Una patita el teclado, un gato que se sienta delante ¡o encima! del ordenador. O un minino que aprovecha que estás en casa para pedirte juego o comida a todas horas. Muchos humanos y sus mininos están en mitad de un cambio de vida drástico. Los primeros improvisan una oficina en la cocina o en el sofá para trabajar desde casa mientras dure el confinamiento.
Para los felinos tampoco es sencillo: aunque tu gato esté encantado con todas las atenciones adicionales que recibe al tenerte en casa, es probable que le hayas usurpado sin saberlo su trono real en el sofá. Que tus videollamadas por Zoom interrumpan una de sus muchas sagradas siestas. O que la ventana donde has colocado la mesa para tu ordenador fuese su puesto de avistamiento de aves preferido.
Que no cunda el pánico: puedes firmar una tregua con tu nuevo compañero peludo de oficina. Recuerda que es un gato y, como tal, no solo puede contagiarse de tu estrés, sino que además es muy probable que tu gato esté estresado por el cambio repentinotu gato esté estresado por el cambio repentino que implica tener a su familia humana todo el día en casa.
Por eso, lo más importante es que intentes mantener sus rutinas tanto como sea posible: respeta sus horas de comida y juegos, así como tus hábitos normales durante la mañana o la noche. Esto le ayudará a percibir su entorno de un modo más predecible. Además (si puedes) asegúrate de que dispones tu nueva oficina en un lugar donde tu felino no pase demasiado tiempo.
Si tienes suerte, apenas se dará cuenta de que estás en casa y dejará de editar tus informes con su particular deletreo. Claro que esta estrategia solo funcionará hasta que te apetezca un café o necesites ir al baño: tu amigo gatuno acaba de localizarte, y se ha dado cuenta de que llevas mucho sin hacerle caso. Y necesitas otros trucos gatunos más efectivos. Purrr.
Primera prueba: ignora sus encantos peludos
La estrategia lógica de tu minino será saltar sobre la mesa o encima de tu ordenador, ponerte esa carita tan irresistible y maullar en tu oído con insistencia para recordarte que lo adores o que tiene hambre, y, por tanto, que necesita un piscolabis. Peor aún: tu amigo se frotará con fuerza por tus piernas o te hará la croqueta sin dejar de ronronear. ¡Con lo que te gusta que lo haga! ¡Cómo no lo vas a mirar!
Pero sé fuerte. Bromas aparte, recuerda que tu minino es un Felis silvestris catus: un estratega oportunista que adapta su dieta al entorno. Y tenerte en casa es una ocasión excelente para lograr un bocado sabroso cuando le venga en gana. Lo más probable es que tu felino no esté muerto de hambre, e ignorarlo no será un acto de rechazo ni una muestra de que no lo quieres. Respira hondo y mantente firme. Concéntrate en tu pantalla, no le digas nada y finge que no lo ves ni escuchas. Bien hecho. Has superado la peliprueba.
Antiestrés gatuno
Un gran antídoto antiestrés gatuno, que además mantendrá a tu querido gatete alejado del teclado, es el juego interactivo. Usa un palito con una cuerda y una pluma anudada a su extremo (como si fuera una caña de pescar). Si no tienes un juguete así en casa, puedes construirlos tú anudando un peluche pequeño y blandito al extremo del cordel o, más sencillo, una goma del pelo o un coletero. Pero para que funcione, debes plantear el juego con cabeza. La clave: tienes que involucrarte.
Estos juguetes ni son seguros ni divertidos para el gato si tú no los supervisas. Al contrario, muévelo como si fuese un ratón, un pájaro o algún insecto. Planifica un rato de diversión con tu minino antes de que empiece tu jornada de teletrabajo. Después, dale un pequeño aperitivo. Acabas de hacer magia: el ejercicio combinado con comida ayudará a tu gatete a tranquilizarse y a echarse otra siesta. Y tú tendrás tiempo para contestar esa lista de emails que inunda tu bandeja de entrada.
Cuando nada de esto funciona…
Si tu gatete resiste y sigue empeñado en ayudarte a redactar tus emails, ríndete un rato. Es hora de unirte a tu pequeño y adorable piquete peludo. Pero ofrécele una alternativa mejor que tu teclado: por ejemplo, una cama calefactora (si tienes una en casa), un lugar elevado desde el que observarte (sirve una torre con rascador o un mueble) o una silla superapetecible con una mantita de lana o un cojín muy acolchado encima.
Ponla a tu lado, en lugar de intentar colocarla en un lugar apartado. Y dale premios, caricias y felicítalo por usar su nuevo sitio perfecto. Tu gatito ha decidido que te quiere cerca, y tú, a estas alturas (como era previsible), ya te has rendido a sus encantos. Si tu minino es inagotable y solo quiere jugar, lánzale de vez en cuando su juguete preferido. Pero lejos de tu oficina improvisada.
Con suerte, le tendrás un rato entretenido. Los juguetes mecánicos, que se mueven solos, también pueden tenerlo un rato distraído. Y esparce algunas bolitas de comida o premios por el suelo, o escóndelas en puzzles de comida o diferentes sitios, como cajas de cartón: a los gatos les chiflan. [Hace unos días te contamos cómo hacer juguetes de comida para gatos con rollos de papel higiénico].
No te olvides de hacer descansos. Y aprovecha estas pausas para acariciar a tu compañero peludo de oficina. Recuerda que tu gato está tan extrañado como tú con esta situación. Disfruta de la oportunidad de pasar más tiempo con tu amigo, y ten paciencia: todos nos esforzamos por adaptarnos a esta vida un poco más estrujada de lo habitual. También tu gatete. Suerte a todos y a todas.
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