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Y el Festival ZEMOS98 se ahogó

Público de Pura Coincidència, de Roger Bernat, en el caS (Centro de las Artes de Sevilla), para la 12ª edición del Festival Internacional ZEMOS98. / Julio Albarrán

Zemos98

17 años. Es lo que hemos conseguido. Vamos a decirlo sin anestesia: el próximo será el último Festival ZEMOS98. Nos ahogamos. Hasta aquí hemos llegado. Estamos cansadas y tristes. Pero la energía que nos queda la vamos a usar, como siempre hemos hecho, en intentar que nuestra última cita, del 15 al 18 de abril, sea la mejor edición posible en las condiciones en las que nos encontramos.

Esta decisión no es nueva y de hecho este texto lleva escribiéndose durante algo más de dos años pero nunca vio la luz porque siempre nos pudo la voluntad de seguir adelante.  De intentarlo y luchar. No es que nos hayamos rendido, es que esta lucha ya no merece la pena.

Desde que nació, el Festival ha sido nuestro proyecto emblema. Y prácticamente desde sus inicios en El Viso del Alcor, el espíritu siempre fue el mismo: aprender con gente que hace cosas interesantes. Una regla muy simple que ha regido una edición tras otra. Con errores y aciertos. Queríamos poder mostrar contenidos que no solían ser programados en nuestra ciudad. Hacer que personas que no suelen encontrarse tuvieran un espacio y un tiempo, aquí, en el sur. Pero eso se acaba, al menos para nosotras. La buena noticia es que, a pesar de la crisis y la precariedad, incluso a pesar de sus gobernantes, Sevilla es hoy una ciudad llena de proyectos interesantes. Seguiremos ahí pero haciendo otras cosas.

El estado español está siendo atravesado por  una revolución democrática. Vivir intensamente los esfuerzos de tanta gente por conseguir una transformación política, hace que nos planteemos dónde y cómo queremos depositar nuestros esfuerzos e ilusiones. Y aunque el lugar desde el que hablamos sea la cultura y aunque durante mucho tiempo hayamos defendido esa posición de intermediarios entre la institución  y la ciudadanía, somos conscientes de cuál es ahora la prioridad: recuperar las instituciones para que se produzca un cambio en la forma en que se gestionan nuestras vidas. En eso, ni un paso atrás. Con este texto queremos contribuir a desdibujar un modelo de gestión de las políticas culturales que esperamos tenga los días contados.

Ninguneo institucional y precarización de las prácticas culturales

Nuestro descontento no se produce de un año a otro, es una larga acumulación de desplantes, desatención, desgana y pérdidas económicas. Quienes nos conocen saben que somos tendentes a la autocrítica, por eso asumimos que parte del relato de esta despedida es culpa nuestra. Sin embargo, quienes nos conocen también pueden dar fe de la innumerable cantidad de veces que hemos intentando repensar nuestro modelo festival y como en todas ellas la respuesta por parte de las instituciones ha sido cada vez más decepcionante. Sin ir más lejos, el pasado mes de septiembre de 2014 dijimos basta. Cada año ha sido más difícil. Seis años insertos en un proceso de mengua constante de los apoyos económicos pero también de otro tipo de atenciones no solamente monetarias. Y no nos confundamos, esto no se soluciona con más dinero: no hay política cultural, ni se la espera, que se preocupe de estos asuntos. Ese es el debate que nos gustaría abrir.

Venimos reclamando a las administraciones que nos gobiernan, en la gestión de las políticas públicas y de las culturales en particular, que atiendan a los estándares de transparencia, que jueguen limpio y que generen documentos accesibles para conocer qué se hace con nuestros impuestos. La tendencia, en presupuestos de diferentes entidades locales, regionales o estatales, es eliminar las partidas nominativas y crear macro-transferencias a agencias de gestión pública en donde el grado de transparencia es menor.

No pretendemos hacer aquí un análisis global de la gestión económica de la cultura en Sevilla o en Andalucía, pero sí queremos  ser críticos y contar el proceso que hemos seguido con el conjunto de instituciones que nos apoyan o nos han apoyado. Tolo lo que vamos a contar aquí ha sido ya reclamado, contado y discutido en reuniones y conversaciones con dichas instituciones.

