tenemos una nevera contra una pared que nunca limpiamos, no por detrás ni por debajo, donde puede haber restos de prácticamente cualquier cosa y donde eventualmente cae agua, habremos creado un hogar para cucarachas perfecto. Y lo mismo detrás de un radiador, en una grieta con filtraciones o, por ejemplo, un armario para el cubo de la basura por el que cruza una tubería de desagüe.
Ahora ya sabemos por qué la vecina no tiene cucarachas y nosotros sí: ellos limpian debajo y detrás de los electrodomésticos; limpian con frecuencia el armario del cubo y han sellado todas las grietas que pudiera haber en la casa, sobre todo las provocadas por las tuberías.
Además quitan los embellecedores de los muebles de cocina y aspiran a conciencia los bajos. Y también lo hacen con mucha frecuencia detrás de los armarios y debajo de los sofás. Y por si fuera poco, procuran no dejar ningún resto de comida, ni cartones húmedos y tapan el cubo de la basura. En una palabra, la vecina y sus secuaces son más limpios y previsores que nosotros.
De acuerdo, el vecino limpia mejor: ¿qué puedo hacer?
Pues hay maneras de que vosotros también podáis mirar a los vecinos por encima del hombro: aprender una serie de trucos para ahuyentar a estos viejos conocidos, aparte de, si se salen de madre, llamar a una empresa de plagas. Pero si queréis evitar fumigados y tóxicos en vuestra guarida, podéis probar con esto:
- Hojas de laurel: debajo de muebles, neveras, etc. Si lo ve alguna visita creerá que hacéis vudú, pero según la empresa anti-plagas Rentokill funciona. Al parecer el potente olor del laurel las repele e impulsa a buscar otros destinos.
- Lavanda: queda un poco más elegante pero el resultado viene a ser el mismo, un olor que las repele. Lo colocaremos al igual que las hojas de laurel, o bien podemos aplicarla en aceite. También podemos colocarlo al lado de las basuras para que contrarreste el apetitoso olor de estas.
- Mentas: aseguran desde Rentokill que la menta gatera, y por extensión cualquier tipo de menta, también causa a las cucarachas la misma repulsión que ellas a nosotros.
- Sellar grietas: buscaremos cualquier posible grieta que conecte con otras casas o con el exterior para sellarla.
- Pulverizar los rincones de difícil acceso con vinagre: otro olor que no pueden soportar.
- Aspirar periódicamente bajos: de sofá y sillones especialmente, pero también rincones con polvo y traseras de muebles y grandes electrodomésticos.
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