Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
El trato que recibe Assange es inhumano
El caso de Julian Assange es sumamente complejo y hasta comparable con el “laberinto de Dédalo”. Assange está encerrado para siempre y huyendo constantemente del Minotauro -Estados Unidos-, que lo único que quiere es devorarlo.
Hasta el día de hoy solo una institución jurídica internacional ha demostrado tener suficiente independencia para desafiar la falta de voluntad de tres “países grandes” (Estados Unidos, Reino Unido y Suecia) y, al mismo tiempo, apoyar el valor de un “país pequeño” (Ecuador). Eso sucedió el 5 de febrero de 2016, cuando el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria de las Naciones Unidas (WGAD, por sus siglas en inglés), dio a conocer su decisión sobre el caso Assange.
El WGAD afirmo que Assange está detenido arbitrariamente y exigió a Reino Unido y Suecia su inmediata liberación. Este es el único “hilo de Ariadna” que permitiría a Assange escapar del laberinto en el que se encuentra y poner fin al trato inaceptable e inhumano que está recibiendo con su detención arbitraria y con el injusto juicio seguido contra él. Todo esto, por el mero hecho de contar y publicar información que le procuraban informantes.
Los extraños juegos de Suecia y Gran Bretaña
Los extraños juegos de Suecia y Gran Bretaña Julian Assange está detenido, sin haber sido acusado de ningún delito. Incluso se le ha negado el acceso a su expediente criminal. Suecia afirmó que quería seguir investigándole por un presunto ataque sexual, respecto del cual Assange aseguró ser inocente. Un asunto por el que está dispuesto a aclarar y responder preguntas. El fiscal sueco obtuvo una orden de detención europea con el fin de obtener su extradición e interrogarle en diciembre de 2010.
Desde entonces, Suecia sigue un extraño juego. No sigue la vía normal de cooperación internacional en materia penal, ni permite que se realice el interrogatorio en Londres. En mayo de 2015 el Tribunal Supremo Sueco confirmó la orden de detención de cuatro años (en una decisión dividida, pues un juez no estuvo de acuerdo), con lo cual el fiscal se vio obligado a iniciar negociaciones diplomáticas con Ecuador para que el interrogatorio cumpla con los estándares del Derecho internacional.
De todos modos, las investigaciones y procesos penales suecos demuestran que el fiscal no ha seguido los procedimientos habituales del caso. Existen dudas sobre la imparcialidad del proceso criminal sueco y sobre las verdaderas intenciones que hay detrás de él. Assange ya fue interrogado una vez en Suecia (en términos bastante sospechosos) y la mujer supuestamente agredida aclaró que la policía “se inventó” que él era el culpable. Gran Bretaña quiere cumplir la orden, a pesar de que Julian Assange ya lleva encerrado en la embajada ecuatoriana más tiempo del máximo que se le podría imponer como pena si fuera acusado y condenado por Suecia.
Peor que la cárcel
Peor que la cárcel En cuanto a la acusación del gobierno estadounidense, no hay duda de que dicho país está muy ocupado realizando investigaciones profundas, secretas e invasivas contra Julian Assange, sus abogados, sus presuntas fuentes y sus colegas de WikiLeaks. El FBI lo confirmó en diciembre de 2015. De hecho, el verdadero objetivo de las investigaciones criminales es “disfrazar” las violaciones de los derechos humanos cometidas por Estados Unidos durante la “guerra contra el terrorismo”, volviéndolas un asunto de “espionaje”, “traición o -valga la redundancia- ”terrorismo“. El destino de Assange en Estados Unidos es claro: estaría sometido a la terrible maquinaria del sistema de prisiones de alta seguridad. Por el contrario, él merece respeto y protección como miembro de un grupo de personas inspirado en defender los derechos humanos y comprometido en desenmascarar el maltrato que reciben los informantes y editores.
Suecia pareciera ser el Estado democrático ideal, donde todos quieren vivir. Pero lo que nadie sabe es la estrecha colaboración de las policías y los servicios de inteligencia suecos y estadounidenses. De hecho, desde el 11 de septiembre, Suecia ya ha sido juzgada 17 veces ante distintos foros y tribunales (Tribunal Europeo de Derechos Humanos y Comité de Derechos Humanos contra la Tortura de las Naciones Unidas) por violar los estándares mínimos establecidos por la Convención de Ginebra y la prohibición de extraditar a países donde hay riesgo de sufrir tortura o tratos inhumanos y degradantes. Desde el 19 de junio de 2012 Assange vive en la embajada de Ecuador en Londres, en una situación que, según los expertos, es peor que la cárcel. Los internos al menos tienen la posibilidad de respirar aire fresco o sentir el sol en la cara de vez en cuando.
A pesar de la posición de Gran Bretaña y Suecia, este caso vulnera los supuestos de la detención, lo cual ya ha sido determinado muchas veces -y sin controversia- por la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. De hecho, este Tribunal ha dictado varias sentencias relativas a situaciones jurídicas poco claras, como por ejemplo el caso de los “voluntarios” que permanecen en las zonas de tránsito de los aeropuertos (el primero fue Aamuur vs Francia, en 1996), señalando que estas personas se encuentran detenidas.
A todas luces, la situación de Assange corresponde a lo que jurídicamente se denomina una “detención bajo tratos inhumanos y degradantes”, algo completamente opuesto a los estándares de derechos humanos del siglo XXI.
El caso de Julian Assange es sumamente complejo y hasta comparable con el “laberinto de Dédalo”. Assange está encerrado para siempre y huyendo constantemente del Minotauro -Estados Unidos-, que lo único que quiere es devorarlo.
Hasta el día de hoy solo una institución jurídica internacional ha demostrado tener suficiente independencia para desafiar la falta de voluntad de tres “países grandes” (Estados Unidos, Reino Unido y Suecia) y, al mismo tiempo, apoyar el valor de un “país pequeño” (Ecuador). Eso sucedió el 5 de febrero de 2016, cuando el Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria de las Naciones Unidas (WGAD, por sus siglas en inglés), dio a conocer su decisión sobre el caso Assange.