Hay un gran mito que siempre ha sobrevolado sobre ZEMOS98: las subvenciones. Las ha habido, pero nunca han supuesto (en ninguna de las ediciones) más de un 25% del presupuesto, siendo en ocasiones apenas un 15%. Siempre hemos defendido ser una iniciativa privada con vocación de servicio público. Hemos intentado acceder a cualquiera de las oportunidades de financiación que nos parecían éticas y justas: contrataciones artísticas, convenios, etc. Siempre hemos hecho devoluciones públicas de nuestro trabajo (todo tipo de contenidos liberados con licencias que han permitido el libre acceso o la reutilización de vídeos, libros, fotos, audios…). También hemos caído en contradicciones, nunca las hemos negado. El Festival ZEMOS98 es un proyecto sin ánimo de lucro donde siempre nos han importado más los procesos que los resultados, tejer relaciones más que cubrir cuotas de espectadores, generar redes más que tener impacto… pero además, siempre hemos suplido la falta de dinero con nuestras propias vidas. El festival ha sido siempre un proyecto político con el que, lamentablemente, hemos perdido mucho dinero. Dinero que hoy seguimos devolviendo. Habría que hacer una reflexión más profunda sobre cómo los proyectos sin ánimo de lucro acaban convirtiéndose en proyectos “con ánimo de gasto” personal.

Nuestra financiación tampoco se ha basado en entidades privadas. El 90% de nuestro presupuesto ha provenido en estos años de instituciones públicas. El marco presupuestario sobre el que nos movíamos en el momento de mayor sostenibilidad económica del mismo (2008) era de 211.000€. El 10 Festival ZEMOS98 fue un evento de resonancia internacional, con 30 invitados provenientes de 10 países y 20 actividades abiertas al público. Los flujos de público, que prácticamente no han cambiado (ni hemos crecido espectacularmente ni hemos perdido público) han estado en torno a las 2.500/3.000 personas presenciales y a las 20.000 personas implicadas digitalmente. El equipo de producción del festival llegó a ser durante ese periodo de unas 20 personas. Sí, 20 personas contratadas unos meses. Desde entonces solo nos hemos ido encontrado tropiezos uno detrás de otro. Vamos a enumerarlos.

1. Falta de compromiso plurianual

El Festival ZEMOS98 es una actividad que todos los años se celebra ¿por qué tenemos la sensación de que cada año hay que volver a explicar qué es como si fuera algo nuevo? Un ejemplo concreto, en 2011 el Festival ZEMOS98 tenía una subvención nominativa en el presupuesto de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, sin ninguna evaluación contraria a la actividad que veníamos organizando dicha subvención fue retirada, sin avisar. Como se fue vino y ese año no hubo aportación económica. Al siguiente año, después de pelearlo, conseguimos que fuera de 5.000€ (IVA incluido). En 2014 sólo apoyaron en especies y en 2015 hemos conseguido volver a la situación de 5000€ (IVA incluido) + especies. ¿A qué se debe este vaivén? La Agencia de Industrias Culturales reitera su compromiso con nuestro festival año a año. Claro, decirlo no cuesta dinero. De hecho otros servicios de la consejería (el de programas europeos y el de formación a funcionarios) nos llaman para que contemos “nuestro modelo” y a pesar de ser un proyecto que está investigando en temas que son coincidentes con las líneas de actuación preferentes de programas culturales a nivel europeo (tales como las narrativas, los espacios de producción contemporáneos, la educación audiovisual) recibimos este mísero apoyo. Ellos lo saben, pero es lo que hay, la cultura no es prioritaria en la Junta de Andalucía, ya lo han demostrado recientemente las artes escénicas con las luchas del ‘presupuesto cero’.

2. Los honorarios de la cultura

¿Cómo se cobra en cultura por el trabajo realizado? ¿Por qué los asuntos de la autoprecarización o de la precarización forzosa casi siempre nos cuesta tanto pudor exponerlo en las negociaciones? Sentimos que hay una trampa generalizada en los espacios de financiación de la cultura porque al final quien sale más perjudicado es la entidad que recibe el dinero. Los gastos del festival, en un 30-40% son de personal contratado para la elaboración del proyecto ¿Por qué no pueden ser imputados? ¿Es que acaso está mal, para justificar un gasto, que se presente una nómina? A veces es más fácil pagar a una imprenta que el sueldo del trabajador que ha gestionado toda la comunicación con esa imprenta. Una locura. Sin ánimo de lucro sí, pero con ánimo de llegar a fin de mes. Hay una leve diferencia.   

3. La torpeza administrativa

Salvo contadas excepciones, la mayoría de instituciones nos han mareado y puesto pequeñas dificultades que con el paso del tiempo se convierten en verdaderos problemas de gestión. Ejemplos hay muchos pero quizás el más grave sea el aletargamiento de los plazos hasta niveles directamente ilegales. A menudo acompañados por frases tales como “es por culpa de la Intervención”. ¿Os suena, no?

