Es difícil que a alguien no le apasione Tailandia. La variedad de paisajes, los magníficos templos que le dan brillo, la naturaleza salvaje y apabullante, las curiosidades de su cultura y sus cultos, la comida, de la más picante del mundo y sabrosa hasta abotargarte los sentidos; la simpatía de la gente corriente... Sólo un truco para que no te amarguen las vacaciones: ignora a los conductores de 'tuk tuk' y a sus compinches.
1. Utiliza el transporte público
Los taxistas y conductores de 'tuk tuk' tienden a darte vueltas y a llevarte a destinos a los que no deseas ir, porque al pararte en tiendas y agencias de viajes privadas, se ganan una comisión, y cuentan además con compinches que te aseguran que los principales monumentos están cerrados y te aconsejan otros a desmano bastante carentes de interés. Puedes evitarlo.
Basta con moverte por Bangkok con el Skytrain BTS y el MRT, que cubre todos sus puntos cardinales a toda mecha. Y si no, ya llegan los autobuses públicos, así como los barcos que recorren el río Chao Praya parando en multitud de embarcaderos. Recuerda cederle el asiento a los monjes budistas, por respeto.
2. Prepárate psicológicamente para templos principales
Son apabullantes. De veras. Empezando por el área de Koh Rattanakosin, donde verás el templo más alucinante y brillante que puedas imaginar. En concreto, el Wat Pho o Wat Phra Chetuphon, contiene cantidad de edificios dorados y de estupas donde no falta ni una piedra del mosaico.
Verás estatuas de Budas, estatuillas enclavadas en jardincitos muy decorativos, estatuas gigantes de seres protectores con cara de malos, un hall impactante con un altar y un Buda dorados hasta dejarte ciega, pero no lo suficiente como para no apreciar los murales de las paredes.
Superlativo, casi tanto como el Buda reclinado, que mide 46 metros de largo y 15 de alto, por no hablar de los pies de nácar. Pasando un pequeño mercadillo, arribas al embarcadero de Tha Tien, donde te salta a los ojos otro templo divino al otro lado del río. En 1 minuto en barco, estás en la puerta del Wat Arun, en honor del dios del alba indio, Aruna.
3. Dedícale tiempo al Grand Palace
Atención: el ticket sólo se saca dentro del recinto amurallado del Grand Palace, cuyo Wat Phra Kaew es verdaderamente espectacular. No serás capaz de contar la cantidad de pabellones, torres, estupas o pasillos con pinturas en perfecto estado de conservación.
El brillo del oro y el colorido de las piedras que decoran cada dintel y esquina de los edificios refulge bajo el sol, pero también dentro del templo en el que se guarda el Buda Esmeralda. Puedes estar media hora admirando la belleza de su altar y sus esculturas, esculpidas con filigranas tan finas que están preservadas en urnas.
4. No descartes los palacios y templos raros
Los tailandeses dicen que el Marble Temple es de lo más original, pero la única diferencia es que está construido en mármol. Es bonito, de todos modos, con sus figuras de Buda encontradas en distintos lugares de Asia y su altar mayor. También recomiendan el templo de Ratchanatdaram y su Loha Prasat en el medio.
Es muy diferente de los demás templos y parece más un castillo austríaco, justo frente a la fortaleza de Pharakan. Otra visita diferente es el Vimanmek, una mansión que en su momento fue residencia real, con todos sus jardines con laguitos, halls de las reinas, princesas, hermanas del rey, hijas, etc.
5. Explora también los templos hinduistas
En Silom, el templo de Sri Maja Mariamman fue construido en 1879 por los hindúes. Es un templo de barrio, donde van sólo los oriundos a hacer sus ofrendas de plátanos que venden en la puerta a las figuras de sus Budas, les cuelgan flores, les rezan y tocan las túnicas con delicadeza y arrobo.
Y lo más curioso es que en muchas tiendas venden unos cubos (tipo basura) llenos de artículos como jabón, pasta de dientes, latas de conservas, zumos, café, leche condensada, bastoncillos de algodón, etc., para sus difuntos, por si necesitan limpiarse la cera de las orejas en el otro mundo, según explican los comerciantes.
6. Vigila dónde te haces los masajes
En Tailandia, casi todo hijo de vecino hace masajes por dondequiera que pisas. Pero claro, no le puedes exigir a cualquiera que te cobra un euro la calidad de un masaje de 20€. Intenta encontrar un spa decente, en un recinto cerrado, con cabinas privadas y bien decoradas, que no atiendan a 20 turistas de vez como si fueran ganado. Por 6€ ya puedes obtener un buen 'thai massage', que es en seco, con estiramientos y mucho hincapié en cada rinconcillo de los músculos.
7. No te pierdas las vistas de Bangkok desde las alturas
Por el día, el hotel Península, y al atardecer, el bar del piso 87 del Hotel Sofitel Silom, ofrecen una panorámica sensacional. Otra opción es Sukhumvit, la avenida de los rascacielos de los hoteles. En contraste, verás las casas y puestos de los tailandeses de a pie -así como de los árabes que tomaron este barrio como su coto particular- y, de repente, te encuentras rodeado de rollos de kebab y pastelitos de hojaldre.
Por la zona, un bar muy curioso es el Cheap Charlie, en una esquina de un callejón: decorado con todos los objetos que un pirata podría traer de recuerdo de sus viajes por el globo terráqueo. Y, con su onda social, el Cabbage and Condoms, un restaurante con un precioso y romántico jardín que destina sus beneficios a colectivos desfavorecidos.
8. Pégate a los tailandeses para comer en la calle
Los puestos de comida son la tónica en cualquier calle de la ciudad. No tengas miedo, pero sí cierta precaución. Como norma, limítate a los puestos en los que haya tailandeses y pregunta cuán picante es la comida, porque su tolerancia no es la del europeo medio.
A partir de ahí, en mercados como el de Na Phra Lan, a la salida del Grand Palace, encontrarás de todo tipo de comida: brochetas de cangrejo, de gambas, de carnes y de frutas; sopas de noodles, pad thais exquisitos, pato y pollo asado, pescados fritos enteros, insectos y dulces a mansalva.
De hecho, hay mercadillos sólo de dulces, postres y piscolabis. Cerca del lindo Lumphini Park, encontrarás el mercado nocturno de Suanlum, una explanada con stands donde puedes ir eligiendo todas las variedades que te tienten desde las fotos de sus carteles y llevártelas a las mesas y sillas para comértelas al aire libre mientras ves un espectáculo en directo.
9. Disfruta de sus mercadillos para todos los gustos
Chatuchak es el mercado más grande de Tailandia y del mundo, con 1,13 kilómetros de superficie, 15.000 puestos, y 200.000 visitantes o más por día, sábados y domingos en concreto. Puedes ir en el Skytrain. Si buscas ropa única y original, adéntrate en el área que está entrando a mano izquierda, en la acera de la izquierda, donde están todos los diseñadores independientes.
En el resto, encontrarás tantas malas imitaciones de marcas como en las siete plantas del MBK, el mayor supermercado de falsificaciones legal en Tailandia; o en Sala Daeng, o en la sórdida zona de Pat Pong.