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Podemos ha dejado de ser un partido
Podemos formalmente continúa siendo un partido político. Como tal está inscrito en el Registro de Partidos del Ministerio de Interior. Materialmente, ha dejado de serlo. Para que un partido político lo sea de verdad tiene que ser reconocido como tal por el cuerpo electoral. En el momento en que esto no ocurre, jurídicamente el partido sigue existiendo, pero políticamente ha dejado de serlo.
Ser o no ser un partido político no depende de la voluntad de los ciudadanos que lo constituyen, sino de la voluntad de los ciudadanos y ciudadanas que integran el cuerpo electoral. Sin reconocimiento por parte de este último, la voluntad de los primeros queda vacía de contenido.
El número de partidos que figuran en el Registro de Partidos del Ministerio de Interior es enorme. La inmensa mayoría son completamente desconocidos y muchos no han participado en ningún proceso electoral. En cada convocatoria electoral el número de partidos que concurren no es enorme, pero sí considerable. También la mayoría de ellos son desconocidos para el cuerpo electoral. Antes y después de las elecciones. Jurídicamente, todos son partidos políticos. Políticamente, solo algunos lo son.
El umbral mínimo para que un partido político sea reconocido como tal es distinto según la pretensión del propio partido y las expectativas que genera en la sociedad. Hay un caso extremo, como el de UCD, en el que el partido que dirigió la Transición, pasó casi sin solución de continuidad del Gobierno de la nación a la disolución. En las elecciones generales de 1982 tuvo el número de parlamentarios suficientes para tener grupo parlamentario. Pero, para UCD y para el cuerpo electoral, eso era nada.
Cuanto mayor es la pretensión de influir decisivamente en la dirección política del país tanto más alto ha situado el partido el listón para ser reconocido como tal por el cuerpo electoral. Para Teruel existe, con estar en el Congreso de los Diputados es suficiente. Para IU ha sido suficiente tener los escaños necesarios para tener grupo parlamentario.
Podemos se constituyó con la voluntad de ser un partido de gobierno. De participar directamente en la dirección política del país. Y consiguió que la sociedad española lo reconociera como tal. Nada más que con los cinco diputados alcanzados en 2014 en las elecciones al Parlamento Europeo, desencadenó la abdicación de Juan Carlos de Borbón y su sustitución por Felipe VI. En las cuatro elecciones generales de 2015, 2016 y 2019 su presencia ha sido importante. Sin él no se explica ni la moción de censura de 2018 que hizo presidente del Gobierno a Pedro Sánchez ni la formación del primer Gobierno de coalición de la democracia española. Tampoco el resultado de las elecciones municipales de 2015 con las alcaldías de las “confluencias”, que hizo que Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cádiz, A Coruña… tuvieran alcaldes de progreso.
Ese umbral es el canon que Podemos se ha puesto a sí mismo para ser juzgado por la sociedad española. Y el 28M los ciudadanos han tomado la decisión. Podemos ha dejado de ser un partido político en los términos en que sus fundadores lo constituyeron. Hoy todavía más que hace una semana.
La dirección de Podemos sabe en su fuero interno que, posiblemente, no puede acudir a las elecciones del 23J en solitario, porque sus propios militantes se rebelarían contra tal decisión. Pero, en el caso de que pudieran todavía presentar candidaturas, están absolutamente convencidos de que obtendrían entre 0 y 2 o 3 escaños.
La dirección de Podemos puede contribuir todavía al objetivo que presidió su proceso de constitución como partido político, siempre que acepte su disolución como partido y su integración dentro de Sumar. El liderazgo del proceso ya no puede ser suyo. Ni ahora ni en el futuro en el que es posible hacer predicciones.
Obviamente, en los días que quedan hasta la formalización de las coaliciones, no se puede hacer esto, aunque no estaría de más anunciar que ese es el horizonte que se contempla. La construcción de un espacio a la izquierda del PSOE con voluntad de gobierno del país sigue siendo una tarea pendiente. Los dirigentes y militantes de Podemos tienen en esa tarea mucho que decir y hacer.
Ahora hay que derrotar a la derecha con la fuerza que a cada uno le acaba de reconocer el cuerpo electoral el 28M. Después vendrá la estabilización del territorio y el diseño de un programa de profundización de la democracia, en el que todavía hay mucho camino por recorrer.
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