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Estabilidad política prolongada

22 de octubre de 2022 23:15 h

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Desde julio de 2018, en que se aprobó la moción de censura que hizo a Pedro Sánchez presidente del Gobierno, el sistema político español ha vivido un periodo de estabilidad política prolongado, que, una vez conocida la presentación de las enmiendas a la totalidad al Proyecto de Ley de Presupuestos Generales para 2023, parece que se va a extender hasta finales del próximo año.

Es posible que al lector le sorprenda la afirmación que encabeza este artículo. Estoy seguro de que la mayoría de los lectores tiene la sensación de todo lo contrario. La sensación de inestabilidad es, sin duda, la sensación dominante en la opinión pública. Incluso una persona que ha tenido que atravesar situaciones de crisis de enorme envergadura, como Felipe González, lo ha subrayado esta misma semana. La incertidumbre es lo único que podemos dar por seguro en la coyuntura actual, ha venido a decir.

Si nos quedamos en la superficie, no cabe duda de que la inestabilidad parece ser la característica dominante de los cuatro años largos que van desde julio de 2018 hasta hoy. Pedro Sánchez inició su ejecutoria como presidente de Gobierno en una situación similar a la de Pere Aragonés tras la ruptura de Junts con ERC. Los 84 escaños del PSOE desde julio de 2018 son el equivalente de los 33 que tiene hoy ERC. De ahí que en la primavera de 2019 tuviera que disolver las Cortes y convocar elecciones anticipadas para el 28 de abril. La resistencia a constituir un Gobierno de coalición con Unidas-Podemos no le permitió ser investido con base en el resultado de dichas elecciones, lo que condujo a la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones para el 10 de noviembre. La decisión fue muy negativa, ya que, por un lado, tanto el PSOE como Unidas-Podemos tuvieron peor resultado que el 28 de abril, mientras que, por otro, Vox ocupó el espacio que había tenido Ciudadanos en dichas elecciones. Pedro Sánchez tuvo que formar un Gobierno de coalición en otoño en peores condiciones de lo que podría haberlo hecho en primavera. Tanto que a punto estuvo de no poder hacerlo. 

Una vez constituido, ha tenido que hacer frente a una sucesión de catástrofes, que han intentado ser aprovechadas por los partidos de la derecha española, con la colaboración entusiasta de algunos órganos judiciales e incluso del propio Tribunal Constitucional, para intentar dejar en minoría al Gobierno en algunas votaciones parlamentarias con la finalidad de poner fin a la legislatura y forzar la convocatoria de nuevas elecciones.

Las derechas españolas han intentado hacer imposible la gobernabilidad del país de todas las maneras imaginables. De ahí el enorme ruido ambiente que no ha dejado de estar presente ni un solo minuto. Sigue sin dejar de estarlo, como nos recuerdan todas las semanas las sesiones de control en el Congreso de los Diputados, con la réplica de las mismas en el Senado desde que el presidente del PP, Albero Núñez-Feijóo, se incorporó a esta cámara.

Y, sin embargo, si abandonamos la superficie y profundizamos en lo que ha sido el funcionamiento institucional del Estado, la conclusión a la que se llega es la contraria. La legislatura del “Gobierno de coalición” ha sido de las más estables y de las más productivas desde la entrada en vigor de la Constitución. Ha habido una mayoría parlamentaria estable permanente con una única excepción, lo que ha permitido que las Cortes Generales hayan cumplido con la tarea constitucional que le encomienda el artículo 66.2 de la Constitución, cosa que no había ocurrido desde finales de 2015 hasta julio de 2018, con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.

Con Pedro Sánchez como presidente del Gobierno las Cortes Generales han vuelto a ejercer la “potestad legislativa” con un número importante de leyes aprobadas. Han vuelto a ejercer la “potestad presupuestaria”, recuperando el principio constitucional de “anualidad”, que viene de la Constitución de Cádiz. Y, como consecuencia de ello, la oposición ha podido ejercer la “función de control del Gobierno”, que es la tercera de las “funciones parlamentarias” que la Constitución atribuye a las Cortes.

En esta legislatura hay una apariencia enorme de inestabilidad en la superficie, que no se corresponde con lo que realmente está ocurriendo. En el país hay una mayoría sólida que se expresa a través de una mayoría estable en las Cortes Generales. Así ha sido desde el principio de la legislatura y así parece que va a ser hasta el final. El trámite de la presentación de enmiendas a la totalidad al Proyecto de Ley de Presupuestos este pasado viernes lo acaba de confirmar.

Las derechas españolas no han sido capaces de poner en cuestión dicha mayoría parlamentaria salvo en una ocasión. El ruido que han generado ha sido ensordecedor, pero no han conseguido desviar al Gobierno del proyecto de dirección del país que pactaron los socios del Gobierno de coalición con el apoyo de la mayoría de los demás grupos parlamentarios.

Esta notable estabilidad se ve reforzada todavía más en una perspectiva comparada. Ahí están el Reino Unido, Francia, Italia e incluso Estados Unidos. El primer Gobierno de coalición de la democracia española está aprobando con nota la asignatura que la Constitución le encomienda que no es otra que la de dirigir políticamente al país.

Es importante que no nos dejemos engañar por las maniobras orquestales en la oscuridad.

Desde julio de 2018, en que se aprobó la moción de censura que hizo a Pedro Sánchez presidente del Gobierno, el sistema político español ha vivido un periodo de estabilidad política prolongado, que, una vez conocida la presentación de las enmiendas a la totalidad al Proyecto de Ley de Presupuestos Generales para 2023, parece que se va a extender hasta finales del próximo año.

Es posible que al lector le sorprenda la afirmación que encabeza este artículo. Estoy seguro de que la mayoría de los lectores tiene la sensación de todo lo contrario. La sensación de inestabilidad es, sin duda, la sensación dominante en la opinión pública. Incluso una persona que ha tenido que atravesar situaciones de crisis de enorme envergadura, como Felipe González, lo ha subrayado esta misma semana. La incertidumbre es lo único que podemos dar por seguro en la coyuntura actual, ha venido a decir.