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Inhibición del deseo sexual: cuatro consejos para superarla

Foto: Ian MacKenzie

Cristian Vázquez

La falta de deseo es, en la actualidad, uno de los principales motivos de consulta a la hora de acudir a terapia sexual. ¿Por qué se produce? Las causas son variadas: desde la el estrés y la depresión, dos males muy comunes en nuestros tiempos, hasta las discusiones, las peleas o el simple aburrimiento en la relación de pareja, pasando por situaciones de cambios hormonales (menopausia, andropausia, embarazo), que generen dolor o malestar (como el uso de medicación) o problemas vinculados con la propia actividad sexual (dolor durante el coito, dificultad para alcanzar la erección o el orgasmo, etc.).

Por otra parte, no siempre es sencillo establecer cuándo se está ante un caso de inhibición del deseo sexual. El trastorno de deseo sexual hipoactivo se define como “deficiencia o ausencia de pensamientos o fantasías eróticas y de deseo para la actividad sexual”, de forma recurrente y que causa “marcada angustia o dificultad en el trato interpersonal”.

Sin embargo, como explica la sexóloga Diana Fernández, miembro de la Asociación Estatal de Profesionales de Sexología (AEPS), “las dificultades con el deseo erótico acostumbran aparecer en relación con el otro: es la diferencia en la frecuencia o en el modo de desear la que suele producir desajustes”. Es decir, a menudo no se trata de un problema de una persona en sí misma, sino de la falta de coincidencia con su pareja. Si uno de los miembros quiere tener relaciones sexuales muchas más veces que el otro, pueden surgir estos inconvenientes.

En ese sentido, Andrés López de la Llave, miembro de la junta directiva de laAsociación de Especialistas en Sexología(AES) y director del programa modular de Formación en Salud Sexual de la Universidad Nacional de Educación a Distancia(UNED), apunta que “es muy difícil definir qué es normal en cuanto a deseo sexual, porque cada uno es de una manera y las circunstancias ambientales y sociales en las que se ha educado y en las que vive, influyen a la hora de responder”.

Un dato positivo es que, como destaca la psicóloga y sexóloga Carmen Bermejo, la terapia tiene “muy buenos resultados en la mayoría de los casos”. De hecho, según un artículo de Francisco Cabello Santamaría, miembro del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología, con sede en Málaga, la eficacia de la terapia sexual es del 76 %.

Pero más allá de las consultas y los tratamientos con profesionales, existen algunas recomendaciones simples para combatir la inhibición del deseo, que se enumeran a continuación.

1. Tranquilidad

Como ya se ha mencionado, el estrés es uno de los mayores enemigos del deseo sexual. El estrés no es malo en sí mismo: desde un punto de vista biológico, es el conjunto de alteraciones que se producen en el organismo como respuesta física ante determinados estímulos y que en muchos casos son necesarios para la supervivencia. Cuando alguno de nuestros pasados homínidos se encontraba acechado por un león u otra fiera, el estado que hoy llamamos estrés lo ayudaba a escapar de la situación. Pero, como indica López de la Llave, “cuando alguien está perseguido por un león no tiene ganas de sexo, ni de nada que se le parezca”.

La vida moderna nos tiene a salvo de leones, pero las situaciones estresantes se dan ahora por otros motivos: trabajo, proyectos, problemas de dinero, de familia, etc. “El estrés es como si estuvieras en peligro de muerte. Pequeñito, pero peligro”, asegura el experto de la AES. Y en un contexto como ese, en el que “lo más importante es sobrevivir”, el deseo sexual queda muy relegado. Debido a eso, el consejo es “quitarse el estrés o por lo menos buscar momentos de relajación o de tranquilidad, momentos en que la persona se sienta segura para poder disfrutar de su cuerpo”. Te recomendamos: A mayor oferta tecnológica, menos sexo: ¿mito o realidad?.

2. Evitar el consumo de productos para aumentar el deseo

Para mucha gente, la primera solución que acude a su cabeza es tomar alcohol o drogas u otras sustancias. Pero los expertos lodesaconsejan. “El alcohol no aumenta el deseo. O puede aumentar el deseo, pero no la ejecución: la imposibilita”, detalla López de la Llave. En consecuencia, “lo que genera es una frustración, y a la larga va a ser mucho peor el remedio que el problema”. Por ello, para este experto no se debe recurrir al alcohol ni a drogas “ni a ningún otro tipo de sustancia de las que se llaman afrodisíacos. El mejor afrodisíaco es la salud”. Te recomendamos: Perfumes a base de feromonas: ¿ayudan a ligar más? y Diez mitos sobre el Viagra que quizás creías reales.

3. Cuidar la relación

El sexo es una parte importante de la relación de pareja, pero es solo una parte. Y, por lo general, cuando hay peleas, discusiones y mal rollo, las ganas de interactuar sexualmente con el otro disminuyeno se desvanecen. Es importante tenerlo presente a la hora de analizar las causas de la inhibición del deseo y las posibles medidas para solucionarlo. Te recomendamos: Sexo en pareja: ¿cuál es la ración semanal óptima?.

4. Crear intimidad y propiciar las fantasías

La sexóloga Bermejo puntualiza la importancia fomentar una buena relación de pareja y propiciar el deseo a través de distintas actividades: “Crear un clima de complicidad y confianza, las lecturas eróticas compartidas, los masajes sensuales de forma alternativa, dar un enfoque lúdico a la relación sexual, reírse juntos. Son elementos que ayudan a que el deseo fluya de forma más espontánea”. Y también propone “potenciar las fantasías sexuales compartidas”.

López de la Llave propone una medida específica: obligarse a pensar en sexo de vez en cuando. ¿Cómo hacerlo? “Ponte una alarma en el teléfono para que suene cada tres horas. Y, cuando suene, piensa en sexo, en tu pareja, en lo que vas a hacer esta tarde cuando llegues a casa, cómo vas a interaccionar con ella”, recomienda. Resulta curioso y hasta puede parecer exagerado, pero este especialista asegura que esta técnica da muy buenos resultados.

“Hace falta pensar. Para tener deseo hace falta que la cabeza, nuestra mente, a lo largo del día, se alimente de pensamientos que tienen que ver con el sexo”, insiste el profesional de la AES. “Si una persona que tiene bajo deseo sexual cada tres horas piensa en cosas de sexo, es más probable que por la tarde, cuando tiene la oportunidad de tener una interacción sexual, porque está con su pareja, pueda sentir deseo. Porque ya ha estado, de alguna manera, poniendo la semilla”.

No obstante, López de la Llave aclara que esta última es una técnica específica, que ayuda siempre y cuando se trabaja en torno a las normas más generales, mencionadas más arriba: relajarse para dejar a un lado los nervios y el estrés, no consumir en exceso alcohol o drogas y cuidar la relación y la intimidad. Y, más allá de todos estos consejos, la ayuda terapéutica siempre puede ser valiosa al momento de sobrellevar esta clase de situaciones.

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