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Cómo funcionan (o no) los sonidos binaurales en nuestro cerebro

Darío Pescador

26 de abril de 2023 22:26 h

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Afinar un instrumento musical, como por ejemplo una guitarra, puede ser complicado para muchas personas, pero los músicos y afinadores que lo hacen manualmente utilizan para esta tarea un truco basado en la física. Cuando la cuerda de la guitarra suena con una frecuencia muy cercana a la buscada (tomando como referencia otra cuerda en la misma nota, o un diapasón), se empiezan a escuchar unos “batidos”, un cambio rítmico en el volumen de la nota. 

Este fenómeno se conoce como batimiento o pulsación. Cuando las dos ondas están muy cercanas pero no coinciden, sus crestas y valles se anulan a intervalos fijos. Escuchamos una sola nota, pero es como si alguien estuviera poniendo y quitando la mano en el altavoz. A medida que las ondas se acercan en frecuencia, estas pulsaciones se hacen más lentas, hasta que desaparecen, y entonces esa cuerda está afinada. 

¿Qué tiene esto que ver con la salud? Aprovechando este fenómeno, se puede hacer coincidir la frecuencia de las pulsaciones con la de las ondas cerebrales, y es posible que esto ofrezca una serie de beneficios, desde la reducción del estrés hasta la mejora del rendimiento cognitivo.  

Los sonidos binaurales y las ondas cerebrales

Los sonidos binaurales (de “dos oídos”) se crean cuando dos frecuencias ligeramente diferentes se reproducen por separado en cada oído, normalmente a través de auriculares. Por ejemplo, si se reproduce una frecuencia de 440 Hz (pulsaciones por segundo) en el oído izquierdo y otra de 445 Hz en el derecho, el cerebro percibe una tercera frecuencia de 5 Hz (la diferencia entre las dos frecuencias). Los sonidos con frecuencias tan bajas no son perceptibles por el oído humano (empezamos a escuchar algo a partir de 20 Hz), y tampoco las pueden reproducir los altavoces o auriculares que usamos normalmente. Sin embargo, nuestro cerebro sí escucha la diferencia, esa tercera onda.

Aquí es donde hay que explicar las ondas cerebrales. Si ponemos electrodos en el cerebro (un electroencefalograma), podemos escuchar el zumbido producido por los miles de millones de neuronas que intercambian impulsos eléctricos entre sí. Pero esta cacofonía tiene ritmo. La actividad eléctrica de las neuronas forma ondas cerebrales, como las olas del mar. La frecuencia de estas ondas cerebrales es muy lenta, entre 0,5 y 42 pulsaciones por segundo. Dependiendo de si son más lentas o más rápidas, y el estado del cerebro en cada caso, se las agrupa en estos tipos:

  • Ondas delta (0,5-4 Hz): son las ondas cerebrales más lentas, asociadas con el sueño profundo, los procesos restaurativos y las funciones corporales inconscientes. Son más frecuentes durante las fases más profundas del sueño.
  • Ondas theta (4-8 Hz): estas ondas cerebrales se asocian con el sueño ligero, la relajación profunda, la ensoñación y las primeras fases del sueño. También están relacionadas con la creatividad, la intuición y algunos estados meditativos.
  • Ondas alfa (8-13 Hz): las ondas alfa están presentes durante la vigilia relajada, cuando la mente está tranquila y en calma. También se asocian a un estado de alerta mental que favorece el aprendizaje, la resolución de problemas y la creatividad.
  • Ondas beta (13-30 Hz): estas ondas cerebrales más rápidas se asocian con el pensamiento activo, la atención, la concentración y el estado de alerta. Son más frecuentes durante las horas de vigilia, cuando realizamos tareas cognitivas, resolvemos problemas o tomamos decisiones.
  • Ondas gamma (30-100 Hz): las ondas gamma, las más rápidas del cerebro, están relacionadas con el procesamiento cognitivo de alto nivel, la resolución de problemas complejos y el rendimiento mental máximo. También se asocian a estados de conciencia expandida y de mayor percepción.

