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Después del 4 de mayo

25 de marzo de 2021 22:34 h

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A la izquierda del PSOE no hay espacio para más de una opción política en las elecciones generales. En todas las provincias, menos Madrid y Barcelona, el número de escaños a cubrir no lo hace posible. En Madrid y Barcelona es posible que más de un partido a la izquierda del PSOE obtenga representación. Más Madrid consiguió un escaño en 2019. Pero eso es todo. El escaño de Íñigo Errejón es la excepción que confirma la regla. 

Esta es una realidad con la que Unidas Podemos y Más Madrid tendrán que enfrentarse después del 4 de mayo. Independientemente de cómo les vaya a cada uno de ellos ese día. O ponen fin a la división o se deslizarán por la pendiente de la irrelevancia. La inercia del sistema electoral español es implacable.

Esa unidad en Madrid es, además, imprescindible para poder tejer acuerdos con las izquierdas a la izquierda del PSOE en las distintas nacionalidades y regiones. PP y PSOE han ocupado el territorio del Estado durante varios decenios. Como consecuencia de ello, tienen miles de diputados autonómicos y concejales distribuidos por toda la geografía española. Esa ocupación del territorio les proporciona una enorme estabilidad, incluso cuando tienen malos resultados en las elecciones generales. Los demás partidos, tanto los que están más a la derecha o más al centro del PP, como los que están a la izquierda del PSOE, tienen una presencia territorial muchísimo más reducida y, en consecuencia, su propia supervivencia se ve amenazada con unos malos resultados en unas elecciones generales. Ciudadanos es un ejemplo que habla por sí mismo. El sistema electoral español está diseñado para favorecer el bipartidismo. No es el sistema electoral alemán. En Alemania el sistema es neutro. En España, no lo es. 

La izquierda a la izquierda del PSOE únicamente puede implantarse y no solamente estar presente en el sistema electoral español, si se unifica en Madrid y desde esa unificación pone en marcha una estrategia para proyectarse en todo el territorio del Estado en las elecciones que tienen lugar en los cuatro niveles de nuestra fórmula de gobierno: municipales, autonómicas, estatales y europeas.   

Unos buenos resultados en las elecciones generales es condición necesaria para poner en práctica con posibilidades de éxito esa estrategia de proyección en todo el territorio del Estado, pero no es condición suficiente. Sin unos buenos resultados en las elecciones generales no se puede siquiera poner en marcha la estrategia. Pero con ellos solo no basta. Hay que conectar con todas las izquierdas a la izquierda del PSOE en todas las Comunidades Autónomas. Hay que construir alianzas que permitan competir con éxito en las elecciones municipales y autonómicas, que son las que dan estabilidad a una opción política. Con diputados y senadores exclusivamente, una opción política no se consolida. Necesita tener decenas de diputados autonómicos y miles de concejales. Si no se avanza en esa dirección de manera consistente, en cada convocatoria de elecciones generales se pone en riesgo la supervivencia de la propia opción política.

El sistema electoral se diseñó en la Ley para la Reforma Política por las Cortes del Régimen del general Franco para “encorsetar” el ejercicio del derecho de sufragio en el momento constituyente. Dicho diseño fue completado por el Real Decreto Ley de marzo de 1977 de nomas electorales dictado por el Gobierno de Adolfo Suárez sin consulta de ningún tipo con los demás partidos. Con base en ambas normas se celebraron las elecciones constituyentes del 15 de junio de 1977. Visto el resultado, UCD y PSOE pactaron incorporar el contenido de tales normas a la Constitución, lo que les permitió disfrutar de un régimen de “duopolio” durante varios decenios.

Dicho “duopolio” entró en crisis a partir de las elecciones generales de 2015, pero la tendencia natural del sistema es la de reproducirlo. PSOE y PP siempre van con el viento a favor. Continúan yendo con el viento a favor. Las opciones políticas a la izquierda del PSOE no pueden desconocer esta realidad. Hay que empezar a construir una suerte de confederación de izquierdas que permita competir en todo el territorio del Estado y en todos los niveles en los que se celebran elecciones. 

La complejidad de la sociedad española, muy superior en esta segunda década del siglo XXI a la 1977-78, cuando se aprobó la Constitución, lo posibilita. Pero el sistema electoral lo dificulta. Dado que el sistema no va a cambiar, hay que contar con ello a la hora de definir la operación. 

Un mensaje que apunte en esta dirección debería estar presente en la campaña electoral del 4 de mayo tanto de Unidas-Podemos como de Más Madrid. Según sean los resultados, se podrá hacer una política o se tendrá que hacer otra. Pero sean los que sean los resultados, la necesidad de unificar a la izquierda continuará siendo imprescindible para competir de manera indefinida.  

A la izquierda del PSOE no hay espacio para más de una opción política en las elecciones generales. En todas las provincias, menos Madrid y Barcelona, el número de escaños a cubrir no lo hace posible. En Madrid y Barcelona es posible que más de un partido a la izquierda del PSOE obtenga representación. Más Madrid consiguió un escaño en 2019. Pero eso es todo. El escaño de Íñigo Errejón es la excepción que confirma la regla. 

Esta es una realidad con la que Unidas Podemos y Más Madrid tendrán que enfrentarse después del 4 de mayo. Independientemente de cómo les vaya a cada uno de ellos ese día. O ponen fin a la división o se deslizarán por la pendiente de la irrelevancia. La inercia del sistema electoral español es implacable.