Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
Malos tiempos para el Ministerio de Exteriores de Israel
Son días que en el Ministerio de Relaciones Exteriores israelí quisieran hacer pasar lo más rápido posible. Desde el informe de Naciones Unidas sobre los crímenes cometidos en Gaza hasta la entrega de información sobre más crímenes cometidos por Israel en Palestina a la Corte Penal Internacional, y pasando por la firma del acuerdo bilateral entre Palestina y la Santa Sede que reafirma el reconocimiento del Estado de Palestina sobre la frontera de 1967, todos han provocado una crisis en las relaciones exteriores de Israel. Hay quienes auguran que el objetivo palestino de terminar con la impunidad israelí se está empezando a lograr. Se crea en ello o no, lo cierto es que la reacción asumida por la administración de Netanyahu frente a esta serie de eventos demuestra un dejo de desesperación importante.
A lo anterior hay que sumar la molestia existente en Francia frente a los esfuerzos de Netanyahu de bloquear la iniciativa de Paris de impulsar una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU para impulsar el proceso de paz, los avances logrados por la campaña por el boicot, desinversión y sanciones (BDS), la nueva flotilla por la libertad para romper el ilegal bloqueo Israelí a Gaza, las discusiones en una serie de iglesias en los Estados Unidos para tomar acción en favor de terminar la ocupación Israelí y el último informe aparecido en Newsweek que confirma que las inversiones extranjeras en Israel cayeron un 50% durante el año pasado debido a la situación política.
¿Qué tienen en común todas esas iniciativas? Que Palestina y los grupos de solidaridad han podido efectivamente llevar a Israel fuera de su zona de confort. El uso de la no-violencia como método se demuestra efectivo por cuanto Israel no tiene muchos argumentos para jugar en ese campo, algo que demuestra día a día. En lo que efectivamente es un proceso de largo plazo, Israel ya da síntomas de sentirse incómodo. El hecho de que la gran defensa de Israel frente a las acusaciones de haber cometido crímenes de Guerra en Gaza sea un informe organizado por Aznar, demuestra tanto lo desesperado como lo inefectiva que es la estrategia Israelí.
¿Hacia dónde va todo este movimiento? Esa es una pregunta con respuesta incierta. Sin embargo lo cierto es que la situación actual ha logrado incluso levantar un debate interno en Israel. Por ejemplo, cuando el vice-ministro del interior Israelí Yaron Mazuz señaló abiertamente a los palestinos miembros del parlamento que deberían “agradecer a Israel por estar sentados allí”, él fue rápidamente apoyado por Netanyahu, pero también logro la histeria no solo de los miembros de la lista árabe unida sino que de los parlamentarios judíos de Meretz. Todo ese escándalo se suscitó mientras el parlamento Israelí ratificaba una ley de ciudadanía que prohíbe que los palestinos puedan obtener reunificación familiar por el hecho de no ser judíos. Esa ley racista fue aprobada por gran mayoría, e incluso el partido Laborista Israelí se negó a votar en contra. Fueron los miembros de Meretz que protestaron airados los únicos que entendieron las consecuencias que esa clase de leyes han de traer a Israel en el contexto de este movimiento global.
Aún falta mucho por hacer para que la ocupación israelí se acabe. Pero lo cierto es que bastante ya se ha hecho. Con cientos de páginas con información que confirman los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por Israel en Palestina en el escritorio de la fiscal general de la Corte Penal Internacional, y con la diplomacia palestina en modo de ofensiva a nivel mundial, pronto va a ser más difícil para muchos países el continuar sus relaciones con Israel de forma normal.
Cuando la Santa Sede firmó su acuerdo con el Estado de Palestina el pasado viernes, el Ministerio de Exteriores israelí emitió un comunicado señalando que el acuerdo no considera “los derechos históricos del pueblo judío sobre la tierra de Israel”. Considerando que el acuerdo se basa en la frontera de 1967, reconocida por la ONU como la frontera de Palestina, el comunicado israelí no solo ratifica que al gobierno israelí no le interesa la solución de dos estados sino que está dispuesto a seguir utilizando la barata y peligrosa carta de la religión para avanzar temas políticos. Pudiendo reclutar solo “aliados” como Aznar y su informe de la vergüenza sobre Gaza, se puede concluir que Israel ha sentido el golpe y que como en la peor de sus pesadillas, no tiene ninguna credibilidad para defenderse. Más sabio sería que sus llamados amigos en la comunidad internacional lo ayuden a salir de esta situación terminando con la ocupación de Palestina y haciendo que Israel de una vez por todas respete sus compromisos y obligaciones.
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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.