Por ejemplo, el Ministerio de Cultura nos suele conminar a presentarnos a ayudas en las que el plazo de presentación es imposible de cumplir.  Esta es la tónica de los últimos años del ICAA, Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales dependiente del Ministerio de Cultura, cuyas convocatorias para festivales - en la que concurrimos absurdamente festivales de todas las escalas (grandes, medianos, pequeños, entidades públicas, privadas, instituciones) - se convocan con un plazo de 15 días naturales. Hace dos años se presentaron a finales de marzo y el plazo terminaba el 31 de marzo. Pero a pesar de eso ¿tiene sentido que de la convocatoria de 2014 de los 140.000€ repartidos 80.000€ se los llevaran los Goya? Pensadlo, un festival ZEMOS98 compitiendo con el discurso de González Macho. Daría risa si no fuera tan triste.

Dejamos para la imaginación una práctica muy común dentro de esta categoría: pedir que se justifique una aportación detallando gastos con facturas sin haber realizado el ingreso de dicha ayuda. Adivinad quién gana: exacto. Los bancos a los que hay que pedirles prestado el dinero para hacer el gasto de una ayuda que hay que justificar cuyo ingreso no se ha realizado.

4. Las negligencias políticas

Una negligencia política puede acabar con tu proyecto. Desde hace 4 años arrastramos una deuda de 18.000€ por una de este tipo. Todo pasa cuando el PSOE e IU gobiernan la ciudad en coalición, el primero gestiona el Área de Cultura y el segundo la de Juventud. Los dos ámbitos a los que nos hemos dirigido en estos años. El caso es que la intervención del Ayuntamiento de Sevilla dijo en 2010 que dos áreas diferentes no podían apoyar el mismo proyecto. Que se hicieran transferencias internas y que solo pusiera dinero una delegación. Dicha directriz se intentó, con toda la buena pericia e intención por parte del personal administrativo del Ayuntamiento, pero no se pudo hacer. Todo aquello se quedó en un compromiso por parte de los responsables de Juventud, la delegación que menos ponía, de realizar una contratación al año siguiente.

Dicho compromiso se tradujo en un documento de reconocimiento de deuda, firmado en junio de 2011, con las elecciones ya celebradas, del director de juventud en representación del Ayuntamiento. Con dicho reconocimiento de deuda fuimos a un banco y nos adelantó el dinero. Cuando reclamamos la factura el Ayuntamiento, ya con la nueva corporación, rechazó pagarla y se inició la que probablemente haya sido la gestión administrativa más desagradable y frustrante que hemos tenido que vivir: saldar la deuda con el banco (teniendo que pedir un dinero que no teníamos), emitir informes de celebración de la actividad, aportando las pruebas correspondientes (gastos, personal contratado, etc.), hacernos con los servicios de un abogado y decidirnos, convencidos de que teníamos razón, a reclamar judicialmente. Finalmente el resultado del juicio fue que se exime al Ayuntamiento del pago de esa factura. ¿Por qué? Porque aunque habiendo quedado demostrado que la actividad se realizó la persona que firmó dicho reconocimiento de deuda no realizó ni uno de los trámites legales de la contratación y sobre todo, no tenía potestad para firmar ese reconocimiento de deuda. A pesar de lo cuál, nosotros nos preguntamos, ¿un político cuando actúa con un cargo público, no está representando a la institución? ¿Por qué se exime a la institución si en este caso, él era la institución? De hecho el juez, en la sentencia, básicamente dice que hemos sido estafados y nos eximió de pagar las costas. En IU (partido del ínclito) no saben ni dónde está aquel director de juventud. 18.000 euros que seguimos pagando de nuestro bolsillo.

La excepción de 2014 y nuestras condiciones para 2015

Cómo ha sobrevivido el Festival o cómo hemos llegado hasta aquí no es difícil de entender si seguís nuestra estela: En 2012 solicitamos un préstamo a COOP57 de 98.000€ que fue avalado por 271 personas y colectivos. Como muchas otras iniciativas de nuestro entorno, hemos tenido que auto-despedirnos y pasar a ser autónomos que cobran por proyectos (uno de nuestros grandes orgullos anti-precariedad había sido poder mantener la cotización de un grupo regular de personas) en un momento en el que hasta 4 personas han iniciado procesos de paternidad/maternidad.

