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La novela póstuma de Almudena Grandes en la que Luis García Montero procuró escribir su último capítulo

Luis García Montero, en la presentación de 'Todo va a mejorar'

Laura García Higueras

10 de octubre de 2022 15:20 h

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El 7 de mayo de 2020 Almudena Grandes se regaló por su 60 cumpleaños comenzar a escribir la que terminó siendo su última novela, Todo va a mejorar. La obra, que se convirtió en su refugio, llega a las librerías el próximo martes 11 de octubre de la mano de la editorial Tusquets. La autora, que falleció en noviembre del año pasado, sitúa en su texto a España en un futuro próximo donde un nuevo partido político llamado 'Movimiento Ciudadano ¡Soluciones Ya!' arrasa en las elecciones. Su victoria transforma al país en una dictadura ultracapitalista, una gran empresa privada regida por los propietarios de las compañías más poderosas.

La escritora, que fue distinguida como primera Hija Predilecta de Madrid a principios de 2022, describe con ahínco y lucidez esta realidad a través de numerosos personajes de diversas edades, profesiones, inquietudes e ideologías. El resultado es un tomo profundamente actual en el que, por encima de todo, como así lo ha asegurado Luis García Montero en la presentación celebrada este lunes en la Biblioteca Nacional, “el protagonismo se lo lleva la voluntad de resistencia”. Un evento en el que Aitana Sánchez Gijón, que se ha definido como “una de esas miles de lectoras y lectores que nos quedamos bastante huérfanos”, ha leído dos fragmentos del volumen.

Del puño y letra del poeta brotó el capítulo que cierra Todo va a mejorar, titulado La Transición, como él mismo explica en el desgarrador epílogo incluido en el ejemplar: “Le faltaron fuerzas para emprenderlo. Durante sus tres últimas semanas de vida, cuando la muerte se convirtió en una realidad, me explicó cómo quería acabar la novela, leímos juntos las anotaciones de sus cuadernos, hablamos de las posibilidades y me pidió que escribiese yo lo que iba a quedar sin concluir. Quería que sus lectores conociesen el final de la historia que ella había imaginado”. Y así lo hizo o, como reconoce, “procuró” hacer.

El director del Instituto Cervantes ha explicado que la pulsión por sacar adelante este libro surgió en el confinamiento. Tal fue el empeño de Grandes que decidió interrumpir la obra en la que estaba trabajando en ese momento, el que habría sido el último episodio de su Guerra Interminable. Texto que no podrá ver la luz, ya que para entonces solo había “empezado a documentarse. Iba a ser una historia sobre los topos de larga duración”. “Hay algunas notas, pero no la novela esbozada”, ha compartido García Montero. Grandes decidió responder a la pandemia, al estado de alarma y al encierro “a través de la literatura”. Algo que, como ha recordado el poeta, ya había hecho en 2008, cuando tras la crisis económica publicó Los besos en el pan.

La elaboración de Todo va a mejorar, que en un principio iba a estar marcada por las consecuencias de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, colisionó con la peor de las noticias. El 20 de septiembre de 2020, un reconocimiento médico reveló que la autora tenía cáncer. “La que fue la preparación de su novela en sus cuadernos se convirtió en una especie de tabla en la que apoyarse y aferrarse a la vida”, ha afirmado el catedrático. Así, durante la cuarentena, en casa sintieron que “convivíamos con sus personajes. Decíamos que estábamos viviendo en el Madrid de 2040”.

Imaginar el futuro para entender el presente

“Si para entender el presente hay que recordar el pasado, también conviene imaginar el futuro para analizar el presente”, fue la reflexión que llevó a la madrileña a querer poner el foco en el porvenir y componer esta “historia imaginada sobre lo que podría sucedernos, examinando los peligros que estábamos viviendo”. En la novela, un empresario tiembla al escuchar a su hijo decir por videollamada al resto de su clase que en la pandemia había aprendido que “nos vamos a salvar todos juntos y es necesario que nos cuidemos”. Ante esta perspectiva, su padre se plantea las devastadoras consecuencias que podría tener para sus compañías que realmente el mundo abogara por la solidaridad y los cuidados en vez de las ganancias.

A partir de ahí es donde Grandes va articulando dinámicas que, como ha advertido García Montero, no distan demasiado de lo que “estamos viendo hoy en día”. Como por ejemplo, que la “necesidad de confinamiento puede desembocar en una dictadura y que gente que entiende la libertad como 'sálvese quién pueda' lo use para hacer negocios sin escrúpulos”. Pero no existe una intención de despojar a la sociedad de aliento. Al contrario, “frente al optimismo ciego que defiende que 'todo va a mejorar' y el pesimismo cínico de 'nada tiene arreglo'; está el personaje con convicciones que defiende su dignidad. Esta es la gente que espera que haya un momento de la historia que sople a su favor”.

