Guillermo, lector y socio de eldiario.es, nos envía el siguiente correo electrónico: “no puedo más con las llamadas de las empresas vendiéndome todo tipo de cosas. He pensado incluso hasta en quitarme el teléfono fijo, pero da igual porque ahora me llaman también al móvil y me fríen a SMS. Y lo peor de todo es que me di de alta en la famosa Lista Robinson y nada, hay algunas como Vodafone o Endesa que me siguen llamando, por no citar las que te venden los servicios más raros. Quisiera saber por qué se sigue promocionando esta lista si en realidad nadie le hace caso”.
Ante la contundencia de Guillermo -comprendemos su desesperación- solo cabe contraponer varios matices. El primero es que en principio no es ilegal llamar, escribir o enviar un mensaje de texto a alguien ofreciéndole un producto o servicio, a no ser que ese alguien (nosotros) haya declarado expresamente que no quiere recibir ningún tipo de comunicación comercial por ninguna de las vías especificadas.
Para qué sirve la Lista Robinson
Y precisamente este es el objetivo de la Lista Robinson: servir de base de datos de las personas que han declarado de manera explícita que no quieren recibir comunicaciones comerciales. Las empresas están obligadas por ley a consultar esta lista y borrar de sus campañas a los usuarios que figuran en ella. Es decir, que se dan por enteradas de que fulana y mengano no quieren recibir correo comercial y por tanto si se lo envían, incurren en la ilegalidad.
Por lo tanto, ya tenemos una primera utilidad de la Lista Robinson: marcar una frontera entre lo que es legal y lo que no, porque es ilegal enviar comunicaciones no solicitadas a usuarios que figuren en ella, y por consiguiente si se envían, se quebranta la ley. En consecuencia, el usuario, que debe poder demostrar que en su día se dio de alta en la lista, puede acudir a la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) y denunciar a las empresas que le envían comunicaciones.
En base a su pertenencia a la Lista Robinson, la AEPD, que nos anima a que nos inscribamos en ella, deberá sancionar a la empresa, lo cual suele suceder con potentes multas cuando el proceso se lleva a cabo, y precisamente esta es la explicación de que la mayoría de empresas hagan caso a la Lista Robinson (la segunda utilidad de la lista). No obstante, como bien dice Guillermo, hay algunas empresas de rango local que no suelen atender a la lista y trabajan con bases de datos adquiridas “mejor no saber cómo”, y otras grandes que también nos llaman, en apariencia pasándose la lista por el arco del triunfo. ¿Es esto así?
¿Cuándo no funciona la Lista Robinson?
No. Hay un supuesto que pasa por encima de la Lista Robinson y que las empresas aprovechan, cuando pueden, para sortearla. Y es el hecho de que en el pasado o presente hayamos tenido alguna relación comercial con la empresa X y en un momento u otro hayamos cedido los datos para comunicaciones comerciales y de novedades; la típica casilla que va siempre pareja a la de aceptación de las condiciones del contrato.
Si hemos hecho clic en ella, la empresa, y la ley, asumirá que hacemos una excepción tácita a nuestros deseos al figurar en la lista. Es decir, que el hecho de haber dado la aceptación explícita a recibir comunicaciones comerciales de una determinada empresa pesa más que la negativa que supone nuestra presencia en la Lista Robinson. De este modo, estas empresas hacen valer su relación particular con nosotros, que es lo que seguramente estén haciendo Vodafone y Endesa con Guillermo.
El modo de proceder si queremos que también ellas dejen de molestarnos es dirigirnos específicamente a cada empresa y solicitar el cese de las comunicaciones comerciales. Para este fin, la propia Lista Robinson nos facilita las vías de contacto para que podamos escribir al departamento indicado de cada empresa y pedir el cese y desistimiento. Una vez hecho esto, no deberíamos recibir más correos, ni llamadas ni SMS de dichas empresas.
Finalmente, también hay que tener en cuenta que la efectividad absoluta de la Lista Robinson entra en vigor a los tres meses de nuestra inscripción, no antes. Es decir que durante tres meses podemos estar recibiendo comunicaciones comerciales y solo una vez pasado este periodo se considerará que la empresa que nos las envíe está violando la ley. Solo entonces podremos acudir a la AEPD para denunciar una comunicación no deseada con el uso de nuestros datos personales.
Cómo darnos de alta en la Lista Robinson
Primero deberemos registrarnos dejando nuestros datos aquí. Entonces recibiremos un correo electrónico para confirmar y obtendremos un nombre de usuario (el DNI o NIE) y una clave numérica.
Después bastará pinchar en “Acceso al servicio”: nos pedirán el nombre y la clave y por qué vía deseamos dejar de recibir publicidad.
Las opciones son correo electrónico, teléfono móvil y teléfono fijo, correo postal y mensajes SMS/MMS. Se activan por separado, indicando nuestra dirección y número de teléfono.
Cada paso que demos se confirmará con un correo electrónico que nos conviene guardar por si un día los necesitamos como prueba.
Para las empresas con las que tenemos o tuviste contrato: la web de la Lista Robinson nos facilita un buscador de entidades para hacerles llegar nuestro requerimiento.
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