El Festival tuvo en 2014 unos ingresos totales de instituciones españolas (locales y regionales) de 33.000€. Si hacemos una retrospectiva con respecto a 2008, los ingresos han sido:

2008 - 211.000€

2009 - 150.000€

2010 - 181.000€

2011 - 143.000€

2012 - 70.000€

2013 - 61.000€

2014 - 33.000€

¿Cómo fue posible hacer un Festival en 2014 con una reducción del 85% de los ingresos con respecto a 2008? Aquí nos encontramos con el más reciente y ambivalente de los condicionantes: el apoyo europeo.

En 2012 tuvimos la suerte de entrar a formar parte de Doc Next Network. Dicha red consiguió una subvención europea gracias al liderazgo de la European Cultural Foundation para desarrollar un proyecto titulado “Remapping Europe”. Aquel proyecto se diseñó aprovechando que el Festival ZEMOS98 es uno de los eventos más potentes de los socios de la red y parecía que era el lugar ideal para celebrar sus actividades finales: un encuentro internacional, la presentación de una publicación y de un espectáculo de Live Cinema que ha viajado por Europa. Una suma total de 150.000 euros comprometidos para ese año y para esas actividades. Pero insistimos, sólo para ese año y de manera circunstancial. Así lo avisamos a las instituciones. Pero su respuesta fue dolorosamente predecible: falta de previsión y falta de compromiso.

La temporalidad del dinero europeo no puede nublarnos la visión del recorte brutal que hemos estado recibiendo en los últimos años y de la extensión de una mala praxis plagada de incompetencias, negligencias o vacíos administrativos. Por todo esto y porque no teníamos una aportación europea como la del año pasado, en septiembre de 2014 decidimos convocar a las entidades que aún apoyan el Festival para lanzarles el siguiente mensaje: “por menos de 60.000€ no podremos hacer el Festival”.

Tras tener que aguantar los cansinos y espaciados ritmos que nos imponen estas instituciones cada vez que queremos interlocutar con ellas, finalmente el apoyo de entidades españolas pareció quedarse en 55.000€ y con un compromiso de “buscar más dinero entre todos”. Eso fue el 18 de diciembre. Una vez más, íbamos tarde. Pero decidimos seguir adelante y conseguimos in extremis enlazarlo con el proyecto europeo que estamos llevando a cabo este año. Esta vez, sin embargo, pudiendo solamente sumar una aportación de 21.500€. Estábamos en un total de 76.500€, contando entidades españolas e internacionales. Decidimos que, aunque no llegáramos al mínimo que nos habíamos impuesto, seguiríamos adelante y lucharíamos hasta el final por conseguir algo más de financiación.

Tras correr durante el mes de enero y comenzar a diseñar un evento internacional con 60 invitados de fuera de Sevilla, el 19 de Febrero recibimos una noticia demoledora: una institución que nos había apalabrado (por supuesto nunca firmado, ¿para qué hacer las cosas por escrito con tiempo?) una aportación de 32.000€ nos dice que finalmente serán 24.000€ (paradójicamente, la aportación es mayor que la del año anterior pero, ¿de qué sirve si la cifra varía en un 25% a menos de dos meses del Festival?). Por otra parte, otra de las personas que se había comprometido a apoyarnos es cesada al mismo tiempo que se convocan elecciones andaluzas. Quien la sustituye a día de hoy no nos ha cogido el teléfono. Así, en una semana un agujero de 12.000€. El hecho de recibir más dinero que el año pasado nos dejaba poco margen para la queja o para suspender el Festival, sabiendo que hay muchos proyectos que ni siquiera han podido recuperar aportaciones de años anteriores. Pero de aquí en adelante, se acabó soportar este tipo de cosas: en 2016 no habrá Festival ZEMOS98.

Esta ha sido la gota que ha colmado el vaso. La falta de respeto y el ninguneo constante hacia nuestro trabajo no parecen tener límites para unas instituciones que son conscientes de nuestra debilidad. Conscientes de que si nos mantienen en nuestra penosa precariedad, no nos quejaremos. “Esto es lo que hay”. “Este es el peor año”. “Lo importante es aguantar”.  Y la verdad, no se trata de dinero. Hay profesionales trabajando dentro de instituciones culturales que siempre han luchado por preocuparse por lo que hacemos, por darnos plazos razonables, por ayudarnos y acompañarnos. Muchos políticos y gestores públicos no entienden que el problema de la gestión de los recursos no solo se resuelve asignando partidas presupuestarias. En ocasiones, contar con 1.000€ con 9 meses de antelación puede ser más útil que contar con 2.000€ sabiéndolo con un mes de antelación a la actividad a realizar. A veces, una discusión sobre los contenidos y el enlace con otras instituciones es más valioso que la aportación económica. Y eso hace tiempo que no se da en España.