Para contarlo se entrecruzan personas que tienen problemas para contactar con sus hijos, historias de amor que se convierten en refugios de esperanza y solidaridad, fuerzas de seguridad que luchan por mantener su trabajo al servicio de la sociedad pese a que haya una tendencia a la extrema derecha en su ambiente, una profesora de universidad, periodistas y científicos que desaparecen y un largo y nutrido etcétera de diversos y ricos perfiles. Entre ellos hay cabida para el heroísmo que, como el poeta ha descrito, “está representado por un grupo de gente que podría ser una asociación de vecinos”.

El escritor ha reconocido que Grandes “era mucho más esperanzada con las cosas del porvenir que la media”. “Leyendo la novela he sentido algo que decía el poeta Ángel González, de que es 'importante aprender a perder para no darse por vencido'. No escribimos ciegos, pero existe la necesidad de mantener las convicciones para no darse por vencidos y tener la esperanza de que pese a los problemas puede haber una alternativa mejor”, ha expresado, “si pierdes tienes que aprender a sacar conclusiones para seguir resistiendo”.

Una alerta real

Otra de las reflexiones vertidas en la presentación de Todo va a mejorar es que “el malestar se venía gestando desde antes de la pandemia, sobre todo por el empeño de los estrategas de desprestigiar la política. También lo vemos respecto a la justicia y el periodismo”. Situaciones que la novela pone de manifiesto y que para el poeta son muy graves porque “dañan a la democracia”.

Juan Cerezo, director de la editorial Tusquets, ha apuntado que es algo que queda patente en la sociedad cuando, ante la desesperación, se escuchan formulaciones como “esto se arreglaría si determinada persona tomara el mando”, sin que necesariamente haya habido una reflexión profunda sobre quién es esa figura. Así queda reflejado en el libro, en el que para el editor Grandes ha tenido la “astucia contar con dos personajes muy atractivos como enemigos. Siempre decía que para ser buenos malvados tiene que ser simpáticos”.

En la misma línea, el poeta ha hablado sobre la influencia de Max Aub, uno de los autores de referencia de la escritora, por cómo este planteaba que “a veces no nos damos cuenta de lo que se nos viene encima y vivimos los problemas con un poco de prisa, sin ser capaces de analizarlos”. Una forma de comportarse con y para el mundo que pudo derivar en que “de pronto unos personajes puedan verse envueltos en la Alemania del nazismo diciendo 'si me lo llegan a contar hace dos años, no me lo habría creído'”. García Montero ha argumentado que es algo que ha vuelto a repetirse “con la guerra que ha desatado Putin” y la pandemia: “Los científicos llevaban anunciando que algo así podría pasar durante mucho tiempo”. “La imaginación nos hace tomar conciencia de los problemas que tenemos”, ha valorado para explicar la importancia de una novela como Todo va a mejorar y su capacidad para empujar a las mentes a hacerlo.

La “torpeza” de Martínez-Almeida

Tras la muerte de Grandes en noviembre de 2021, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida se abstuvieron de mostrar sus condolencias públicamente, recibiendo numerosas críticas por parte de los seguidores de la obra de la autora. Alcanzado enero, el alcalde de Madrid opinó en una entrevista que la escritora “no merecía ser Hija Predilecta” de la ciudad, pero que había accedido a darle el reconocimiento a cambio de pactar los Presupuestos con los díscolos de Más Madrid“. Poco después de publicarse sus declaraciones, García Montero tachó sus palabras de ”mezquinas“. ”Debería tratarnos con más dignidad a los madrileños“, reivindicó.

El poeta ha valorado que en aquel momento “el alcalde metió la pata porque fueron unas declaraciones innecesarias que después se han vuelto en su contra”. “Motivado un poco por sus propios problemas internos, salió haciendo unas enunciaciones muy antipáticas en el momento de su muerte”, ha lamentado.

Haciendo alusión a su cargo público como director del Instituto Cervantes, ha sostenido que es “de primero de democracia saber que las instituciones son de todos”. De tal forma que, en el desempeño de su labor, “respeto tanto a los que me proponen cosas con las que estoy de acuerdo como a los que no”. En cualquier caso, asegura: “No tengo interés en hablar con él”. “Agradezco la cantidad de gente que ha mostrado su cariño a Almudena”, ha concluido.

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