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Del 1 al 12 de octubre

5 de octubre de 2024 21:49 h

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Ni el jefe del Estado, ni el presidente del Gobierno, ni siquiera el ministro de Asuntos Exteriores estuvieron presentes en el acto de toma de posesión de Claudia Sheinbaum como nueva presidenta de México que ha tenido lugar el pasado 1 de octubre.

Doy por supuesto que el lector está al tanto de la polémica que se ha desatado como consecuencia de que se cursó la invitación al presidente del Gobierno español y no al rey Felipe VI. En todo caso, aconsejaría la lectura del artículo del catedrático emérito de Filosofía del Derecho de la Universidad Pablo de Olavide en Público, '¿España debe pedir perdón a México? Respuestas negativas y réplicas'. Es el mejor análisis que he leído. No tengo nada que añadir a lo que él argumenta.

No es, por tanto, de la polémica de lo que me propongo escribir, sino de algo distinto, aunque relacionado con ella: del 12 de octubre como fiesta nacional. ¿Tiene sentido que a los once días de haberse producido la ausencia del Estado español en la toma de posesión de la presidenta de México se celebre en la capital de España el acto de una fiesta nacional en la que implícitamente se incluye a los países hispanoamericanos?

Nunca he estado de acuerdo con el 12 de octubre como fecha de la fiesta nacional. Para que pudiera serlo, sería necesario que hubiera un acuerdo acerca del significado de dicha fecha no solo en España sino en todos los países hispanoamericanos. Y ese acuerdo no existe. Ni en España ni en Hispanoamérica. 

Que no hay un acuerdo en España sobre el significado de esa fecha como fiesta nacional lo hemos podido comprobar todos los 12 de octubres desde hace bastantes años. La fecha que supuestamente debía expresar, ante todo, un acuerdo interno acerca de la Nación española y de su lugar en el mundo, se ha acabado convirtiendo en una manifestación de protesta chabacana contra el Gobierno democráticamente elegido, siempre que no sea un Gobierno de la derecha española.

¿Qué fiesta nacional es esta que sirve, sobre todo, como pretexto para que las derechas españolas abronquen al Gobierno de izquierda democráticamente elegido? ¿Qué fiesta nacional es esta que no consigue que acudan a la misma los presidentes de todas las Comunidades Autónomas? El 12 de octubre no significa lo mismo para las derechas españolas, para las izquierdas y para los distintos nacionalismos. No es una fiesta que unifique, sino todo lo contrario. No es un catalizador de la unidad de la Nación española, sino de las diferencias acerca de su significado.

Y si es así dentro de España, todavía lo es mucho más en los países hispanoamericanos, que se ven insertos en una fiesta nacional española sin que nadie se haya tomado la molestia en preguntarles si están de acuerdo o no con dicha inserción. El 12 de octubre como fiesta nacional española supone mirar por encima del hombro a todos los países hispanoamericanos, despreciarlos como si no tuvieran nada que decir acerca de esa interpretación unilateralmente decidida por el Estado español.

Si algo puede tener de positivo la polémica que se ha desatado como consecuencia de la carta que envió el entonces presidente López Obrador al rey Felipe VI, la callada por respuesta de este, la no invitación al rey a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum como presidenta de la República y la negativa del presidente del Gobierno de España a asistir a dicha toma de posesión como consecuencia de la no invitación al Rey es que se abra un debate en nuestro país para poner fin al 12 de octubre como fecha de la fiesta nacional. 

El 12 de octubre ni cohesiona políticamente a la sociedad española ni favorece una relación armoniosa de España con los países hispanoamericanos. Los términos en que se ha expresado el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, respecto de la conducta de Pedro Sánchez y el intercambio de pareceres entre las autoridades mexicanas y españolas lo han puesto de manifiesto de manera inequívoca. 

El 12 de octubre, tal como se celebra actualmente, es una farsa carente de sentido.   

  

Ni el jefe del Estado, ni el presidente del Gobierno, ni siquiera el ministro de Asuntos Exteriores estuvieron presentes en el acto de toma de posesión de Claudia Sheinbaum como nueva presidenta de México que ha tenido lugar el pasado 1 de octubre.

Doy por supuesto que el lector está al tanto de la polémica que se ha desatado como consecuencia de que se cursó la invitación al presidente del Gobierno español y no al rey Felipe VI. En todo caso, aconsejaría la lectura del artículo del catedrático emérito de Filosofía del Derecho de la Universidad Pablo de Olavide en Público, '¿España debe pedir perdón a México? Respuestas negativas y réplicas'. Es el mejor análisis que he leído. No tengo nada que añadir a lo que él argumenta.