La cocina es una de las estancias del hogar donde más suciedad y grasa tienden a acumularse. La nevera, el horno, el microondas, la campana extractora y, por supuesto, la placa donde cocinamos son los electrodomésticos que más se manchan, y en los que tenemos que concentrar más nuestra atención para evitar que esa suciedad termine incrustada y a la larga sea más difícil terminar con ella.
No hay que perder de vista, además, que los restos de alimentos, aceite y otros líquidos que pueden terminar vertidos en la cocina pueden ser un foco de basterias e infección. Mantener las áreas donde manipulamos la comida limpias no es solo cuestión de estética, es también muy importante para garantizar las condiciones óptimas a la hora de cocinar sin que pueda suponer un riesgo para nuestra salud.
Tipos de cocinas
Aunque en las cocinas profesionales la reina sigue siendo la cocina de gas, con sus fogones de fuego, en muchos hogares se opta ya por la vitrocerámica o las placas de inducción. Cada sistema tiene sus pros y sus contras:
- Los cocineros prefieren los fogones de gas porque con la llama de fuego es más sencillo controlar todo el proceso de cocción de principio a fin y se puede garantizar desde el primer momento la máxima potencia. Este es, además, el método más económico. Aunque cada vez hay más sistemas de seguridad, son algo más peligrosas y hay que estar pendiente de no dejarse el gas encendido. Estas cocinas son las más sucias y las que más cuestan de limpiar.
- La vitrocerámica surgió a finales de los 90. Cuentan con unas resistencias eléctricas situadas debajo del cristal que al calentarse nos permiten cocinar. Son prácticas y mucho más sencillas de limpiar que las de gas.
- La inducción es la tecnología más innovadora del mercado. Es todavía más fácil de limpiar que la vitro, se calientan más rápido y es más fácil controlar la temperatura. El incoveniente es que no todas las sartenes, ollas y cazos son aptas para este sistema; así que si tu batería de cocina no es compatible y tienes inducción tendrás que renovar también los utensilios para cocinar.
Ahora que hemos repasado los distintos tipos de cocinas que podemos encontrar en el mercado y sus pros y contras, vamos a darte una serie de trucos para mantener limpia tu cocina de vitrocerámica. Como para cualquier otra zona de la casa, hay productos específicos muy eficaces para su limpieza diaria pero vamos a darte una serie de trucos caseros que también son infalibles.
Lo primero que tienes que saber es que la vitrocerámica al ser de cristal es bastante delicada y no vale cualquier estropajo para limpiarla. Si usas uno de los verdes o los metálicos es probable que consigas limpiar los restos de suciedad, pero dejando totalmente rayada su superficie. De hecho, lo mejor para limpiar la vitrocerámica son las esponjas, o bien trapos especiales para esta zona de la cocina, junto con las rasquetas que sirven para eliminar restos de comida y quemaduras.
Cómo limpiar nuestras placas de vitrocerámica
Y por otra parte, mantener una limpieza de forma constante es una de las principales claves para no verte después con una placa llena de suciedad, de restos de alimentos quemados o la típica mancha blanca que tanto afea nuestras vitrocerámicas. Parece obvio, pero además en el caso de la cocina es más importante si cabe que la limpieza no se nos vaya de las manos. Ahora sí, unos cuantos trucos:
- Si quieres eliminar manchas quemadas de la vitrocerámica, una fórmula muy eficaz es usar una mezcla de bicarbonato de sodio y agua junto a vinagre. Con la pasta de bicarbonato y agua iremos cubriendo la vitrocerámica. Una vez hecho, vamos a rociar con vinagre de limpieza toda la placa. Ahora, lo dejaremos actuar todo durante un rato unos minutos para que actúe. Con una esponja iremos eliminando la mezcla junto con los restos de suciedad.
- Si lo que quieres es eliminar las manchas blancas que aparecen a veces en la vitrocéramica, lo que puedes hacer es utilizar una solución de vinagre y agua que se aplicará sobre cada una de las manchas. Pasados unos cinco minutos, se retira la mezcla y se frota suavemente con una bayeta para superficies delicadas. Además de eliminar las manchas, el vinagre es perfecto para darle brillo.
- Si la vitrocerámica está muy sucia, no quedará más remedio que utilizar la rasqueta aplicando presión y realizando movimientos de arriba a abajo. Para que el proceso sea más efectivo vamos a utilizar pasta de dientes, alcohol de limpieza y vinagre. Primero cubrimos la superficie con vinagre blanco y pasamos la rasqueta después de unos minutos. Seguidamente pasamos de nuevo una bayeta con vinagre y secamos con papel de cocina. Después extenderemos en las zonas más sucias o quemadas la pasta de dientes y frotaremos con una bayeta haciendo movimientos circulares. Si es necesario, volveremos a utilizar la rasqueta. Para terminar, pasaremos la bayeta con alcohol de limpieza diluido en agua.
Por supuesto, siempre hay que esperar a que las placas de vitrocerámica estén apagadas y totalmente frías para proceder a su limpieza para evitar accidentes caseros. Solo hay dos casos en los que podemos saltarnos esta regla: si se nos ha derramado un líquido o si se ha pegado papel de aluminio o plástico, ya que si no lo limpiamos de inmediato luego puede ser muy complicado.
En este caso lo que haremos será cubrir la mancha con jabón y -ahora sí- esperar a que se enfríe para eliminar los restos con una rasqueta.