Los seres humanos hacemos la historia en condiciones independientes de nuestra voluntad.
Indicador de creciente desprestigio
Roe vs Wade tuvo un impacto enorme en Estados Unidos y en todos los países del llamado mundo occidental. En 1973, en que se dictó la sentencia por la Corte Suprema de Estados Unidos, el prestigio de la jurisprudencia estadounidense era enorme. Incomparablemente superior a la de cualquier otro país del mundo. Únicamente la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos podía comparársele.
La sentencia de la Corte Suprema conocida este pasado sábado ha rechazado que la decisión de la mujer embarazada sobre la continuidad o interrupción del embarazo pueda ser reconocida como un derecho constitucional. En Estados Unidos deja de existir un derecho constitucional a la interrupción del embarazo, pudiendo la legislatura de cada Estado regular dicha interrupción como le parezca oportuno. La interrupción del embarazo únicamente será posible en aquellos Estados que expresamente así lo decidan. La interrupción del embarazo pasa a ser un derecho de configuración legal por el legislador de cada uno de los cincuenta Estados que integran los Estados Unidos.
De acuerdo con los estudios fiables, la opinión pública es abrumadoramente favorable a que sea la mujer embarazada y no el legislador de cada uno de los Estados la que pueda decidir si continúa o interrumpe el embarazo. En los Estados controlados por el Partido Demócrata no cabe duda de que las mujeres podrán decidir lo que estimen pertinente. Por el contrario en los Estados controlados por el Partido Republicano, o se ha dictado ya legislación para prohibir el aborto o se han fijado unas condiciones para la práctica del mismo que lo hacen en la práctica imposible.
La sentencia va a ser catastrófica para la población afroamericana en particular y para la población pobre en general. Va a contribuir todavía más a la polarización política del país y a que, en consecuencia, no se pueda llegar a acuerdos de ningún tipo sobre los principales problemas con los que los Estados Unidos tienen que enfrentarse.
Pero fuera de Estados Unidos el impacto va a ser insignificante. El prestigio de la Corte Suprema de los Estados Unidos cotiza a la baja desde hace tiempo, pero dicha cotización se ha hundido de manera estrepitosa desde que Donald Trump ganó las primarias en el Partido Republicano primero y la presidencia de los Estados Unidos después. Las maniobra espurias a través de las cuales la mayoría republicana en el Senado privó a Barack Obama de la designación de un magistrado en su último año en la presidencia y posibilitó que Donal Trump designara un magistrado pocos meses antes de que se celebraran las elecciones en las que Joe Biden ganó la presidencia, han conducido a una Corte Suprema con una supermayoría conservadora, de la que puede esperarse cualquier barbaridad.
Afortunadamente, no es probable que su doctrina constitucional vaya a tener influencia fuera de los Estados Unidos. Todo lo que de positivo para el prestigio de la jurisprudencia constitucional de los Estados Unidos tuvo la sentencia de 1973, lo va a tener de negativo la sentencia de este pasado sábado.
No deja de ser, en todo caso, un paso más en el proceso degradación de la democracia al que estamos asistiendo desde hace varias décadas.
Roe vs Wade tuvo un impacto enorme en Estados Unidos y en todos los países del llamado mundo occidental. En 1973, en que se dictó la sentencia por la Corte Suprema de Estados Unidos, el prestigio de la jurisprudencia estadounidense era enorme. Incomparablemente superior a la de cualquier otro país del mundo. Únicamente la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos podía comparársele.
La sentencia de la Corte Suprema conocida este pasado sábado ha rechazado que la decisión de la mujer embarazada sobre la continuidad o interrupción del embarazo pueda ser reconocida como un derecho constitucional. En Estados Unidos deja de existir un derecho constitucional a la interrupción del embarazo, pudiendo la legislatura de cada Estado regular dicha interrupción como le parezca oportuno. La interrupción del embarazo únicamente será posible en aquellos Estados que expresamente así lo decidan. La interrupción del embarazo pasa a ser un derecho de configuración legal por el legislador de cada uno de los cincuenta Estados que integran los Estados Unidos.