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Una banda sonora para mejorar el día a día: cómo usar la música para adquirir nuevos hábitos

Cómo puede ayudarte la música a crear nuevos hábitos.

Darío Pescador

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Muchas personas afirman que no pueden vivir sin música. Podemos poner música para levantarnos de la cama, para ir al trabajo, para hacer deporte o para cocinar. En otras palabras, ponemos una banda sonora a nuestra vida, y por eso determinadas canciones tienen asociados recuerdos de momentos importantes en nuestra historia personal.

La música está tan ligada a la humanidad que muchos científicos sugieren que fue la base para el desarrollo del lenguaje en la evolución de nuestra especie. Tanto el lenguaje como la música tienen que ver con la capacidad de procesar patrones de sonidos y ritmos. Estas habilidades podrían haber ayudado a nuestro antepasados a sobrevivir, facilitando la cohesión del grupo, la transmisión de emociones y la coordinación.

La influencia de la música en distintos aspectos de nuestra vida humana se ha estudiado desde hace décadas, y los resultados nos dicen que, como seguramente sabes de forma intuitiva, la música puede influir en el estado de ánimo, la salud mental, el rendimiento cognitivo, el rendimiento deportivo y el aprendizaje. 

La música y el estado de ánimo

Es evidente que la música tiene la capacidad de evocar una amplia gama de emociones, desde la alegría hasta la tristeza, y estas respuestas emocionales están profundamente arraigadas en la neurobiología del cerebro. Distintas investigaciones han demostrado que escuchar música puede activar áreas del cerebro asociadas con el placer, como el núcleo accumbens, y la liberación de dopamina, un neurotransmisor clave en la sensación de recompensa y placer. Esto explica por qué ciertas canciones pueden hacernos sentir felices, eufóricos o nostálgicos.

Las películas utilizan eficazmente la música y distintos ritmos, armonías de notas, disonancias y niveles de volumen, para inducir emociones concretas, como el miedo, la tristeza o la alegría. Imagínate películas como Memorias de África o Titanic sin música. Probablemente, nadie lloraría.

Distintas investigaciones han demostrado que escuchar música puede activar áreas del cerebro asociadas con el placer, como el núcleo accumbens, y la liberación de dopamina, un neurotransmisor clave en la sensación de recompensa y placer

La música puede ayudar a reducir los niveles de cortisol, lo que reduce el estrés. La música en tono mayor (el tono 'alegre') y de ritmo rápido puede aumentar la sensación de optimismo y los niveles percibidos de energía. Las melodías lentas en tono menor (que suenan 'tristes') pueden inducir sentimientos de calma, nostalgia o tristeza, dependiendo del contexto emocional de la persona. Sin embargo, esto también tiene su valor. Escuchar una canción que nos provoque tristeza (por ejemplo, por la pérdida de un ser querido) puede ayudar a procesar esas emociones y regular nuestra respuesta. 

Música y salud mental

La musicoterapia ha sido reconocida como una herramienta efectiva para tratar una variedad de trastornos, como la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático, con resultados comparables a la psicoterapia, y especialmente cuando se combina con ella. También se ha comprobado que la música puede ayudar al tratamiento del dolor crónico

En gran parte se debe a, como se ha dicho antes, la capacidad de la música para provocar emociones, permitirnos experimentarlas de forma controlada y procesar así sentimientos difíciles. Además, la música también puede actuar como un ancla emocional, ayudando a las personas a conectar con recuerdos positivos o a regular su estado emocional en momentos de crisis. Esto se pudo comprobar en un estudio realizado en España durante la pandemia de COVID-19 en el que se comprobó que la música era la principal herramienta de las personas para combatir la soledad. 

Rendimiento cognitivo y música

¿Pensamos mejor con música? Seguramente hay opiniones enfrentadas y, en efecto, el impacto de la música en el rendimiento cognitivo es un tema de debate entre los científicos. ¿Ayuda a concentrarse o por el contrario distrae? 

En los primeros años de este siglo se puso de moda la teoría del “Efecto Mozart”, que proponía que escuchar música de este compositor durante 15 minutos mejoraba los resultados de las pruebas de cociente intelectual. Por desgracia, el efecto no existe, y ni Mozart ni otro compositor clásico tiene el poder de hacernos más inteligentes.

