Automedicación

Dime cómo te automedicas y te diré de qué padeces

automedicate

Darío Pescador

23 de mayo de 2022 22:44 h

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La automedicación se entiende como tomar medicamentos sin consejo médico o receta, pero el concepto va mucho más allá, y no somos los únicos que lo hacemos. El pasado febrero se publicaron los resultados de un estudio sobre chimpancés, en el que explicaban cómo estos simios masticaban insectos y los aplicaban sobre las heridas. Los insectos tienen propiedades antisépticas y antinflamatorias. 

Del mismo modo los perros comen hierba para vomitar si tienen molestias de estómago o expulsar parásitos intestinales, los macacos y otros animales comen barro u hojas de plantas con el mismo propósito, y las elefantas embarazadas comen ciertas hierbas para inducir el parto. Los restos encontrados indican que los neandertales que habitaban la cueva de El Sidrón, en Asturias, hace 50.000 años tomaban aquilea y manzanilla con fines medicinales. Hoy en día tenemos médicos, recetas y también medicinas que podemos comprar libremente. 

Los cinco medicamentos sin receta más consumidos en España son los analgésicos como el paracetamol, la aspirina y el metamizol (Nolotil, que necesita receta pero es de consumo general), el antinflamatorio ibuprofeno y el omeprazol, un inhibidor de la bomba de protones que se usa (y se abusa de él) para la acidez estomacal.

Sin embargo, los humanos nos automedicamos de formas más sutiles y también más peligrosas.

La comida como automedicación

Varios estudios indican que muchos seres humanos podrían estar automedicándose para protegerse del estrés crónico. Según los investigadores, la “droga barata” que muchas personas emplean es la comida. Los alimentos con alto contenido de azúcar y grasa (la mayor parte de los ultraprocesados) tienen el efecto de bajar los niveles de cortisol temporalmente. Esto explica la comida emocional por el estrés.

Ya se había comprobado antes que el estrés crónico y los niveles elevados de cortisol inducían a las ratas de laboratorio a abandonar su pienso habitual y empezar a comer golosinas. Esto, a su vez, provocaba un cambio en el almacenamiento de grasa, y empezaban a acumular grasa abdominal. 

Cuando el mismo equipo de investigadores estudió a 59 mujeres sanas, aquellas que tenían mayores niveles de estrés vital crónico, tener más grasa abdominal hacía que su respuesta de cortisol no fuera tan alta en respuesta al estrés agudo. 

Esto tiene cierto sentido desde el punto de vista evolutivo. Para protegernos del estrés continuado (poca comida, climatología adversa), el cuerpo almacena grasa como reserva de energía y se reduce la sensibilidad al cortisol. Pero, si en lugar de una hambruna es ese informe que tienes que presentar la semana que viene, esta forma de automedicación resulta muy perjudicial.

Automedicar los trastornos mentales

No todo lo que pones en tu cuerpo es comida. Una gran mayoría de humanos beben alcohol, fuman tabaco, y toman café de forma habitual. Un porcentaje menor abusa de drogas como los opiáceos, la heroína, cocaína, anfetaminas o cannabis, que en general son o bien estimulantes o bien calmantes. 

La hipótesis de la automedicación, formulada en 1985, propone que las personas consumen estas sustancias como respuesta a algún tipo de trastorno mental. En concreto, se planteó que los narcóticos como la heroína ayudaban a personas con tendencia a la violencia, y que en general también habían sufrido violencia, a sentirse calmadas y normales. 

En el caso de la adicción a la cocaína, las personas con adicción a droga la estaban usando para combatir los síntomas de la depresión crónica, la baja autoestima, la ansiedad social y, en ocasiones, el trastorno de déficit de atención o el trastorno bipolar. 

La teoría sugiere que las personas buscan sustancias que alivien sus síntomas de la forma más eficaz. Por desgracia, estas mismas drogas también pueden empeorar la situación. El alcohol tiene propiedades anestésicas y se usa para compensar la ansiedad y el dolor emocional a las personas que han sufrido traumas, pero al mismo tiempo tiene efectos depresivos. La nicotina parece ayudar a concentrarse a las personas con TDAH, pero empeora los síntomas de hiperactividad y se incrementa el riesgo de adicción. Las personas con estrés postraumático consumen más alcohol y tabaco, pero esto empeora su salud mental.

La cafeína es otro estimulante que también puede compensar el TDAH pero en exceso afecta al sueño. La marihuana se utiliza para automedicar la depresión, pero los efectos no están tan claros. En dosis moderadas, puede resultar beneficiosa e incluso se contempla como tratamiento, mientras que en dosis altas puede empeorar los síntomas. 

Todos podemos caer en la automedicación con comida, drogas sociales y otras sustancias, pero hay que tener en cuenta que solo ofrecen un alivio a corto plazo y pueden ser muy perjudiciales. La depresión, ansiedad, los traumas y otros trastornos necesitan mejores cuidados que un alivio pasajero. 

¿En qué se basa todo esto?

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