El fraternal beso en la boca entre los líderes comunistas Leonid Brézhnev, quien fuera Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, y Erich Honecker, su homólogo en la República Democrática de Alemania (RDA), da la bienvenida estos días a los visitantes del DDR Museum, el museo berlinés dedicado a la RDA.
Aquel gesto era casi una muestra de la íntima alianza que unía a ambos países. No tenía un carácter sexual, pero ese beso también “simbolizaba la profunda relación emocional entre el poder dominante, la Unión Soviética, y la RDA”, explican en la muestra del DDR Museum que lleva por título Amor, Sexo y Socialismo.
La exposición trata de mostrar cómo en la Alemania comunista, aunque faltaran libertades políticas básicas, el sexo y el amor constituían un espacio de libertad para los ciudadanos del extinto régimen. Para ello utiliza 26 pequeñas vitrinas con objetos cotidianos con los que explicar estos aspectos de la vida de la Alemania comunista.
Se exponen preservativos de aquel tiempo, píldoras anticonceptivas, revistas eróticas y material pornográfico light de la época, y, sobre todo, publicaciones informativas autorizadas por las omnipresentes autoridades de la RDA sobre cómo formar una familia. También hay productos culturales como vinilos de temática amorosa, fotografías y revistas que recogen qué lugar ocupaban el amor y el sexo en tiempos del comunismo.
Según cuenta a eldiario.es Sören Marotz, historiador y comisario de la exposición, los temas que aborda la pequeña muestra -gratuita y situada a la entrada en la exposición permanente del museo- es relevante porque “el amor, junto a la paz, la patria y un representación del futuro son aspiraciones básicas de las personas”.
El Museo de la RDA ya ha abordado en fechas anteriores las utopías, la paz y la patria. Pero ahora es el turno del amor y el sexo. Sobre éstos, Marotz asegura que constituían “un espacio de mayor libertad, porque en ellos había menos restricciones”.
Es más, en una RDA donde el estado proveía, por ejemplo, trabajo, alojamiento, un considerable cheque-bebé y cuidado a los niños desde muy pequeños, los alemanes del este conocían antes que los del oeste el amor con todas sus consecuencias. “Los ciudadanos de la RDA se casaban antes que los de la República Federal de Alemania [los alemanes del oeste], tuvieron antes sus primeras relaciones de larga duración, también se divorciaron y se volvieron a casar antes”, explica Marotz.
En la RDA no había falta de información sobre el sexo ni sobre cómo formar una familia. Al contrario, en la Alemania comunista la educación sexual dio lugar a abundantes publicaciones, incluida el libro superventas de Siegfried Schnabl Mann und Frau intim u Hombre y mujer íntimos. Un ejemplar de ese volumen figura entre los expuestos en el museo berlinés. Según Marotz, “en la RDA, que hubiera seguridad desde un punto de vista material es clave para explicar por qué las parejas se formaban antes y por qué tenían niños antes. Y es que con niños era más fácil conseguir una casa”, abunda el comisario de la muestra.
Píldora anticonceptiva gratuita desde 1965
Como método anticonceptivo, los preservativos de la marca Mondos se han ganado un sitio en el Museo de la RDA, al igual que la píldora anticonceptiva. Ésta fue introducida en 1965 en la Alemania comunista, algo más tarde que en la RFA. Sin embargo, por cajas de Sequostal, Deposiston u Ovosiston -nombres dados a las píldoras anticonceptivas de la RDA- como las expuestas por Marotz y compañía, las alemanas del este no tenían que pagar. La mujer, sin embargo, no llegó a estar liberada en los tiempos de la RDA.
“En teoría, la mujer era igual al hombre. Pero, en la práctica, tenía tres cargas que no tenía el hombre. A saber, el trabajo, porque hacían falta su mano de obra; la familia, porque los hombres estaban más concentrados en el trabajo, y las tareas domésticas que, en regla general, las hacían las mujeres”, expone Marotz.
