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Agustín de Foxá, un poeta en el frente del Este

EFE

Sevilla —

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Agustín de Foxá, poeta y diplomático, se definió a sí mismo como “conde, gordo y de derechas” y, culto y brillante, protagonista de mil anécdotas, se labró fama de cínico aunque en el frente del Este durante la Segunda Guerra Mundial supo estar a la altura rescatando a prisioneros españoles.

Así lo revelan los informes diplomáticos que escribió durante su misión en Finlandia en los duros años de 1941 y 1942, ahora por primera vez publicados en “A las orillas del Ladoga”, una miscelánea que llega mañana lunes a las librerías y que recoge también los artículos que escribió desde allí para “ABC”, los poemas que le inspiraron los paisajes nevados y las cartas que envió a familiares y amigos.

CON CURZIO MALAPARTE

Lo que cuentan estos informes ya lo empleó Curzio Malaparte como material narrativo en “Kaputt” y, sobre todo, en “Diario de un extranjero en París”, donde el escritor italiano evoca aquella aventura con su amigo y colega español, cuando ambos viajaron al frente en trineo para rescatar a unos soldados soviéticos apresados por los finlandeses que resultaron ser niños de la guerra de España que fueron alistados en el Ejército Rojo.

El historiador malagueño Cristóbal Villalobos, editor de estos textos para la editorial Renacimiento, ha dicho a Efe que Foxá “más que un héroe fue un antihéroe, tuvo fama de 'bon vivant' y de cínico, y era verdad que lo fue, pero en Finlandia dio la talla; fue capaz de plantarse en el frente viajando en trineo para salvar a unos españoles”.

Según Villalobos, “Foxá se puso el mono blanco para la nieve y subió a un trineo, algo que debió de suponerle un esfuerzo sobrehumano”, emprender un viaje al frente de guerra fue un recorrido cuyo dramatismo describió Malaparte en algunas de sus mejores páginas.

Además de los informes, que ocupan 24 páginas, el volumen reúne 27 artículos, nueve poemas y veinte cartas, de los que Villalobos ha señalado que sólo podían leerse en la edición de las Obras Completas de Foxá, agotadas desde hace decenios y muy cotizadas en librerías de viejo.

EN LOS SUBURBIOS DE LENINGRADO

Aunque uno de los artículos se titula “Viernes Santo en los suburbios de Leningrado”, nada tiene que ver con una crónica bélica y, según Villalobos, como los otros artículos de Foxá, tiene el aire de las “crónicas de viaje de un escritor romántico; de la mirada de un escritor del siglo XIX que no entiende lo que está pasando en el siglo XX”.

Según el informe de fecha 24 de noviembre de 1941, enviado desde Helsinki, cuando Foxá llega al frente de guerra se encontró con quince jóvenes españoles apresados por los finlandeses, todos ellos procedentes de “Las Casas de Niños” y de “Jóvenes Españoles” de Leningrado, donde residían 250 de los que fueron enviados desde España durante la Guerra Civil, muchos de ellos en 1937, sobre todo del norte del país.

AGITADORES POLÍTICOS

En esas instituciones, según relata Foxá en su informe, los niños españoles “aprendieron el ruso; la historia y la literatura rusa. Pero trucada. Como si antes de la revolución de octubre ni los zares ni los escritores rusos, no hubieran significado nada. Más que una educación era una propaganda política”.

“También daban clases de español. Después de la entrada de las tropas Nacionales en Madrid todo cambió. Sin duda ya no les servían para futuros agitadores políticos en España. Entonces los que habían cumplido 15 años se vieron obligados a abandonar las casas de niños y comenzaron a trabajar en las fábricas”.

Foxá añade en su informe que la última visita a las “Casas de Jóvenes Españoles” de Leningrado la realizó el general republicano Enrique Líster, vistiendo uniforme soviético y quien les explicó que estaba asistiendo a unas maniobras militares en los Urales.

Al trasladar de manera oficial el relato de los jóvenes españoles, Foxá cuenta que al estallar la guerra entre Rusia y Alemania, con engaños fueron movilizados unos setenta y entrecomilla lo que le cuenta uno de ellos llamado Luis Suárez:

ENVIADOS AL FRENTE

“Una tarde que íbamos a jugar al fútbol en Leningrado nos dijeron que nos iban a enseñar el manejo de unas ametralladoras: Nos metieron en un cuartel y nos vistieron de soldados”.

Y así, añade Foxá, “mal vestidos, sin preparación militar, fueron enviados al frente. Los rusos les trataban de una manera bestial. Les pegaban y les insultaban. Hay un muchacho herido por la metralla en un ojo, quien recibió un palo sobre la costra de la herida cuando esta empezaba a cicatrizar. Algunos han perdido las uñas de los pies por el frío y tienen que llevarlos envueltos en trapos”.

“Causa dolor ver estos pobres niños españoles demacrados, anémicos, con pústulas y granos. Y hay que tener en cuenta que han mejorado mucho desde que están en poder de los finlandeses, quienes les han reservado la barraca más caliente”.

Los propósitos frustrados de los soviéticos de convertir a estos jóvenes en propagandistas del comunismo, Foxá pretende hacerlos realidad en sentido inverso cuando en su informe propone que estos jóvenes que han vivido en la Unión Soviética sean “acogidos por la Falange y empleados en sus Regimientos” porque “entonces estos chicos, con la autoridad que les da su estancia en Rusia durante más de cuatro años, serían unos magníficos propagandistas nuestros”.

Por Alfredo Valenzuela