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El encanallamiento de la política

La moción de censura es un instrumento constitucional de larga tradición en las democracias parlamentarias, a diferencia de lo que ocurre en los sistemas presidenciales, en que únicamente a través del impeachment se puede conseguir la destitución del responsable del poder ejecutivo. El primer ministro parlamentario puede ser destituido sin necesidad de ser acusado de haber cometido un delito. La moción de censura es de naturaleza exclusivamente política.

Ahora bien, el que sea de naturaleza política no quiere decir que se pueda hacer uso de ella de cualquier manera. O mejor dicho, se puede hacer uso siempre que se disponga del número de parlamentarios que la Constitución o el Estatuto de Autonomía exige para su formalización. Pero eso no quiere decir que toda moción de censura formalizada de esta manera sea digna de ser calificada como tal. Hay mociones de censura que respetan la letra de la Constitución, pero no su espíritu. La que ha presentado Ciudadanos contra el president de la Generalitat es un caso insuperable.

Ciudadanos tiene un problema con la moción de censura. No entendió la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la Moncloa. La consideró una forma ilegítima de llegar a la presidencia del Gobierno, que “birló” a Albert Rivera la oportunidad de hacerlo mediante la celebración de elecciones.

En lugar de ver aquella moción de censura como la forma de salir del empantanamiento en que había caído el sistema político español desde las elecciones de diciembre de 2015 como consecuencia de la combinación de unos resultados electorales que no permitían que ocupara la presidencia del Gobierno nada más que un partido corrompido hasta el tuétano, la vio como una forma espuria de ejercicio de la institución. No entendió ni en el momento en que fue formalizada ni después, que era la forma apropiada para salir del empantanamiento. Cosa distinta es que el beneficiario de la misma haya hecho un ejercicio irresponsable del resultado, que nos puede hacer volver a caer en el empantanamiento.  

Pero la moción de censura de 2018 fue un magnífico ejemplo de para qué sirve dicha institución. Si Albert Rivera no se hubiera ofuscado y hubiera jugado las cartas de las que disponía, que no eran pocas ni malas, se hubiera ayudado a sí mismo y habría contribuido, además, a sanear la vida política. En lugar de votar a favor de Mariano Rajoy contra Pedro Sánchez, podría haber apoyado la moción de censura previo acuerdo de fijación de una fecha para la convocatoria de las elecciones. No lo hizo así y, desde entonces, Ciudadanos no ha dado una a derechas. Su trayectoria política ha sido la concatenación de “ocurrencias” disparatadas.

La moción de censura que se está debatiendo hoy es la última de ellas. Es una ocurrencia, que pervierte la institución y contribuye al encanallamiento de la vida política. La moción de censura no tiene como finalidad exigir la responsabilidad política del president de la Generalitat, sino convertirse en el primer acto electoral de Ciudadanos en una elecciones generales españolas. Supone la utilización de Catalunya para envenenar el debate político en España. 

Afortunadamente para todos, menos para ellos, el uso torticero del instrumento ha sido tan evidente que no han conseguido engañar a nadie. La moción va a pasar sin pena ni gloria y Ciudadanos solamente va a conseguir continuar deslizándose por la pendiente que indican todos los estudios de opinión. 

La vida enseña que para que los demás te respeten es condición previa que uno se respete a sí mismo. Si tú no te respetas, nadie te va a respetar. Albert Rivera es joven, pero no tanto como para no haberlo aprendido. Ciudadanos lleva demasiado tiempo exhibiendo impúdicamente una falta de respeto a sí mismo, que no podía pasar desapercibida. El resultado salta a la vista. 

La moción de censura es un instrumento constitucional de larga tradición en las democracias parlamentarias, a diferencia de lo que ocurre en los sistemas presidenciales, en que únicamente a través del impeachment se puede conseguir la destitución del responsable del poder ejecutivo. El primer ministro parlamentario puede ser destituido sin necesidad de ser acusado de haber cometido un delito. La moción de censura es de naturaleza exclusivamente política.

Ahora bien, el que sea de naturaleza política no quiere decir que se pueda hacer uso de ella de cualquier manera. O mejor dicho, se puede hacer uso siempre que se disponga del número de parlamentarios que la Constitución o el Estatuto de Autonomía exige para su formalización. Pero eso no quiere decir que toda moción de censura formalizada de esta manera sea digna de ser calificada como tal. Hay mociones de censura que respetan la letra de la Constitución, pero no su espíritu. La que ha presentado Ciudadanos contra el president de la Generalitat es un caso insuperable.