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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Enemigos del mundo islámico atentan en París

Cuando llegaron las noticias sobre la masacre terrorista de Paris que asesinó a doce dibujantes y periodistas más un policía en Paris, estaba viendo un cable sobre la masacre de cerca de cuarenta yemeníes en Sanaa. Ambos ataques perpetrados por seguidores de la misma ideología ciega, que secuestra a la religión y la usa para sus objetivos más diabólicos. El shock fue mayúsculo y la indignación también. Más que la lucha entre Oriente y Occidente que algunos islamófobos han querido propagar, lo cierto es que lo sucedido en Francia y en Yemen es un reflejo de una realidad cuya historia está marcada por lo más oscuro del colonialismo y de la manipulación. En el caso de Charlie Hebdo, es también una historia de valentía de la cual también se sabe en Palestina.

No me gustaría hacer de este artículo una disculpa pública. La idea de que cada vez que un grupo de terroristas actúa usando el Islam como excusa todos los árabes deban disculparse es racista y tan enferma como el hecho de que todos los cristianos deban disculparse por las barbaridades cometidas en Iraq por la invasión liderada por Estados Unidos. O que todos los judíos deban disculparse por lo que hace Israel. Más aún si consideramos que grupos como el que atacó en Paris han tenido como blancos principales a otros musulmanes antes de matar a cristianos, ateos o agnósticos. Esos ataques, ya sea contra Bagdad, contra Paris o contra Gaza, son ataques en contra de la humanidad en su conjunto, y no entender este principio elemental hace fracasar cualquier posibilidad de lograr una respuesta coordinada y definitiva.

Claro está que el atentado Paris será usado por la ultra-derecha y en particular por quienes apoyan la ocupación israelí. La antigua frase “nosotros ya sabemos lo que se siente ya que el terrorismo lo vivimos a diario” desplegada por Ariel Sharon el 2001 ante el ataque a las Torres Gemelas fue usada por Netanyahu al tratar lo de Francia. El premier israelí se dio incluso el lujo de dar lecciones a través de una conferencia de prensa al embajador de Francia en “cómo combatir el terrorismo”, al mismo tiempo que su antiguo aliado y ex primer ministro Ehud Barak reconocía que de la forma que Netanyahu ha llevado a cabo sus políticas está llevando a Israel al “infierno”.

Se olvida que hoy son soldados árabes y musulmanes quienes están combatiendo al mal llamado ejército islámico. Se olvida el papel que ciertas potencias occidentales tuvieron en la creación de los grupos radicales que usan la religión. Se olvidan las reuniones de senadores norteamericanos con personajes tales como el líder terrorista Abu Bakr Baghdadi o de la utilización de la religión para lograr poder en la zona. Los clichés sobre los árabes o los musulmanes, algo sobre lo que Edward Said trabajó de forma explícita en su gran obra Orientalismo, son uno de los elementos que más utiliza la ultra-derecha y los grupos pro ocupación de Palestina. Cuando se entienda que quienes asesinaron a los doce héroes franceses, incluyendo a Ahmad Merabet, el policía de religión musulmana que murió ejecutado mientras intentaba repeler el ataque terrorista a las oficinas de Charlie Hebdo, son enemigos comunes de la inmensa mayoría del mundo árabe e islámico, entonces se comprenderá que ataques como estos, más que dar armas a los amantes del colonialismo para agudizar las causas de las diferencias, deben fortalecer los puentes entre los ciudadanos y autoridades de todo el mundo para combatir un mal común.

En Palestina el ataque fue ampliamente condenado: desde el presidente Abbas, que llamó al ataque terrorista “una atrocidad contraria a la moral y a la religión”, hasta el líder opositor Mustafa Barghouthi, quien recordaba en su condena el asesinato del dibujante palestino Naji el Ali, autor del popular Handala, un símbolo innato de la lucha palestina por la libertad. A muchos se nos vinieron a la mente nombres como el acribillado poeta Kamal Nasser o el asesinado escritor Ghassan Kanafani, casado con la danesa Anni Hover, que dejó dos hijos huérfanos. A Abdel Wael Zwaiter, el poeta que representaba a los palestinos en Roma, también se le asesinó a sangre fría.

Si bien esos asesinatos no trajeron la indignación pública que la muerte de otras personas trajo, su asesinato para el pueblo palestino también representó un ataque en contra del derecho de una nación completa a expresarse. Pero hoy, junto con sus letras, pinturas y caricaturas, también son recordadas por su valentía, algo que las victimas de Charlie Hebdo comparten. Como escribiese Ghassan Kanafani antes de ser asesinado por el Mossad el 8 de Julio de 1972 con una bomba en su coche: “He descubierto algo que tú probablemente sabías hace tiempo: cuán inevitable es para alguna gente morir para que otros vivan... lo más significativo acerca de esa antigua sabiduría es que la estoy viviendo en este momento”.

Cuando llegaron las noticias sobre la masacre terrorista de Paris que asesinó a doce dibujantes y periodistas más un policía en Paris, estaba viendo un cable sobre la masacre de cerca de cuarenta yemeníes en Sanaa. Ambos ataques perpetrados por seguidores de la misma ideología ciega, que secuestra a la religión y la usa para sus objetivos más diabólicos. El shock fue mayúsculo y la indignación también. Más que la lucha entre Oriente y Occidente que algunos islamófobos han querido propagar, lo cierto es que lo sucedido en Francia y en Yemen es un reflejo de una realidad cuya historia está marcada por lo más oscuro del colonialismo y de la manipulación. En el caso de Charlie Hebdo, es también una historia de valentía de la cual también se sabe en Palestina.

No me gustaría hacer de este artículo una disculpa pública. La idea de que cada vez que un grupo de terroristas actúa usando el Islam como excusa todos los árabes deban disculparse es racista y tan enferma como el hecho de que todos los cristianos deban disculparse por las barbaridades cometidas en Iraq por la invasión liderada por Estados Unidos. O que todos los judíos deban disculparse por lo que hace Israel. Más aún si consideramos que grupos como el que atacó en Paris han tenido como blancos principales a otros musulmanes antes de matar a cristianos, ateos o agnósticos. Esos ataques, ya sea contra Bagdad, contra Paris o contra Gaza, son ataques en contra de la humanidad en su conjunto, y no entender este principio elemental hace fracasar cualquier posibilidad de lograr una respuesta coordinada y definitiva.