Disco de la semana. Nick Lowe: Quality street -a seasonal selection for all the family-
Le ha costado tanto recuperar el prestigio perdido a Nick Lowe que cuando su compañía norteamericana le propuso hacer un disco navideño su respuesta fue un no rotundo. Pero el veterano músico británico no paró de dar vueltas a la cabeza una vez colgado el teléfono. Se han publicado tantos discos malos de Navidad, ha habido tantos descalabros -incluido uno bien reciente de Bob Dylan- que por qué no tratar de dignificar el género.
Quality street -a seasonal selection for all the family- es una obra sincera en la que no cabe un ápice de ironía, pero tras la que hay trazado un plan maestro: publicar un disco navideño despojado de clichés que se pueda escuchar fuera de esas fechas sin que rechine el asunto. Eso explica que Lowe se haya decantado por incluir canciones nuevas o relativamente desconocidas. La excepción es una irresistible Silent night de vientos fronterizos y espíritu de Nueva Orleans.
El disco se abre con una salvaje pieza de rockabilly en la que se invoca al espíritu de Elvis Presley, Children go where i send thee, que desencajará mandíbulas y desarmará a cínicos. Luego hay remansos jazzísticos -Hooves on the roof, compuesta por Ron Sexmith-, toques de soul y gospel, estándares country-rock -I wish it could be christmas every day- y pop pre-Beatles.
El resultado no sólo no desmerece a los discos publicados por Lowe desde su resurrección en Impossible Bird (1994), sino que está entre sus mejores obras recientes. Mención aparte merecen las canciones expresamente compuestas para la ocasión. La desnuda I was born in Bethlehem, o Dollar short of happy, compuesta junto a Ry Cooder, deberían sustituir de una vez a todos esos villancicos rancios y apolillados con los que se nos tortura cada año.
Canción de la semana. José González: Stay Alive
La crítica no parece ponerse de acuerdo con la última película de Ben Stiller, La vida secreta de Walter Mitty. Para unos, se trata de una vitalista y emotiva comedia con toque Capra. Otros piensan que no es más que un deslumbrante producto hueco. Los más paniaguados hablan de una gigantesca operación de product placement de casi dos horas.
Más consenso parece haber en una deliciosa banda sonora con gran peso del sueco José González, ya sea en solitario o en la banda que milita, Junip. El tema estelar es Stay alive, un agridulce medio tiempo escrito por Ryan Adams que arranca perezoso y acaba por estallar al final, piano trotón y batallón de cuerdas mediante, justo como le sucede al protagonista de la película. Su letra, entre el optimismo ensoñador y el himno de autoayuda para aliviar la desesperación de los trabajos grises, también se ajusta como un guante al libérrimo remake: “Llega el amanecer, abre tus ojos, mira al sol mientras comienza el nuevo día”.
Clásico de la semana. Golpes Bajos: A Santa Compaña
“Lo nuestro fue visto y no visto”, reflexionaba German Coppini al rememorar los tiempos de Golpes Bajos. Cuatro años de vida y un legado cuantitativamente exiguo de apenas veinte canciones, a no ser que una exhumación arqueológica nos descubra tesoros ocultos de la banda gallega en futuras reediciones de su discografía. El cuarteto formado por Coppini, Teo Cardalda, Pablo Novoa y Luis García grabó su primer EP, No mires a los ojos de la gente, en apenas un fin de semana.
Quizá para que no pasara desapercibida ante temas como Malos tiempos para la lírica o el corte titular, la banda se guardó Fiesta de los maniquíes -demoledora sátira de la posmodernidad frívola- para su primer y único larga duración en estudio, que entraron a grabar poco tiempo después. A santa compaña perpetúa el fértil periodo de inspiración de la dupla Coppini/Cardalda y confirma y expande algunas de las señas de identidad estilísticas exhibidas en su primera entrega discográfica: exabruptos nuevaoleros contemporáneos se dan la mano con insospechadas-para la época- sonoridades latinas, bajos funk y canción ligera italiana -versión de Come prima incluida-.
Apenas leves destellos del after-punk que tenía embobados a sus compañeros madrileños de quinta, con excepción de la siniestro-carioca La reclusa. Además de incorporar sonidos del otro lado del Atlántico que eran anatema en la época, Coppini fue también pionero al incorporar referencias locales y mitología propia al terreno pop en temas como A Santa compaña, muchos años antes de que lo hicieran bandas como Los planetas. Un imaginario de visiones y fantasmas que convive en el universo lírico de Coppini con escenas entre lo costumbrista -la posadolescente Cena recalentada- y lo directamente surrealista, como certifica la demente letra de Colecciono moscas. Casi 30 años después de su publicación, aún es posible descubrir nuevos matices en una obra adelantada a su tiempo, que ha envejecido mucho mejor que otras mucho más celebradas del periodo.
Videoclip de la semana. JJ: My Boyz
Joakim Benon y Elin Kastlander, miembros del grupo electrónico sueco JJ, tienen una alergia congénita a todos los aspectos que implica la fama, desde salir al escenario a hacer entrevistas. El misterio que les rodea le ha venido como anillo al dedo al director Mattias Erik Johansson, acostumbrado a hacer vídeos de bajo presupuesto que le permitan a cambio experimentar con diferentes estilos y texturas. Su vídeo para My Boyz, organizado en torno a un prólogo y varios capítulos, no tiene absolutamente nada que ver con la letra de la canción.
Es un compendio de escenas bastante angustiosas y desconectadas entre sí: un mimo corriendo con el torso desnudo por la carretera, el desesperado grito de una persona que se ahoga, una piel con brillantina que es arrancada de un rostro masculino y diversos jugueteos con las posibilidades de las cámaras térmicas. Si alguien se atreve a darle un sentido a todo esto, quizá le sirva la frase inicial. A nosotros no. “Esto no es un anuncio. Esto no es un single. Esto no es una llamada de socorro. Es solo me dejó por teléfono, me siento tan idiota”.
Concierto de la semana: 20º aniversario de Jabálina Música
El sello independiente Jabalina Música cumple su vigésimo aniversario en 2014, lo que en la actual coyuntura de la industria discográfica equivale a una proeza titánica que se debe celebrar como merece. Su panorama de festejos arrancará el 3 de enero en la madrileña Sala Siroco y se repetirá el 18 en La [2] de Apolo -Barcelona- con un concierto de dos de los artistas de mayor lustre y renombre de la escudería. Lo es, desde luego, el murciano Antonio Galvañ, que bajo su alias artístico de Parade nos viene regalando una alegría por disco en los últimos años.
En su último trabajo, Amor y ruido, ha puesto sus siempre excelentes melodías de piano al servicio de una encantadora patafísica costumbrista. Doble Pletina se estrenaron en largo en 2013 con De lo concreto a lo general, una colección de viñetas de pop melancólico y otoñal que no desmerece las expectativas y elogios que se les regalan desde que conociéramos canciones como Música para cerrar las discotecas. Amenizará la velada a los platos Marina, de los ¿difuntos? Klaus & Kinski.