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La administración, una fábrica de neoléxico

Anuncio del bono JOBO

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Huroneaba hace unos días en sitios online de teatros madrileños cuando en uno de ellos me encontré esta frase: “Si eres JOBO puedes beneficiarte de tarifas especiales”. ¿JOBO? ¿Seré yo un JOBO, vendrá la J de jubilado? Intenté clicar en JOBO, sin éxito, y tuve que preguntarle al buscador qué era eso de JOBO.

“El jobo, como es comúnmente llamado en la República Dominicana, es una fruta que se encuentra emparentada con la familia de las ciruelas”, me contestó la Wikipedia. Pero no, no podía ser que un teatro tuviera tarifas especiales para ciruelas. Y además este jobo estaba en minúsculas… Y de pronto: “JOBO es el bono cultural que ha creado el Ayuntamiento de Madrid para acercar la cultura a los más jóvenes”. ¡Acabáramos! Otras siglas lexicalizadas.

Ya comentamos aquí hace unos meses que si el XX fue llamado el siglo de las siglas, el XXI lleva camino de convertirse en el siglo de las siglas para todo. Especialmente en las Administraciones Públicas, que se han convertido en una poderosa máquina y fábrica de creación de neoléxico basado, la más de las veces, en las siglas o los acrónimos con que denominan sus departamentos, secciones, servicios o productos.

Nada tendría esto de criticable o de censurable ―la lengua es un ser vivo, está en permanente evolución y ebullición, se encuentra de continuo hirviendo― si no fuera porque en la otra punta del ciclo del mensaje, en la del receptor, en la de los ciudadanos, por lo general no se conocen los nuevos términos, y la información no llega donde debería llegar. ¡Con el Monstruo Galimatías del lenguaje administrativo hemos topado de nuevo!

Desde hace unos años ―y algo ha tenido que ver el Manifiesto por un Lenguaje Claro en la Administración lanzado en enero de 2022 por la revista Archiletras, que dirijo―, el lenguaje claro y la comunicación están en auge entre académicos, administraciones, instituciones, prensa y expertos en lenguaje y en comunicación. Esta misma semana, por ejemplo, la Universidad Rey Juan Carlos organiza el II Congreso Internacional sobre Comunicación Clara. Quizás haya que pedirle en foros como ese a cada administración pública que tenga permanentemente actualizado y disponible en línea un prontuario con todo su neoléxico, proceda o no de siglas o acrónimos. A los ciudadanos no se les puede crear una selva de nuevas señales sin darles las herramientas de descodificación.

Pensé, no sé muy bien por qué razón, que ya que tenía un JOBO ―bono cultural para jóvenes― el Ayuntamiento de Madrid quizás hubiera creado también un JUBO ―bono cultural para jubilados―. Pero no, solo he encontrado en los buscadores que “jubo es una serpiente venenosa de las familias de las boas, muy común en Cuba”.

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