Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.
La hipoteca del Gobierno de Castilla y León
Vox ha entrado en el Gobierno de Castilla y León en los términos que él mismo ha fijado. Lo avanzó durante la campaña electoral, lo reafirmó la noche electoral en cuanto se conocieron los resultados y sin necesidad de hacer presión adicional de ningún tipo, ha conseguido que el PP haya pasado por el aro. No el PP de Pablo Casado, sino el PP de Alberto Núñez Feijóo. Ha sido en el mismo día de la presentación de los 55.000 avales en el que ha tenido que bendecir la ocupación por Vox de la Presidencia del Parlamento y la entrada en el Gobierno con una vicepresidencia y tres consejerías.
Se había discutido si a Vox le interesaría poner toda la carne en el asador en la entrada en el Gobierno de Castilla y León o si, por el contrario, le interesaría más esperar a las elecciones andaluzas y forzar entonces al PP a aceptarlo como socio de gobierno. La duda ha sido despejada. Vox ha decidido que lo primero que haga Alberto Núñez Feijóo, antes incluso de ser elegido presidente del PP, sea bendecir la entrada de la extrema derecha como socio de gobierno del PP.
Vox ha marcado, por tanto, la agenda del nuevo presidente del PP desde antes de serlo. Cualquier fórmula de gobierno que adelante carecerá de credibilidad sin tomar en consideración la posible aportación de Vox a la misma. Es la primera pregunta que le van a formular los periodistas en el momento en que se presente ante los medios como presidente del PP. De la misma manera que también va a ser la primera pregunta que formulen a Juan Manuel Moreno Bonilla cuando convoque las elecciones en Andalucía.
Esto es lo que significa la entrada de Vox en el Gobierno de Castilla y León. No se puede pasar por alto que Vox obtuvo un solo escaño en las pasadas elecciones en Castilla y León y tuvo 12 en Andalucía. Con la tendencia a la desaparición de Ciudadanos, es obvio que el número de escaños de Vox en Andalucía va a crecer considerablemente. También parece claro que esa tendencia la van a ir indicando todos los sondeos que se vayan haciendo públicos hasta la celebración de las elecciones y que Vox anunciará a bombo y platillo que sus escaños tendrán que ser tomados en consideración a la hora de formar gobierno. ¿Podrán Núñez Feijóo y Moreno Bonilla abstenerse de decir algo sobre la pretensión de Vox? ¿Podrán ignorar a Vox como posible socio de gobierno?
Las preguntas se responden por sí mismas. Alberto Núñez Feijóo es el primer presidente del PP que ha vinculado su ejecutoria en el cargo a la alianza con Vox. Así ha ocurrido en Castilla y León. Así va a ocurrir en las elecciones andaluzas, en las municipales y autonómicas de mayo de 2023 y así ocurrirá en las elecciones generales de finales de 2023 o comienzo de 2024.
La sombra de Abascal lo va a acompañar desde hoy mismo. En España y en Europa. Cuanto más haga por separarse de él, como hizo Pablo Casado en el discurso de la moción de censura presentada por Vox contra Pedro Sánchez, más visible se hará la distancia que hay entre lo que dice y lo que hace. Alberto Núñez Feijóo, igual que Pablo Casado, se afanará en distanciarse de Abascal en su discurso, sin poder hacerlo en los hechos. Núñez Feijóo, todavía menos que Pablo Casado.
Cuando la contradicción entre lo que se dice y lo que se hace está a la vista de todos, ya se sabe cuál es el resultado. El Gobierno de coalición de Castilla y León se ha convertido en una hipoteca que va a gravar la presidencia de Alberto Núñez Feijóo del PP y que, muy probablemente lo condenará en las elecciones generales. Si Núñez Feijóo espera que puede llegar a la presidencia del Gobierno de la Nación de la mano de Santiago Abascal, me parece que espera en vano. Eso, sin embargo, es lo que significa la formación del gobierno de coalición de Castilla y León.
Vox ha entrado en el Gobierno de Castilla y León en los términos que él mismo ha fijado. Lo avanzó durante la campaña electoral, lo reafirmó la noche electoral en cuanto se conocieron los resultados y sin necesidad de hacer presión adicional de ningún tipo, ha conseguido que el PP haya pasado por el aro. No el PP de Pablo Casado, sino el PP de Alberto Núñez Feijóo. Ha sido en el mismo día de la presentación de los 55.000 avales en el que ha tenido que bendecir la ocupación por Vox de la Presidencia del Parlamento y la entrada en el Gobierno con una vicepresidencia y tres consejerías.
Se había discutido si a Vox le interesaría poner toda la carne en el asador en la entrada en el Gobierno de Castilla y León o si, por el contrario, le interesaría más esperar a las elecciones andaluzas y forzar entonces al PP a aceptarlo como socio de gobierno. La duda ha sido despejada. Vox ha decidido que lo primero que haga Alberto Núñez Feijóo, antes incluso de ser elegido presidente del PP, sea bendecir la entrada de la extrema derecha como socio de gobierno del PP.