El 90% de las alemanas del este ocupaban un puesto de trabajo. Sus vecinas del oeste vivían en familias más tradicionales. Durante los años sesenta, setenta y ochenta, el nivel de ocupación laboral de las mujeres de la RFA estuvo siempre por debajo del 50%, porcentaje que sólo empezó a estar superado en esa región germana en los 90, tras la reunificación.
Más caro que las píldoras anticonceptivas salían, sin embargo, otros métodos utilizados en los años del comunismo alemán para los encuentros sexuales. Al alcance de un colectivo reducido estaba la prostitución tolerada por el régimen sólo en el contexto de la Mustermesse, nombre que otrora llevara la gran feria de muestras de la ciudad de Leipzig.
“En la RDA no había, de facto, instituciones u organizaciones que ofrecieran la venta de sexo, salvo en esa gran feria, que era la gran feria de la RDA. Allí sí había personas de forma no organizada y de forma tolerada por el estado que ofrecían servicios sexuales en hoteles”, explica Marotz. “El régimen no quería perder la popularidad de esa cita comercial, sabía que para los participantes de la feria de muestras aquello era un atractivo”, agrega este historiador.
Los anuncios que se pagaban por palabra en periódicos de gran tirada, como el Berliner Zeitung, o de menor influencia, como el Lausitzer Rundschau, un diario de la región de Cottbus, funcionaban en tiempos del comunismo como lo hacen hoy aplicaciones tipo Tinder, Happn o Bumble. En un ejemplar del Lausitzer Rundschauexpuesto en la muestra, un hombre con ganas de encontrar pareja escribía: “Me quiero volver a enamorar – ¿Qué mujer joven me ayuda? Soy berlinés. 42 (de aspecto joven). 1,75, pelo negro, independiente, honesto y cumplidor”.
Pornografía comunista soft o muy light
Para quienes no encontraban pareja y buscaban consuelo de otro modo, “la pornografía en tiempos del comunismo era muy soft, nada hardcore”, según Marotz. Él y su equipo han seleccionado, en este sentido, unas fotografías comunes de aquella época con mujeres desnudas posando en la playa en formato diapositiva. Estaban hechas para ser vistas, sobre todo, con pequeñas lupas. “Pero estamos ante un porno muy light, casi es más arte fotográfico”, señala el comisario de la muestra.
Junto a las diapositivas expuestas en la exhibición puede leerse que esas imágenes servían, ante todo y de acuerdo con la ideología de la RDA, “para celebrar el cuerpo humano de forma estética”.
La homosexualidad, según Marotz, fue una orientación sexual que se vivió en la RDA “a puerta cerrada”. Aunque dejó de estar perseguida en los años 50, no hubo grandes debates al respecto en una sociedad comunista que promovía una moral socialista y las familias heterosexuales. Hubo que esperar a 1989, precisamente a la noche en la que cayó muro de Berlín, para que fuera estrenada la película Coming Out, un producto cultural masivo del director Heiner Carow que tuvo por tema la homosexualidad en la Alemania comunista.
La exhibición del museo de la RDA también cuenta con varios números de finales de los 70 de la revista Das Magazine, una publicación que, en páginas interiores, contaba, cada mes, con una imagen de una mujer posando desnuda. Disponible en bibliotecas, tomar prestado un número implicaba, en el momento de la devolución, que el librero verificara si ese desnudo seguían estando entre las páginas de la revista.
A la desnudez, los ciudadanos de la RDA acabaron más habituados que en la vecina Alemania Occidental. El nudismo y las facilidades que dio el régimen comunista a este fenómeno están detrás de esta circunstancia, según Marotz. “En la RDA no hubo una revolución sexual cómo sí pudo haberla en Europa occidental tras el 68, pero sí hubo un cambio en cómo se comportó el estado, por ejemplo, con la FKK”, sostiene el comisario.
Marotz habla utilizando las siglas de la Freikorperkultur o “cultura del cuerpo libre”, términos con los que se identifica en Alemania al “nudismo”. “En los años 50, la FKK no es que estuviera prohibida, pero se hacía difícil practicarla. Luego aparecerían revistas, se dedicarían espacios al movimiento, que se aceptó y se apoyó. Era otra pequeña libertad en un país donde no había grandes libertades”, concluye el responsable de la muestra.