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Assange y WikiLeaks continúan con su trabajo

Desde el inicio, este espacio (Derecho y subversión) estaba planeado para dar cabida en él a colegas a quienes estoy agradecido por la gran inspiración y motivación que me han aportado. Hoy escribe mi amigo Michael Ratner, presidente desde hace muchos años del Michael RatnerCenter for Constitutional Rights neoyorquino y abogado de Julian Assange, sobre el escandaloso trato que se ha dado a su cliente. Wolfgang Kaleck

Hace ya aproximadamente dos años que el editor de WikiLeaks, Julian Assange, solicitó asilo en la embajada de Ecuador en Londres. Pocas semanas más tarde, Ecuador concedió a Assange el asilo político –está sometido a persecución por la publicación de cientos de miles de documentos secretos, entre otros sobre los crímenes de guerra de EEUU en Irak y en Afganistán, así como 250.000 telegramas diplomáticos–.

Gran Bretaña, Suecia y Estados Unidos se niegan a reconocer el asilo que Ecuador ha concedido a Assange. Gran Bretaña le niega el salvoconducto para poder viajar desde la embajada de Ecuador de Londres hasta Ecuador. Suecia no excluye la posibilidad de que Assange sea extraditado a Estados Unidos en caso de que viajara a Suecia para prestar declaración por la acusación de agresión sexual. El ofrecimiento de Assange de prestar declaración en la embajada de Ecuador en Londres también ha sido rechazado por Suecia, que prefiere seguir con las investigaciones sin formular ninguna demanda. Y, mientras, los Estados Unidos contemplan cómo las acciones penales entabladas contra Assange penden como una espada de Damocles sobre su cabeza.

Sin embargo, la situación de Assange podría –y debería– cambiar. Ya Shakespeare escribió en El mercader de Venecia: “La verdad siempre sale a la luz […] al final, siempre se revelará la verdad”. La presión ejercida sobre Gran Bretaña y Suecia para que se atengan al derecho vigente ha ido en aumento.

Seguir formando parte del debate

El Parlamento británico ha modificado la ley que posibilita la extradición de Assange a Suecia: en el futuro, para su extradición, deberá ser incoado un procedimiento penal, ya no bastará con formular simples acusaciones. Algunos abogados suecos han presentado demandas contra la orden de arresto que pesa sobre Assange, porque el gobierno sueco vulnera sus derechos al proseguir con las investigaciones sin tomarle declaración. Cincuenta y nueve organizaciones jurídicas y no gubernamentales han presentado reclamaciones ante las Naciones Unidas, denunciando cómo el poder casi ilimitado de la fiscalía sueca atenta contra varios convenios internacionales de derechos humanos. En Estados Unidos cincuenta y una organizaciones, entre ellas Human Rights Watch, han exigido al Ministerio de Justicia la interrupción de las investigaciones penales contra Assange.

¿Y Assange? En los últimos dos años ha continuado el trabajo de WikiLeaks desde la embajada de Ecuador. Cuando Edward Snowden filtró informaciones sobre los programas de espionaje masivo de la NSA, WikiLeaks contribuyó a que el soplón pudiera recibir asilo en Rusia. Glenn Greenwald, el periodista que ha publicado varios de los documentos de Snowden, escribió: “Snowden sigue en libertad gracias al valiente e imprescindible apoyo de WikiLeaks y su colaboradora Sarah Harrison. De esta forma, puede seguir participando en el debate que él ha desencadenado”.

Recientemente, WikiLeaks ha hecho público el borrador secreto del Anexo sobre Servicios Financieros del Acuerdo para el Comercio de Servicios (TISA), con el cual se tiene la intención de limitar las regulaciones impuestas a los grandes bancos, y ha publicado también el texto confidencial del Acuerdo Transpacífico de Libre Comercio. Este acuerdo tendrá efectos negativos sobre los derechos ciudadanos, la libertad en internet, el acceso a los medicamentos y muchas más cosas en beneficio de los intereses de las empresas. Además, la organización ha comenzado a publicar documentos de una recopilación de 2.000.000 correos electrónicos de políticos sirios.

EEUU quiere desalentar a otros soplones

A su vez, WikiLeaks sigue estando sometida a presiones: el Departamento de Seguridad del Ministerio de Justicia de Estados Unidos continúa con sus investigaciones contra la organización y contra Assange, como reconoció Estados Unidos el pasado mes de abril. Posiblemente exista incluso una demanda secreta contra Assange. Y hay otros más que deben enfrentarse a la persecución de los Estados Unidos. El gobierno de Barack Obama ha incoado más procesos contra informantes, siguiendo la Ley de Espionaje, que todos los gobiernos estadounidenses juntos hasta la fecha. Snowden se encuentra acusado de alta traición, la informante de WikiLeaks Chelsea Manning ha sido condenada a 35 años de prisión, los periodistas son obligados a dar a conocer sus fuentes bajo la amenaza de penas de cárcel.

Estados Unidos apuesta por la persecución masiva de informantes y editores para impedir que otros empiecen a trabajar por la transparencia, imprescindible en una democracia. Sus esfuerzos son inútiles, como lo demuestra el caso de Snowden y otros: él dio a conocer sus revelaciones cuando Manning ya había sido arrestada y torturada. Y tampoco Assange se deja doblegar a pesar de las inconcebibles represiones a las que ha sido sometido. En sólo pocos años hemos adquirido un conocimiento enorme acerca de los delitos cometidos y del espionaje realizado por distintos gobiernos. Todos tenemos que garantizar que los héroes que nos han posibilitado la adquisición de dicho conocimiento reciban protección.

Desde el inicio, este espacio (Derecho y subversión) estaba planeado para dar cabida en él a colegas a quienes estoy agradecido por la gran inspiración y motivación que me han aportado. Hoy escribe mi amigo Michael Ratner, presidente desde hace muchos años del Michael RatnerCenter for Constitutional Rights neoyorquino y abogado de Julian Assange, sobre el escandaloso trato que se ha dado a su cliente. Wolfgang Kaleck

Hace ya aproximadamente dos años que el editor de WikiLeaks, Julian Assange, solicitó asilo en la embajada de Ecuador en Londres. Pocas semanas más tarde, Ecuador concedió a Assange el asilo político –está sometido a persecución por la publicación de cientos de miles de documentos secretos, entre otros sobre los crímenes de guerra de EEUU en Irak y en Afganistán, así como 250.000 telegramas diplomáticos–.