Nos ahogamos, pero nos disolvemos en la marea

Pero más allá de las aportaciones y de la situación del Festival ZEMOS98. ¿A quién le preocupa realmente la sostenibilidad de los proyectos en cultura? ¿Existen los interlocutores que gestionan presupuestos de cultura y están cualificados para tomar decisiones? ¿Existen gestores preocupados por la barbaridad que supone confirmar un presupuesto con menos de dos meses de antelación y que te argumenta “que la falta de noticias son buenas noticias”? ¿Quién se está preocupando de cuidar a los proyectos culturales que se están comprometiendo con la situación social que vive España y Europa? ¿Será posible seguir defendiendo la cultura como herramienta para la transformación social y no como mero entretenimiento? ¿Qué ocurrirá si despoblamos nuestras ciudades y nuestros pueblos de otras propuestas culturales que no sean única y exclusivamente las hegemónicas?

Nunca nos gustó aquello de que “la crisis es una oportunidad”. Parece una frase diseñada para los accionistas de Bankia más que para los trabajadores precarios. Pero sí tenemos la esperanza de que esta muerte nos pueda hacer reflexionar y llevarnos a su vez a nosotros a otro espacio. A un lugar donde podamos programar contenidos vinculados a la cultura libre, al audiovisual independiente y experimental o a educación que se expande y desborda los límites de lo formal. Un lugar donde podamos defender la cultura como un proceso de investigación para el aprendizaje colectivo. Un lugar donde los cuidados ocupen el lugar central. Un lugar para pensarnos y para recrear. Un lugar donde podamos hacer nuestro humilde y laborioso trabajo: cultura. Si conocéis alguno avisad, seguimos necesitando comer.

En el Festival hemos vivido momentos increíbles como ver al escritor mexicano Fran ilich cruzar el oceáno atlántico para venir a un festival de pueblo hecho con menos de 600€. Nos emocionamos cuando vimos rehacer la historia del racismo a DJ Spooky, llenando 600 butacas de la Escuela de Ingeniería en la primera edición que hicimos en Sevilla capital. Pudimos ver a Peter Greenaway haciendo de video-jockey en el Teatro Lope de Vega. Llegamos a conocer a realizadores de más de 50 países que enseñaron su trabajo en nuestro Festival. Facilitamos experiencias sonoras irrepetibles como la de Israel Galván, con Fernando Terremoto y Orthodox. Nos hizo saltar de las butacas del Teatro Alameda Dat Politics. Pudimos ver a Ronaldo Lemos escuchando activamente a Jesús Martín Barbero mientras hablaba de Educación expandida. Nos dimos cuenta de todo lo que nos quedaba por hacer en el ámbito de los cuidados, el procomún y el copylove. Programamos un taller con el hijo de Augusto Boal. Editamos un libro sobre remezcla donde hablan entre sí seres de todas las épocas, tales como Wu Ming, Lawrence Rassel o Mar Villaespesa. Escuchamos el código fuente audiovisual de Marina Garcés. Nos hicieron sentir menos solas el Ateneu Candela, la cooperativa ETCS  o el Patio Maravillas. Nos contagiaron su risa amigos y amigas de todo el Estado. Compartimos proyectos, ilusiones y vida con Colaborabora, ZZZINC, la PRPC, Tramallol, La Carpa, DNN y tantas personas que, aunque no citemos aquí, esperamos se sientan representadas. Subimos miles de textos, fotos y vídeos de documentación sobre el Festival.

Nos despedimos no sin antes dar las gracias. Gracias a las personas que habéis asistido, una o decenas veces, de manera presencial o digital. Gracias a las personas que habéis venido a mostrar vuestro trabajo. Gracias a quienes habéis currado a destajo para levantar una tras otra de las 17 ediciones. Gracias a las pocas personas que desde dentro de las instituciones nos entienden. Gracias a nuestras familias, por estar siempre ahí, por apoyarnos emocional y económicamente. Gracias.

La historia del Festival ZEMOS98 es la historia de la vida de muchas de nosotras por eso nos queremos despedir con un mensaje: nos ahogamos, sí, pero como dice Belén Gopegui lo hacemos para “ser nieve, ser lluvia, ser marea”. Nos vemos en el futuro.

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