“¿Cómo podría ayudar a mi hija a cambiar su alimentación basada en ultraprocesados?”

Cómo limitar el consumo de ultraprocesados en niños.

Darío Pescador

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¿Como podría ayudar a mi hija a cambiar su alimentación basada en ultraprocesados?

Rosa lectora de elDiario.es

¿Qué comen los niños? Muchos adultos muestran una preocupación creciente por comer sano, aumentar el consumo de verduras, tomar alimentos reforzados con proteínas, evitar los azúcares y el exceso de grasas. Según datos de la consultora NPD, ocho de cada diez españoles están preocupados por seguir una alimentación saludable. 

Estas cifras no parecen tener un reflejo en la alimentación de los más pequeños. Según el estudio EsNuPI (Estudio Nutricional en Población Infantil Española), los niños españoles consumen alimentos englobados en el grupo de “hipercalóricos y apetitosos”, con un consumo alto de azúcares y grasas, como bollería, repostería, alimentos precocinados o aperitivos. 

Menú infantil, menú adulto

Hay varios factores que pueden explicar esta discrepancia. Por un lado, los alimentos ultraprocesados y la comida rápida están por todas partes. Según un estudio de la Universidad de Sao Paulo, en España el 20,3% de los alimentos que se consumen son ultraprocesados. Esto nos convierte en el segundo país mediterráneo con mayor consumo después de Malta (con un 27,6%). La cifra es preocupante, pero no llega a los extremos de Estados Unidos, donde el 70% del consumo corresponde a estos alimentos.

Además, la publicidad de estos productos a menudo se dirige a los niños. Según un informe de Gasol Foundation, ocho de de cada diez niños, niñas y adolescentes declaran estar expuestos a publicidad de alimentos y bebidas no saludables. En el caso de las bebidas energéticas, con un alto contenido de azúcar y cafeína, la exposición a la publicidad hace que el consumo entre los niños sea un 19% mayor, mientras que para la comida rápida y los aperitivos salados el incremento es del 13% y el 17% respectivamente. 

También existe la creencia errónea de que los niños y niñas necesitan un mayor aporte de azúcar en su dieta o que estos alimentos no les resultan perjudiciales como en el caso de los adultos. Según apunta la nutricionista Irene Villalón, del Centro Cristina Andrades de psicología, pedagogía y nutrición, “los niños tienen necesidades nutricionales y energéticas que van cambiando a lo largo de su desarrollo y pueden tener una mayor demanda energética en distintos periodos de su crecimiento. Esto contribuye a esa creencia de que pueden necesitar más azúcar. Además, la preferencia innata de los niños por el dulce puede hacer que demanden más estos productos. Pero es importante cubrir esas necesidades con alimentos de alta calidad nutricional”.

Existe la creencia errónea de que los niños y niñas necesitan un mayor aporte de azúcar en su dieta o que estos alimentos no les resultan perjudiciales como en el caso de los adultos

¿Qué se come en casa?

El entorno familiar es donde los menores aprenden a comer y se acostumbran a la dieta de sus padres. Si estos consumen y compran alimentos ultraprocesados y poco saludables, las posibilidades de que sus hijos los consuman son más elevadas. Para Villalón, “claramente el entorno alimentario influye. La base es la alimentación del núcleo familiar y del entorno cercano, donde los hábitos alimentarios y de vida sano deben establecerse a través del ejemplo”. 

El hogar no es el único entorno que influye en la dieta de los menores. La escuela y los amigos también lo hacen, pero según Villalón, con menos intensidad: “En el colegio o con amigos no estará tan en nuestra mano incidir sobre los alimentos que consumen, pero si en casa de base hay unos hábitos saludables, la influencia del entorno no será tan importante, especialmente en los hábitos de ese niño cuando sea adulto”.

La retrospectiva es una mala amiga. Es obvio que cuanto antes empieces a dar a tus hijos alimentos integrales, mejor, pero ¿y si están acostumbrados a una dieta llena de alimentos procesados y azucarados? ¿Por dónde empezar a cambiar a una dieta integral?

¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos en la infancia y adolescencia a que consuman alimentos frescos más saludables? La tentación es imponer límites o restricciones, sin embargo estas medidas no suelen ser efectivas y pueden tener el efecto contrario. Estas son algunas pautas para que los padres puedan ayudar mejorar la calidad de la dieta de los más pequeños:

Introducir los cambios poco a poco

Los niños suelen resistirse a los cambios, sobre todo si no son idea suya. Para la mayoría de los niños, lo mejor es introducir cambios graduales en su dieta. Según Irene Villalón, “es importante la promoción de un estilo de vida y unos hábitos sanos desde el inicio. Si nos planteamos hacer cambios en la alimentación en niños o en adolescentes, hay que hacerlo de forma progresiva. No de manera brusca ni imponiendo restricciones”.

Por ejemplo, en lugar de cambiar bruscamente sus queridos cereales del desayuno azucarados por copos de avena, se pueden añadir progresivamente frutos secos, semillas o fruta.

En el colegio o con amigos no estará en nuestra mano incidir sobre los alimentos que consumen, pero si en casa de base hay unos hábitos saludables, la influencia del entorno no será tan importante, especialmente en los hábitos de ese niño cuando sea adulto

Irene Villalón nutricionista del Centro Cristina Andrades

Ofrecer en lugar de restringir

A medida que los niños crecen, toman conciencia de su entorno y comienzan a pedir lo que ven a sus padres comer en casa o lo que comen otros niños y adultos, explica Villalón. “Por ejemplo, si en casa consumimos algunas galletas y el pequeño nos ve comerlas y nos pide, prohibirle comerlas puede aumentar su interés por ellas. Si dejamos de comprarlas para que no las coma en casa, probablemente las vea fuera y las quiera igualmente. La prohibición no va a evitar que coma ese alimento, y puede generar un consumo más ansioso”. 

La solución para Villalón es añadir al entorno de los menores alternativas saludables. “El consejo que suelo dar en estos casos es que tengamos en casa una mayor cantidad de alimentos nutritivos (fruta, lácteos, frutos secos) y demos espacio, con normalidad, pero en una frecuencia más baja, a productos como dulces, que a su vez podemos intentar que sean de la mejor calidad posible. Que un niño coma algún dulce o ultraprocesado en el marco de una alimentación sana disminuye los perjuicios para la salud que pueda tener”. 

No demonizar

Los adolescentes o preadolescentes pueden tener ya como costumbre un consumo alto de alimentos ultraprocesados y poco saludables. En estos casos se trata de un cambio de hábitos más que la instauración de hábitos saludables desde la infancia. Existe la tentación de intentar convencer a los menores de los perjuicios de estos alimentos diciéndoles que no son sanos o engordan, pero esto puede llevar a fomentar una relación poco saludable con la comida o incluso trastornos alimentarios, que presentan un mayor riesgo en estas edades. 

“Es importante en estas edades no focalizar los cambios en la alimentación en relación al peso”, explica Villalón. “Esto puede generar asociaciones negativas y creencias dañinas como 'no puedo comer dulce porque engorda' o 'tengo que comer fruta porque tengo que adelgazar'. Por ello es esencial que el cambio venga desde la familia y no haciendo distinciones en función de la corporalidad del niño”.

Es importante en estas edades no focalizar los cambios en la alimentación en relación al peso

Irene Villalón nutricionista en el Centro Cristina Andrades

Involucrar a los niños en la gestión de la comida

Si los niños han participado en la obtención de los alimentos saludables, ya sea plantando hierbas aromáticas y cuidándolas, eligiendo las verduras en el mercado, cortando, mezclando, cocinando o sirviendo la comida, estarán más interesados en comerla. Esto incluye la elección de los menús, que en lugar de una imposición pueden convertirse en un proyecto familiar. 

Para Irene Villalón, los cambios positivos empiezan “centrando la atención en aumentar el consumo de alimentos nutritivos y no poniendo el foco en prohibir. Cuanto mayor sea el niño de forma más progresiva e incluso pactada deben hacerse dichos cambios”.

*Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

 

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