Fuerza histérica: el poder de la mente que te convierte en un superhéroe
En 2006, en Tucson (Arizona) un hombre normal y corriente llamado Tim Boyle vio cómo un Chevrolet Camaro atropellaba a un ciclista, que quedaba atrapado bajo las ruedas. Corrió hacia el lugar del suceso y levantó el automóvil el tiempo suficiente para que su conductor sacara a la víctima de debajo. El mismo año, Lydia Angyiou en Quebec vio cómo un oso polar cargaba contra su hijo que estaba jugando al hockey. Esta mujer se lanzó sobre el oso y peleó con él el tiempo suficiente para que un vecino abatiera al animal. Hay docenas de casos como estos, en los que personas aparentemente normales hacen demostraciones de fuerza increíbles en una situación extrema.
Es un fenómeno controvertido, ya que las pruebas no son concluyentes, hay muchas leyendas urbanas, y muy pocos estudios al respecto, por el motivo evidente de que para comprobarlo, hay que poner a las personas en peligro de muerte. Una de las teorías al respecto es que en nuestra vida diaria no usamos más que el 65% de la capacidad de nuestros músculos para producir fuerza, ya que el riesgo de lesiones sería demasiado alto si pudiéramos llegar conscientemente al máximo. El doctor Zatsiorsky de la Universidad de Pennsylvania es uno de los estudiosos de este fenómeno y calcula que los levantadores de pesas consiguen con su entrenamiento llegar al 80%.
La teoría tradicional es que para estar más fuertes hay que tener músculos más grandes. Por supuesto, cuanto mayor es el tamaño de los músculos, en concreto su sección transversal, mayor es la capacidad para ejercer fuerza. Sin embargo, no es el único componente. El otro factor se llama tensión específica, es decir, la cantidad de fuerza que puede ejercer una sola fibra muscular. Esto depende del tipo de fibra muscular, pero se ha visto que, en mucha mayor medida, de la intensidad de la señal nerviosa que llega al músculo.
En un experimento en el que se puso a los participantes, hombres y mujeres, a entrenar con pesas, consiguieron duplicar e incluso triplicar la cantidad de peso que levantaban en solo cuatro semanas. Sin embargo, sus músculos no se habían hecho el doble de grandes. Ni la sección de sus músculos había aumentado, ni tampoco había cambiado el tipo de fibra muscular de forma significativa.
El incremento en la intensidad de la señal nerviosa se une a la descarga de adrenalina en una situación de peligro, que hace que los músculos dispongan de mayor energía de la glucosa. Pero este proceso tarda unos minutos en actuar. Parece ser que es la noradrenalina la que actúa en cuestión de segundos sobre los nervios que llegan a los músculos, amplificando su señal. Otro experimento fue aún más revelador. Sin hacer entrenamiento de ningún tipo, se hizo que los participantes imaginaran hacer un esfuerzo apretando con la mano. Los músculos no se activaban al hacer este ejercicio mental, y sin embargo su fuerza aumentó en un 22%.
Una prueba de la capacidad de estas señales eléctricas para estimular los músculos se da en los accidentes por electrocución con corriente continua. Es frecuente que al recibir el shock eléctrico, las víctimas salgan proyectadas con gran fuerza y los daños por la caída sean incluso peores que por el calambrazo. No es que la electricidad los empuje, sino que sus músculos se contraen violentamente haciéndolos saltar . Por tanto, parece que en situaciones de peligro extremo el cerebro quita el freno y estimula a los músculos al límite de su resistencia, lo cual con frecuencia produce lesiones musculares.
Pero no se trata de superpoderes, y por supuesto hay un límite. Las leyendas de madres levantando coches para salvar a bebés son seguramente exageraciones. Levantar coches es algo que los competidores de Strongman hacen de forma rutinaria. Estos atletas pueden levantar una barra del suelo con 400 kilos (peso muerto) y según los cálculos, para levantar un coche de tamaño medio, contando con la fuerza de palanca, sería necesario ejercer una fuerza equivalente a 200 kilos. Según Zatsiorsky, una mujer capaz de levantar 50 kilos del suelo puede llegar a levantar 70 en una situación extrema, lo cual ya es increíble, pero no se convierte en el increíble Hulk.
Tom Boyle hacía pesas como aficionado, aunque nunca había levantado tanto peso. Ese día sus neuronas le dieron el empujón que necesitaba para salvar una vida.