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El Brujo baja a la tierra los mitos clásicos de la tragedia griega
Como si de un profesor con sus alumnos se tratase, Rafael Álvarez “El Brujo” desmenuza en su nueva obra las grandes tragedias clásicas para, a través del humor, las bromas y las referencias actuales, ponerlas al alcance de un público de Mérida, que ha refrendado la actuación con sonoras carcajadas.
Edipo luchaba contra su destino cuando, sin saberlo, acababa de cumplir lo que el oráculo había afirmado. Ese destino, que parece inexpugnable, es el que también une a El Brujo con la ciudad de Mérida.
Con “Edipo. Nacimiento y muerte de la tragedia” son seis las veces que el actor cordobés ha pasado por la arena del Teatro Romano de Mérida y se nota en el ambiente que muchas de las personas que acuden al monumento bimilenario ya habían disfrutado, en otras ocasiones, del de Lucena.
Como ya hiciera otras tres veces, en su nueva obra, el cómico ha optado por enfrentarse al público de Mérida en solitario, sin aderezos, con la única compañía de la música de Javier Alejano y con una escenografía muy simple, en la que solo destacaban una pequeñas luces en la arena y una vasija en medio.
Tampoco necesita más. Ante tal vacío, El Brujo “llena el espacio” -así lo aseguraba él mismo- con su voz y sus reflexiones, en un monólogo que, tomando como excusa la tragedia griega, pasa por temas como la vida, el destino, la conciencia, la filosofía o la religión. El Brujo mantiene, durante toda la obra, un contacto muy estrecho con el público, no sólo por situar la mayoría de la acción de la obra en un pequeño escenario colocado frente a las butacas de la Orchestra, sino porque sus texto se adaptaba habilidosamente a las reacciones de los espectadores.
El también autor del texto no duda a la hora de “picar” a la prensa, al pedir a aquellos que vayan a realizar la crónica de su espectáculo que se lean uno de los libros en los que se ha basado, “El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música” de Friedrich Nietzsche, antes de ponerse a escribir.
En un primer momento, el también autor del texto toca temas de actualidad, como el de la manada, en el que asegura que la verdadera pregunta que hay que hacerse es: “¿Qué se ha hecho mal para que los jóvenes caigan en la barbarie?”.
Durante las dos horas que dura el espectáculo -dividido en dos partes por un descanso de 20 minutos- el actor analiza, entre bromas y anécdotas, las tragedias griegas, principalmente las de Esquilo.
Así, comienza por “Prometeo encadenado” para pasar posteriormente a Edipo -“son el mismo, que no os engañen”, dice-, en el que se recrea durante el resto del espectáculo.
De este modo, El Brujo intenta bajar a todos los públicos los mitos de las tragedias griegas, antes de afirmar que son “el despertar de las consciencias en la humanidad” y retirarse del escenario mientras suena un fragmento de la novena sinfonía de Beethoven.
El cuarto estreno del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, “Esquilo. Nacimiento y muerte de la tragedia”, tiene programadas otras cuatro funciones y se podrá ver hasta el domingo en el Teatro Romano, cuando dejará el espacio al siguiente espectáculo, “Filoctetes”.
Juan Antonio Ruiz Pozo
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