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Por suerte tenemos a Jon Iñarritu
En el debate sobre la toma en consideración de la proposición de ley de amnistía tuvimos la suerte de contar con la intervención, como portavoz de Bildu, de Jon Iñarritu, que fue el único diputado que añadió algo nuevo al análisis de la proposición de ley.
Como él mismo subrayó al comienzo de su intervención, el debate de toma en consideración era superfluo, ya que en las últimas semanas se habían publicado muchos y muy buenos artículos sobre dicha proposición de ley y no cabía esperar que se dijera nada nuevo en esta sesión parlamentaria. Por economía procesal se debería haber prescindido de esta sesión y pasar directamente a la fase de presentación de enmiendas por los diferentes grupos parlamentarios o por los parlamentarios individualmente.
Efectivamente así ha sido. La proposición de ley de amnistía ha generado uno de los debates político-constitucionales de más altura de los que se han producido a lo largo de toda la historia política y constitucional de España. Desde los orígenes mismos del Estado constitucional. Rara vez la opinión pública puede haberse constituido sobre un determinado asunto con una información tan variada y tan rica en matices como lo está pudiendo hacer en este caso.
Y, sin embargo, el propio Jon Iñarritu se contradijo a sí mismo, porque él sí introdujo en el debate algo nuevo, que no se había dicho hasta ahora. La ley que incorpora esta proposición, vino a decir, no es una ley más, sino que es una de las leyes más importantes desde la recuperación de la democracia con la entrada en vigor de la Constitución en diciembre de 1978. Es una ley que abre una ruta para recuperar la expresión política de la complejidad y diversidad de la sociedad española, que, aunque aparece apuntada en el reconocimiento de las “nacionalidades y regiones” en el artículo 2 de la Constitución, no ha encontrado la proyección adecuada con posterioridad en los más de cuarenta años de vigencia de la Constitución.
Porque de esto es de lo que va la ley de amnistía. De lo que se trata es de poner fin a la mutilación de la Constitución material de España que se ha producido con la respuesta que acabó imponiendo la derecha española a la reforma del Estatuto de Autonomía de Catalunya. Con la ayuda del Tribunal Constitucional en un primer momento con la STC 31/2010 y, después, con la aplicación de la peor de las maneras posibles del artículo 155 de la Constitución.
A lo largo de todas las legislaturas constitucionales, desde la primera de 1979 hasta la décima de 2011, ha habido un debate general español con el apéndice del debate “nacional o nacionalista” en Catalunya y País Vasco. El debate plurinacional se segregaba del debate general propiamente dicho. Quedaba circunscrito a esos dos territorios. El partido español que ganaba las elecciones generales tenía que arreglárselas después con los partidos nacionalistas. Pero el debate general era un debate español del que estaba ausente la plurinacionalidad. Ninguno de los partidos de ámbito estatal tomaba en consideración esta perspectiva.
Hasta 2015 fue así. Podemos es el primer partido de ámbito estatal que incorpora la plurinacionalidad al debate general. Es una de las aportaciones importantes de Podemos al funcionamiento del sistema político español. Ello se tradujo en una credibilidad significativa para poder operar tanto en Catalunya como en el País vasco, en donde consiguió resultados electorales notables para un recién llegado. Y también en un reconocimiento de su trabajo por los partidos nacionalistas catalanes y vascos, sin el cual no se habría podido aprobar la moción de censura de julio de 2018, que permitió que Pedro Sánchez fuera presidente del Gobierno. Podemos abrió caminos para una mejor expresión de la complejidad y diversidad de la Constitución material de España. Por eso, no acabo de entender todavía cómo no ha sido capaz de interpretar correctamente lo que había conseguido e implementar una política de consolidación de su posición en el sistema político español.
Sea como sea, los caminos que abrió Podemos siguen abiertos, a pesar de que la derecha, las derechas, españolas están haciendo todos los esfuerzos posibles para cerrarlos. La fracturación que se ha producido en la derecha española como consecuencia de la apertura que supuso la irrupción de Podemos, dificulta, aunque no imposibilita, que pueda conseguirlo.
La aprobación de la ley de amnistía supone la confirmación de la incorporación de la plurinacionalidad al debate político general para la dirección política de la sociedad española en su conjunto, de la que forman parte significativa los nacionalismos catalán y vasco. El resultado de las elecciones del 23J ha imposibilitado que las derechas españolas cerraran los caminos abiertos. Con la aprobación de la ley de amnistía se trata de mantenerlos abiertos.
Esto es lo que Jon Iñarritu destacó en su intervención en el pleno de toma en consideración de la proposición de ley, poniendo de manifiesto una visión general que hasta ahora había estado ausente del debate político. Recomiendo a los lectores que no la hayan visto, que lo hagan. Vale la pena.
En el debate sobre la toma en consideración de la proposición de ley de amnistía tuvimos la suerte de contar con la intervención, como portavoz de Bildu, de Jon Iñarritu, que fue el único diputado que añadió algo nuevo al análisis de la proposición de ley.
Como él mismo subrayó al comienzo de su intervención, el debate de toma en consideración era superfluo, ya que en las últimas semanas se habían publicado muchos y muy buenos artículos sobre dicha proposición de ley y no cabía esperar que se dijera nada nuevo en esta sesión parlamentaria. Por economía procesal se debería haber prescindido de esta sesión y pasar directamente a la fase de presentación de enmiendas por los diferentes grupos parlamentarios o por los parlamentarios individualmente.