Sin embargo, estudios posteriores han demostrado que ciertos tipos de música, como la música repetitiva de fondo, pueden mejorar la concentración y la memoria a corto plazo, pero solo en ciertos tipos de personas. Se sabe que en general la música interfiere con las tareas cognitivas complicadas y mejora el rendimiento en las tareas sencillas, pero de nuevo depende de la música, de la tarea y de la persona.

Rendimiento deportivo y música

¿Alguna vez te has puesto la canción de Rocky para correr? La sincronización del ritmo de la música con el movimiento físico, conocida como sincronización musical, puede mejorar la eficiencia energética y la resistencia. 

Una investigación con distintos tempos de música encontró que la música de tempo rápido (140 bpm) hizo que mejorara el tiempo en los corredores. Por el contrario, la música de ritmo lento (100 bpm) facilitó una mejor recuperación tras el ejercicio. Los instructores de las clases de aeróbic, Zumba y similares utilizan la música de forma estratégica en las diferentes fases del ejercicio, ya sea para mejorar el rendimiento o para recuperarse más rápidamente.

La sincronización del ritmo de la música con el movimiento físico, conocida como sincronización musical, puede mejorar la eficiencia energética y la resistencia

La música también tiene un efecto en la percepción de la fatiga. En un experimento se midió a los atletas durante un entrenamiento de fuerza y se comprobó que la música retrasaba la aparición de la fatiga en los ejercicios, pero solo si se escuchaba música durante todo el ejercicio desde el principio.

Además, la música motivacional con letras inspiradoras o un ritmo rápido puede aumentar la excitación fisiológica, lo que se traduce en un aumento de la velocidad en una carrera. Eso sí, hay que dejar que cada uno elija su propia música. La canción motivadora para una persona puede ser insoportable para otra.

Aprendizaje y desarrollo cognitivo

El aprendizaje y la música están intrínsecamente conectados, especialmente en las primeras etapas del desarrollo cognitivo. Se sabe que exposición temprana de los niños a la música puede mejoras en habilidades lingüísticas, matemáticas y de razonamiento abstracto. Sin embargo, distintos estudios indican que la música no es el único factor. De nuevo, hacer que tu bebé escuche a Mozart no le hará más inteligente. 

La explicación de las mejoras es que la música es capaz de aumentar la neuroplasticidad, es decir, la habilidad del cerebro para remodelarse, crear conexiones y aprender nuevas habilidades. Por fortuna, esto no se limita a los niños. Diferentes estudios han encontrado que en las personas mayores, las experiencias musicales, tanto escuchar música como aprender a interpretarla, puede hacer que mejore su estado de ánimo, pero también se asocian a mayor volumen cerebral y mejoras en las funciones ejecutivas, la memoria, el procesamiento del lenguaje y las emociones.

Cómo utilizar la música para mejorar tu vida

La música es una herramienta poderosa que tiene la capacidad de influir en nuestro cerebro para bien, desde las emociones hasta el rendimiento cognitivo y físico. Estas son algunas de las formas en la que puede mejorar tu vida cotidiana:

  • Dale espacio a las emociones: en los días en los que te sientas con el ánimo bajo, canciones optimistas, como Happy de Pharrell Williams pueden ser la solución más evidente. Sin embargo, si estás pasando por una ruptura dolorosa, llorar mientras escuchas Someone Like You de Adele puede ayudar a procesar la tristeza.  
  • Encuentra el foco: dependiendo del tipo de trabajo que hagas, puede ser que la música te ayude, o que, por el contrario, necesites silencio. Para las tareas más complejas, la música instrumental, con temas repetitivos, como la que compone el grupo Explosions in the Sky puede ser una buena opción, pero debes encontrar la que te funciona a ti.  
  • Sigue el rito para andar, correr o hacer pesas: si sales a caminar, seguir un ritmo vivo puede aumentar los efectos positivos del ejercicio. Piensa en una canción de ritmo constante como Staying Alive de los Bee Gees. Para correr, sube el tempo: desde los 120 bpm de Don’t Stop Believin' de Journey hasta los 160 de Shake It Off de Taylor Swift. 

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

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