Masturbación: cómo detectar si se está volviendo perjudicial para nuestra salud
La masturbación es una práctica con numerosos beneficios, más allá del placer del orgasmo: ayuda a dormir mejor, es un buen analgésico, refuerza el sistema cardiovascular, mejora el sistema inmunitario y hasta puede mejorar la sociabilidad, entre otros efectos positivos.
A diferencia de lo que muchas veces se cree, además, el onanismo no es una actividad exclusiva de las personas solteras. Y no hay nada malo en que alguien se brinde autosatisfacción aunque tenga pareja. Más bien todo lo contrario: puede ser beneficioso para la relación.
Mencionados sus aspectos positivos, surgen algunas preguntas: ¿cuántas veces se masturba la gente? ¿Existe una cantidad considerada “normal”? ¿Puede generar problemas masturbarse demasiado? A continuación, algunas respuestas.
Algunas cifras sobre la masturbación
En los últimos tiempos, varias encuestas intentaron determinar cuántas veces a la semana se masturban hombres y mujeres. Un portal británico consultó a un millar de personas de distintos países de Europa y de Estados Unidos en 2018, y concluyó que los hombres lo hacen cuatro veces por semana y las mujeres, la mitad: dos veces.
Por su parte, las mujeres que más placer sexual se brindan a sí mismas son las de entre 46 y 55 años, pues casi la mitad de ellas lo hacen a diario. Así lo reveló una encuesta realizada por la web de citas Victoria Milan, con datos de 8.000 mujeres de catorce países.
El mismo informe, publicado en 2019, también señaló que la mayoría de las mujeres de entre 36 y 45 años se masturban de tres a cinco veces semanales. Una cifra bastante más alta que entre las más jóvenes (de 18 a 24 años): solo el 13% lo hace todos los días.
Con respecto a los hombres, una encuesta reciente –realizada por la empresa Arcwave entre 3.500 hombres de catorce países, entre ellos España– apuntó que, de media, ellos lo hacen tres veces por semana.
Del placer a la compulsión
Entonces, ¿cuánto es masturbarse demasiado? Pues lo cierto es que no hay un número. No se trata de una estadística, sino de cómo se siente cada persona, de las sensaciones que experimenta ante la masturbación y qué lugar ocupa esta en su vida.
Cuando el deseo de darse autosatisfacción sexual comienza tornarse un impulso intenso y recurrente y gana cada vez más espacio en la vida cotidiana, es posible que exista o esté en desarrollo un trastorno psicológico llamado masturbación compulsiva o simplemente adicción a la masturbación.
Se trata de una de las llamadas adicciones de proceso, pues no responde a ninguna sustancia externa, sino al estado particular de euforia que la persona experimenta a partir de reacciones químicas producidas en su propio cerebro.
Señales de que me estoy volviendo adicto a la masturbación
¿Cuáles son las señales de una masturbación compulsiva? El psicólogo Antonio Gijón López, especializado en psicología y adicciones, enumera algunos de los síntomas más notorios, que además son similares a los de otras adicciones de esta clase:
- Necesidad de masturbarse. No se trata de un deseo que surge en situaciones puntuales de estimulación sexual o de otro tipo, sino una necesidad reiterada y cada vez más frecuente. Su práctica, además, comienza a disociarse del placer del orgasmo, y poco a poco se torna un método para disminuir los niveles de ansiedad.
- Síndrome de abstinencia. Si la persona no puede masturbarse, experimenta sensaciones de nerviosismo, malestar, irritabilidad y desasosiego. También pueden ocurrir otras manifestaciones físicas, como dolores de cabeza, falta o exceso de apetito, temblores e insomnio.
- Incremento en la conducta. La necesidad de masturbarse es cada vez mayor. La psicóloga María Villegas apunta que “a medida que la mente se acostumbra” a la liberación de oxitocina y otros químicos en el cerebro, producida durante el orgasmo, “busca recursos continuos para obtener dicha estimulación”.
- Alteración de otras actividades. Con el tiempo, la masturbación compulsiva afecta el resto de la vida cotidiana de la persona. Se resienten las prácticas sociales y la relación de pareja o la vida familiar. También aparecen sentimientos de culpa, descuido del aspecto físico y de la salud, y resulta afectada la autoestima.
Además, pueden producirse importantes problemas legales –por ejemplo, por masturbarse en lugares públicos– o laborales: según la citada encuesta de Arcwave, el 1% de los hombres se masturba en su lugar de trabajo. Debido a eso, esta adicción también equivale a una posible pérdida de empleo y riesgo de problemas económicos.
Finalmente cabe destacar la incapacidad para controlarlo. Incluso aunque la persona sea consciente del problema y sus eventuales consecuencias, no puede evitar seguir adelante con esta práctica. Es decir, se convierte en una obsesión.
Otras posibles consecuencias de la masturbación compulsiva
Además de las ya citadas, hay otras consecuencias negativas de la adicción a masturbarse. Una de las más importantes es que el objetivo de la estimulación pasa a ser el orgasmo ya no como una forma de placer, sino como un “desahogo” para calmar la ansiedad.
El resultado es que pueden resultar afectados los circuitos neurofisiológicos involucrados en la respuesta sexual. Esto podría llevar a la persona a tener problemas para sentir placer en encuentros íntimos con alguien más. Por lo tanto, podría preferir masturbarse antes que tener relaciones sexuales con otra persona.
También podría suceder que las personas que practiquen la masturbación compulsiva sufran lesiones en los genitales (el pene o la vulva) debido al exceso de estimulación.
Qué hacer si se detecta o se sospecha la adicción
Lo deseable, por supuesto, es detectar lo antes posible que se empieza a sufrir este problema, y evitar de esa manera las consecuencias más graves.
En este sentido, uno de los mayores inconvenientes –explica María Villegas– es que este tipo de problemas se tienden a “considerar como un vicio y no como un trastorno”. Por ello, a menudo quienes lo sufren tienden a minimizar los riesgos y a negar la necesidad de ayuda profesional.
Una posible medida para tratar de superar este problema, subraya la misma experta, consiste en ponerse metas cortas: no masturbarse durante un cierto número de horas, o no hacerlo más de una vez por día, por ejemplo, como un intento de empezar a controlarlo.
Si eso no funciona y el problema se sigue agravando, o ya sus consecuencias han alcanzado mayor gravedad, lo aconsejable es acudir a una terapia psicológica para iniciar un tratamiento contra esta adicción.
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