Pero, ¿es posible cambiar la frecuencia de las ondas cerebrales usando sonidos? Como suele ocurrir con el cerebro, un órgano increíblemente complejo, la respuesta no es fácil. La teoría que se ha formulado se denomina “respuesta de seguimiento de frecuencia” o la idea de que el cerebro tiende a sincronizarse con la frecuencia de un estímulo interno. Esto se ha comprobado con luces parpadeantes, con el ritmo del habla, y también con música. No es descabellado pensar que puede también funcionar con las pulsaciones de los sonidos binaurales. 

Los efectos de las ondas binaurales en el cerebro

La siguiente pregunta es si realmente estos estímulos internos cambian la frecuencia de las ondas cerebrales: ¿este cambio en frecuencia también implica un cambio en el estado emocional o las capacidades cognitivas? Aquí es donde los científicos discrepan. Multitud de experimentos han observado estas mejoras, pero es difícil saber si realmente se deben a los efectos de las ondas binaurales o simplemente al efecto de escuchar sonidos que son relajantes. Según un análisis reciente de más de 30 estudios, tras la estimulación con sonidos binaurales se observan efectos moderados sobre la atención, la memoria, la ansiedad, el sueño y la percepción del dolor. Pero los tonos, frecuencias, duraciones y toma de datos son muy diversos y dificultan comparar unos resultados con otros. Estos son los principales beneficios de los tonos binaurales según estos resultados:

  • Memoria: la exposición a los sonidos binaurales puede afectar a la memoria, en concreto a la memoria verbal, es decir, la capacidad de recordar palabras que se escuchan. Lo curioso es que en los experimentos se ha comprobado que depende de la frecuencia. Las ondas beta (20 Hz) aumentaron la capacidad de recordar, pero las ondas theta (5 Hz, asociadas al sueño profundo) hicieron que los participantes recordaran menos palabras.
  • Anestesia: los sonidos binaurales se han utilizado junto con la anestesia en cirugía para reducir el dolor percibido y así poder reducir la dosis de anestésicos. En un experimento con personas que sufrían dolor crónico se emplearon ondas theta y se compararon con un placebo (unos sonidos que no eran binaurales), registrando una reducción del 77% del dolor percibido con los sonidos binaurales.  
  • Ansiedad: en un estudio aleatorizado y controlado (los de mayor calidad), en los pacientes de urgencias de un hospital se pudo ver que los sonidos binaurales reducían los niveles de ansiedad de los pacientes frente a quienes no los escuchaban. Además, en un estudio pequeño con ocho personas en 2007 se comprobó que escuchar sonidos binaurales delta reducía su ansiedad y mejoró su calidad de vida.  
  • Atención: los sonidos binaurales se han probado para tratar el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Los resultados son prometedores, pero no concluyentes, ya que el efecto era moderado. Los resultados son más robustos cuando se trata de personas sanas en las que se ha visto que las ondas alfa y beta mejoran la capacidad de concentrarse y prestar atención. 
  • Sueño: puesto que cuando dormimos nuestro cerebro cambia de frecuencia y pasa a ondas más lentas (alfa, theta y delta), cabría pensar que los sonidos binaurales son la mejor forma de mejorar el sueño. Sin embargo, los resultados son limitados, ya que hay pocos estudios. En un experimento con ondas de 3 Hz se observó una mejora en el sueño profundo.

A pesar de que estos efectos de los sonidos binaurales se conocen desde hace décadas, es necesario realizar estudios más amplios para llegar a un consenso sobre qué frecuencias usar, cómo administrarlas y en qué casos son más efectivos. Entretanto, puedes probar una de las múltiples aplicaciones y grabaciones que se encuentran disponibles en Internet y para tu teléfono inteligente. Eso sí, recuerda que para que funcione, es imprescindible usar auriculares.

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

¿En qué se basa todo esto?