Softwarealpeso es una tiendecita de apoyo integral al software libre que, en el mercado de San Fernando (barrio de Lavapiés, Madrid), ofrece servicios de instalaciones, configuraciones, personalizaciones, formación, resolución de problemas y reparaciones de hardware, todo ello con la intención de extender y dar soporte a todas aquellas personas que, queriendo usar software libre, necesitan algún tipo de apoyo profesional, casi siempre puntual, de bajo coste. Es, más o menos, una evolución de los hacklabs actualizada a las nuevas circunstancias.
No hace mucho la gente de Communia me hizo ver cómo la existencia de procomunes globales compatibles con la actividad económica (léase software libre) son muy buenos para una redistribución de los conocimientos y de la renta, ya que permiten poner en marcha proyectos muy locales, en este caso de barrio, que se aprovechan del conocimiento global generado mediante cooperación, al tiempo que lo nutren y le dan valor (en este caso, masa crítica de usuarios activos).
El aprovechamiento del conocimiento global libre permite ofrecer servicios a precios populares... hasta que se te avería el portátil.
Como es sabido, los primeros ordenadores personales se empezaron a vender en las revistas de electrónica, que suministraban los componentes en forma de kit. Por aquel entonces (1975) la industria no mostraba ningún interés por aquellos inventos de garaje y no fue hasta principios de los años ochenta que IBM se empezó a interesar por el mercado de las computadoras domésticas.
En vez de utilizar su proceso de diseño habitual, IBM formó un equipo de ingenieros creativos y les dio permiso para saltarse las restricciones normales de la compañía, con el mandato de diseñar rápidamente algo para el mercado. Por motivos de tiempo y costes, para alcanzar ese objetivo decidieron construir una máquina con componentes disponibles fabricados por una gran variedad de terceros, fabricantes ajenos al gigante azul, y es así que el el IBM PC fue diseñado con una arquitectura abierta.
IBM pretendía mantener su ventaja competitiva a través de una BIOS privativa, pero la ingeniería inversa de la BIOS, la disponibilidad de todo el resto de componentes y una arquitectura libre de patentes dieron lugar a un inmenso mercado de clones, popularizando aquel entrañable sello sin marca de “compatible PC”.
Bauwens, el de la Fundación P2P, me explicó el otro día que cuando se diseña para la comunidad vamos a encontrar diseños que dan todas las facilidades a la reutilización y el reciclaje (sostenibilidad), a la sustitución de unas piezas por otras (estándares) y al conocimiento sobre esos diseños (Do It Yourself).
En cambio, cuando se diseña para el mercado vamos a encontrar opacidad (¿ésto cómo se abre sin romperlo?), obsolescencia programada (¡la impresora ya no quiere imprimir!), ensamblajes privativos (¿por qué la cabeza de este tornillo necesita un destornillador especial que es tan caro?) y altos costes económicos y/o medioambientales controlados por la industria (se me estropeó tal pieza pero la reparación era tan cara que decidí comprarme uno nuevo).
Cuando a Softwarealpeso nos llega un PC armado en una caja de sobremesa (lo cual ya no ocurre casi nunca) no hay ningún problema en repararlo. Pero no pasa lo mismo con un portátil. Y es que fue con los portátiles cuando la robusta y funcional arquitectura de esos PC metidos en pequeñas carcasas mamotreto, fabricados según unos diseños hechos por y para la comunidad, fue sustituida por unos ensamblajes compactos pero privativos, que hacen que cuando una tecla se estropea no se pueda sustituir por otra tecla cualquiera y ni siquiera por un teclado cualquiera, sino que haya que conseguir uno de la marca y modelo específicos... y pagar lo que te pidan si lo encuentras.
La dependencia de estos componentes diseñados para el mercado, y la ausencia de proyectos locales de despiece, recuperación y reciclaje, es lo que hace que el precio de tu PC portátil, comprado pieza a pieza en el mercado de segunda mano, cueste tres o cuatro veces más que el valor del mismo portátil todo él.
La consecuencia de esta carestía (provocada por una escasez artificial) es que, muchas veces, el precio de la reparación sea disuasorio. Aunque en Softwarealpeso queramos sustituir un teclado a cambio de cinco euros, el precio total de la reparación quizás ronde los treinta euros o más, ya que por el teclado de segunda mano hay que pagar lo que te pidan. Y cuando una pieza cuesta seis veces más que el trabajo de sustituirla se bloquea esta posibilidad de redistribución de los conocimientos y de la renta de la que hablábamos más arriba.
Valga esta reflexión para comprender mejor cómo una cosa es intercambiar bienes o servicios a cambio de dinero y otra cosa es la ambición por ganar una posición hegemónica en el mercado para controlar el consumo y los precios, estrujar los precarios bolsillos de la mayoría y, de paso, contaminar el planeta.
El software libre hace fácil lo primero y difícil lo segundo. Y es por eso que lo defendemos y nos alegra usarlo.
De momento, que sepamos, no hay un diseño de PC portátil diseñado para la comunidad y que se pueda fabricar con la impresora 3D ;-). Sin embargo los efectos de esos diseños en caja negra hechos para el mercado se pueden paliar con un mayor conocimiento sobre qué es lo que hay debajo del teclado de tu portátil, o dentro de la consola de videojuegos, o dentro de tu GPS. Incluso con esas cajas negras se pueden hacer maravillas... si te atreves a no respetarlas.
Softwarealpeso es una tiendecita de apoyo integral al software libre que, en el mercado de San Fernando (barrio de Lavapiés, Madrid), ofrece servicios de instalaciones, configuraciones, personalizaciones, formación, resolución de problemas y reparaciones de hardware, todo ello con la intención de extender y dar soporte a todas aquellas personas que, queriendo usar software libre, necesitan algún tipo de apoyo profesional, casi siempre puntual, de bajo coste. Es, más o menos, una evolución de los hacklabs actualizada a las nuevas circunstancias.
No hace mucho la gente de Communia me hizo ver cómo la existencia de procomunes globales compatibles con la actividad económica (léase software libre) son muy buenos para una redistribución de los conocimientos y de la renta, ya que permiten poner en marcha proyectos muy locales, en este caso de barrio, que se aprovechan del conocimiento global generado mediante cooperación, al tiempo que lo nutren y le dan valor (en este caso, masa crítica de usuarios activos).