Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
La paz con Palestina, ausente de las elecciones israelíes
Una manifestación de miles de personas bajo el lema “Cualquiera menos Netanyahu” marcó simbólicamente el fin de la ventaja del Likud en las encuestas electorales en Israel y el avance del llamado “Campo Sionista” (Partido Laborista y los seguidores de la excanciller Tzipi Livni). Hay quienes han visto esto como un elemento positivo de cara a relanzar el proceso de paz con Palestina. Lo cierto es que, en vísperas de las elecciones en Israel, la realidad es muy clara: ningún partido judío-israelí con posibilidades de ser elegido tiene plan alguno para terminar con la ocupación israelí de Palestina.
Para muchos será difícil creer que quien creó las colonias israelíes en Palestina no fue el Likud, sino el Partido Laborista. Figuras como Simón Peres -reconocido internacionalmente como un hombre de paz- fueron quienes dieron la venia al primer grupo de colonos (el Gush Emunim o “bloque de los creyentes”) para organizar la colonización de la Palestina ocupada en 1967. El Likud simplemente agudizó tales políticas. No es difícil concluir que desde esa fecha todos los gobiernos israelíes, independientemente de su color político, han incentivado la construcción de colonias en territorio palestino ocupado. De hecho, el único que intentó cambiar el rumbo fue asesinado en 1995: Yitzhak Rabin. Ninguno ha incorporado el terminar con la ocupación o la solución de los dos Estados como parte de su programa de gobierno.
La principal diferencia entre el bloque de centro-derecha liderado por Netanyahu y el bloque de centro-izquierda liderado por Herzog probablemente sea que, si bien el primero no tiene mayor problema en advertir expresamente que está contra la solución de los dos Estados, los laboristas israelíes apuntan a relanzar el proceso de paz. ¿Con qué objetivo? La respuesta posiblemente sea para detener una eventual presión internacional. Su principal aliado, Yair Lapid, ya ha dicho que “quiere un divorcio de los palestinos”, pero las zonas que públicamente ha dicho que quiere anexar no son muy distintas a las ya planteadas por Netanyahu. Los laboristas y Livni eventualmente habrían de impulsar una serie de políticas para mejorar la situación económica de Palestina, pero ya han anunciado la anexión de grandes zonas de las Palestina ocupada, las que Israel unilateralmente ha definido como “bloques de asentamientos,” incluyendo vastas áreas de Jerusalén Este. A su vez, se han remitido a mencionar la posibilidad de “negociaciones”, pero sin recoger la posibilidad de terminar con la ocupación. El Likud y su gente no mencionan ni lo uno ni lo otro, pero hay quienes señalan -basándose en la actitud de previos gobiernos- que la gran diferencia entre aquél y los laboristas es que el Likud es más sincero.
Evidentemente la gran mayoría de los gobiernos europeos esperan que gane la opción laborista. Es la última opción que tienen para seguir poniéndose de lado y llamar a lanzar una vez más el “proceso de paz”. Un gobierno de derechas en Israel les forzaría a moverse y ello lo saben. Sería interesante ver su reacción ante la posibilidad de un gobierno de coalición nacional con Netanyahu, Lieberman, Herzog y Livni sentados en la misma mesa. Hasta el momento, lo cierto es que ningún bloque ha incluido la solución de los dos Estados en su programa, sino como máximo la apertura de negociaciones y, en común, la anexión de grandes zonas de Palestina. La extensión de esas zonas va desde lo que proponen los laboristas a lo que proponen los socios del actual gobierno israelí. En ese escenario aún está por verse si los países europeos continuarán congelando cualquier iniciativa en contra de las colonias israelíes que pueda molestar en algo a Israel o si, en virtud de los acontecimientos, se verán forzados a salir de su letargo.
La presencia de la lista árabe unida representando a los palestinos ciudadanos de Israel es probablemente lo único nuevo de la elección israelí. Habiendo sido forzados a unirse debido a los intentos de la mayoría de la Knesset (el parlamento israelí) de expulsarles, aparecen como la tercera fuerza en las últimas encuestas. Liderados por el comunista Ayman Odeh, han recibido el apoyo no solo de los palestinos, sino también de un creciente número de judíos-israelíes quienes -como el editorialista del periódico Haaretz Gideon Levi- consideran la lista como el nuevo Consejo Nacional Africano en su versión israelí. La posibilidad de que la lista árabe unida se convierta en líder de la oposición, forzando al futuro primer ministro a sentarse una vez al mes con Ayman Odeh a discutir de asuntos de seguridad nacional, es una situación que provoca pánico en la cada vez más sectaria sociedad israelí, la que se ha acostumbrado a ver a los palestinos de Israel como un mero elemento folclórico para atacar a quienes acusan a Israel de cometer apartheid, pero sin contar con ellos como una fuerza política capaz de determinar el futuro político del país.
“Cualquiera menos Netanyahu” es un bonito eslogan para quienes buscan un sistema económico más igualitario para los judíos israelíes, quieren transporte público durante el shabbat o quieren aprobar el matrimonio civil en Israel. Pero frente a Palestina la historia deja muy claro que ninguno de los grandes partidos tiene un plan para terminar con la ocupación que comenzó en 1967. Con una campaña política que ha incluido llamadas a la decapitación de los ciudadanos palestinos de Israel, a la expulsión masiva de ciudadanos no judíos, a la anexión del 60% de la Cisjordania ocupada o a mantener a Jerusalén como la “capital eterna e indivisible del pueblo judío”, la paz con Palestina no se encuentra en la agenda.
Todo forma parte de un repertorio bien conocido: o las palabras duras y la colonización de los herederos de Yitzhak Shamir, o las palabras lindas y la colonización de los herederos de Simon Peres. Sobre la posibilidad de un Estado palestino soberano e independiente, los palestinos aún no ven mayores diferencias.
Una manifestación de miles de personas bajo el lema “Cualquiera menos Netanyahu” marcó simbólicamente el fin de la ventaja del Likud en las encuestas electorales en Israel y el avance del llamado “Campo Sionista” (Partido Laborista y los seguidores de la excanciller Tzipi Livni). Hay quienes han visto esto como un elemento positivo de cara a relanzar el proceso de paz con Palestina. Lo cierto es que, en vísperas de las elecciones en Israel, la realidad es muy clara: ningún partido judío-israelí con posibilidades de ser elegido tiene plan alguno para terminar con la ocupación israelí de Palestina.
Para muchos será difícil creer que quien creó las colonias israelíes en Palestina no fue el Likud, sino el Partido Laborista. Figuras como Simón Peres -reconocido internacionalmente como un hombre de paz- fueron quienes dieron la venia al primer grupo de colonos (el Gush Emunim o “bloque de los creyentes”) para organizar la colonización de la Palestina ocupada en 1967. El Likud simplemente agudizó tales políticas. No es difícil concluir que desde esa fecha todos los gobiernos israelíes, independientemente de su color político, han incentivado la construcción de colonias en territorio palestino ocupado. De hecho, el único que intentó cambiar el rumbo fue asesinado en 1995: Yitzhak Rabin. Ninguno ha incorporado el terminar con la ocupación o la solución de los dos Estados como parte de su programa de gobierno.