Llega el verano y al sacar a relucir nuestros pies bajo las sandalias empezamos a hacernos algunas preguntas. ¿Qué calzado debo elegir para esta época? ¿Cómo debo hidratar mis pies correctamente? ¿Cómo puedo evitar el mal olor, los hongos y las rozaduras?.
Los pies son una parte fundamental de nuestro cuerpo: no solo su salud dermatológica es imprescindible, sino que todo lo relativo a su biomecánica puede afectar directamente al correcto funcionamiento de la extremidad inferior de nuestro cuerpo, la cadera, la pelvis y también la espalda.
Y aunque es cierto que deberíamos cuidarlos todo el año, es durante el verano cuando nuestros pies requieren aún más atención.
Una correcta hidratación de pies
Hidratar los pies es una tarea fundamental durante todo el año pero especialmente durante la época estival si no queremos sufrir consecuencias derivadas como la piel seca y los talones agrietados.
Es por eso que Javier Cupillar, podólogo en Clínicas H3, recomienda en conversación con este medio “escoger cremas cuyo componente principal sea la urea, bien sea al 10, 20, 30 o 40% según las necesidades de cada uno, aunque en pacientes sin alteración dermatológica a consecuencia de la sequedad nos bastará con un 10%”.
Estas recomendaciones no son válidas en casos de pacientes con hiperhidrosis, es decir, exceso de sudoración en la piel. En estos casos, recalca, “recomendaremos cualquier espray con soluciones antitranspirantes”.
¿Y qué hay del sudor?
En la mayoría de las ocasiones, la hiperhidrosis en los pies va acompañada de mal olor y se agrava todavía más en los meses de calor. En otras, este hedor está presente incluso en casos en los que no se presenta exceso de sudoración.
El Ilustre Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana expone alguno de los motivos por los que huelen los pies: desde el contagio por hongos en verano o el uso de un calzado no transpirable, hasta el abuso del alcohol o el tabaquismo.
Según Cupillar, algunos de los trucos para deshacernos de este mal olor consisten en “aplicar soluciones con boro, ventilar, lavar y mantener en buen estado el calzado y sobre todo mantener una higiene adecuada de los pies, lavándolos y secándolos bien a diario”.
Escoger un calzado adecuado
Escoger el calzado adecuado para nuestro tipo de pie es imprescindible durante todo el año pero especialmente en verano. De hecho, estudios como este de la Universidad de A Coruña revelan que incluso escoger un tamaño de calzado inadecuado tiene un impacto negativo en la calidad de vida, sobre todo en personas mayores.
Esta elección es totalmente individual, ya que el zapato idóneo para cada uno de nosotros dependerá de diversos factores personales: la actividad diaria y el trabajo o nuestra biomecánica.
Aun así, con el aumento de la temperatura durante el verano será muy importante tener en cuenta varios factores: “Escoger zapatos que favorezcan la transpiración de humedad y usar calcetines de calidad”, explica Cupillar.
Si usamos sandalias, chancletas o cualquier zapato de este estilo siempre debemos tener en cuenta un factor fundamental: “Recordar que no suelen ser aptas para caminar y otras situaciones, ya que la mayoría no están hechas de buenos materiales y apenas tienen suela”, dice el podólogo.
Cuidado con los hongos
Los hongos también son un clásico del verano en nuestros pies: suelen estar relacionados con el mal olor, pueden llegar a provocarnos dolor en los pies y son bastante contagiosos, sobre todo en esta época debido a que frecuentamos con mayor asiduidad lugares húmedos como las duchas públicas de las piscinas, gimnasios y otros establecimientos.
Existen varios tipos de hongos, pero los más comunes son la onicomicosis u hongos en las uñas o la tiña pedis, que suele darse en las plantas de los pies. Esta última, también conocida como pie de atleta, es tan común que estudios como el publicado en Critical Reviews in Microbiology afirman que aproximadamente un tercio de los habitantes de Centroeuropa la ha sufrido en alguna ocasión.
Como apunta el podólogo, “esta enfermedad suele ir acompañada de mal olor, grietas entre los dedos y descamación”. El tratamiento será pautado por un profesional de manera específica para cada caso, “ya sea con pomadas o lacas ungueales o incluso medicación tópica u oral si es necesario”.
Para evitar los hongos debemos seguir varios consejos: “Secarnos bien los pies antes de ponernos nuestro calzado, evitando que se quede humedad en su interior; usar buenos tejidos en nuestros calcetines; y evitar aquellos lugares públicos en los que la mayoría de la gente va descalza o, si no es posible, hacerlo siempre con chancletas”, dice Cupillar.
Rozaduras
Las rozaduras son muy comunes en verano debido al roce con los zapatos que aumenta con el calor y el sudor. Aunque existen algunas formas de ablandar nuestras sandalias y así conseguir evitarlas, también hay otros aspectos que podemos tener en cuenta para conseguirlo.
Por ejemplo, Cupillar recomienda “evitar costuras internas del calzado, ya sea cerrado o abierto; no usar sandalias ni zapato a estrenar para largas caminatas; hidratar los pies adecuadamente o incluso proteger la posible zona de la rozadura antes de calzarse”.
Si ya es demasiado tarde y queremos curarlas, el podólogo recomienda “lavar y secar bien la zona y curarla con antisépticos como clorhexidina (cristalmina) o povidona yodada, así como tapar la herida con gasas antiadherentes y cubrirla con esparadrapo de papel para que transpire mejor”.
Otras precauciones para cuidar los pies en verano
Respecto a las uñas, Cupillar recalca que el cuidado es el mismo en todas las estaciones del año: “Un buen corte, preferiblemente recto, e ir controlando en casa cualquier síntoma o alteración, sobre todo teniendo en cuenta que los hongos en las uñas son uno de los motivos más frecuentes de consulta, sobre todo en verano”.
Otro de los factores que no debemos olvidar es aplicar crema solar también en nuestros pies. Esto es importante porque “la piel de los pies está menos preparada al sol, ya que la mayoría del año se encuentra cubierta y con poca exposición”, recalca.
También deben tener especial cuidado aquellas personas que sufren diabetes mellitus, pues “para ellos cualquier herida o alteración puede suponer un grave riesgo de cicatrización y curación, todavía más teniendo en cuenta que las caídas aumentan notablemente en verano, ya que el calzado es más suelto y menos estable”.