La portada de mañana
Acceder
El juez Peinado exprime la causa contra Begoña Gómez y cita ahora a Pedro Sánchez
OPINIÓN | 'Que no pare el espectáculo Peinado', por Esther Palomera
CRÓNICA | Una guerra de cien días para impedir la victoria de Trump

Antonio Martínez Ron: “La próxima gran conquista no debe pasar por los viajes a Marte, sino por no destruir la Tierra”

Aquellos pioneros que estudiaron las nubes o que se aventuraron a subir en globos, los exploradores del espacio o los primeros aviadores o montañeros, todos ellos actuaron movidos por ese deseo tan humano de ir más allá. Fue, en definitiva, el mismo espíritu que animó a Magallanes y Elcano a dar la vuelta al mundo o a Amundsen y Peary a alcanzar los polos. Ahora bien, la exploración en vertical cayó más en el olvido. Así lo piensa Antonio Martínez Ron (Madrid, 1976), autor de Algo nuevo en los cielos (Crítica), un exhaustivo pero muy ameno libro sobre la historia de la meteorología y la aeronáutica, entre otras disciplinas; sobre todas las interrogantes que surgían y surgen al contemplar la bóveda celeste. “Da la sensación de que mirar al cielo”, señala el autor, “se reduce a una cuestión de placer o de pereza. Pero, muy al contrario, la conquista del cielo ha sido un motor del conocimiento humano”.

Martínez Ron, uno de los periodistas científicos españoles más expertos, ha dedicado seis años a elaborar, documentar y escribir un libro donde mezcla sus impresiones personales (“cuando miro al cielo desde el jardín de mi casa”) con un relato histórico de la investigación del espacio. A partir de una amplia bibliografía y de numerosas entrevistas y testimonios, Algo nuevo en los cielos está pensado para un lector generalista y no solo para los aficionados a la ciencia. “Afortunadamente”, opina el autor, “la divulgación científica ha mejorado mucho en España en las últimas décadas tanto en calidad como en cantidad. De todos modos, la no ficción y el ensayo siguen siendo los hermanos pobres en las librerías con respecto a la novela. Ahora bien, los científicos e investigadores van perdiendo ese pudor antiguo que les impedía difundir sus descubrimientos o sus estudios. En definitiva, nuestro país sufre todavía un poco la losa de haber basculado más hacia las artes y las letras que hacia las ciencias”.

En las páginas del libro aparece un rasgo común en muchas exploraciones verticales que se refiere a la paradoja de la importancia de las adversidades en el conocimiento científico. “Catástrofes y guerras impulsan”, comenta Martínez Ron, “desgraciadamente los avances científicos. En el campo del cielo hay que recordar que el progreso de la meteorología se vio empujado por la guerra de Crimea a mediados del siglo XIX, mientras la I Guerra Mundial significó un gran salto adelante para la aeronáutica en general. Y no digamos la carrera frenética de las tecnologías de todo tipo durante la II Guerra Mundial. Por ejemplo, la obsesión por predecir el tiempo en vísperas del desembarco en Normandía”. Desde luego este periodista freelance, colaborador de varios medios y que siempre ha trabajado en temas científicos, no olvida el caso más reciente, es decir, las vacunas contra el virus de la COVID-19. En cualquier caso opina que el mundo se acostumbra pronto a las mejoras en la calidad de vida sin darse cuenta de los inmensos esfuerzos necesarios hasta llegar, sin ir más lejos, al fenómeno masivo de la aviación comercial. “Estamos rodeados de ciencia”, apunta Martínez Ron, “pero lo ignoramos y no lo valoramos porque forma parte de nuestra vida cotidiana”.

Un viaje científico y literario

Después de años de labor como periodista científico y de haber publicado libros como El ojo desnudo y ¿Qué ven los astronautas cuando cierran los ojos?, este ensayista se sintió muy atraído por la exploración del cielo que, a su juicio, no ha contado con una buena épica ni con una adecuada didáctica. Por ello se ha servido de un estilo ágil y depurado, en clave de reportaje, para recorrer la conquista de las cimas de las montañas, el estudio de las nubes y la lluvia, los viajes en globo de los hermanos Montgolfier, las rutas de la imaginación de Julio Verne, los vuelos pioneros de los hermanos Wright, los dirigibles de Ferdinand von Zeppelin o los primeros servicios de meteorología de FitzRoy o Le Verrier. “Además”, señala Martínez Ron, “he querido destacar también la inmensa belleza de las descripciones de aquellos escritores que también fueron pioneros en los cielos como Antoine de Saint-Exupery o Manuel Chaves Nogales. En realidad mi intención ha sido acompañar al lector en un viaje científico, pero a la vez literario y personal. De esta manera, tomando perspectiva desde los cielos he observado lo pequeño que es el mundo y como todo se halla relacionado”.

Hay que recordar que el progreso de la meteorología se vio empujado por la guerra de Crimea a mediados del siglo XIX

A pesar de que Algo nuevo en los cielos abarca una panorámica, nunca mejor dicho, internacional, Martínez Ron ha querido reivindicar asimismo las figuras de algunos pioneros científicos españoles como Emilio Herrera. Se trata de un auténtico desconocido para el gran público, incluso para los aficionados a la aviación, nacido en Granada en 1879 y fallecido en Ginebra en 1967, que fue ingeniero militar, aviador e inventor de la escafandra estratonáutica, verdadero antecedente de los trajes espaciales. En su vertiente política, Herrera se mantuvo fiel a la República y tras la guerra fue presidente del Gobierno republicano en el exilio durante una temporada. “Está claro que no podemos comparar”, argumenta el divulgador, “la historia científica española con la de los países anglosajones, Alemania o Francia. Pero también hemos tenido momentos de gloria con gente como Herrera, Ramón y Cajal o Malaspina”. Muy crítico con los tópicos y los lugares comunes, Martínez Ron ha rehuido escribir un libro anglocentrista, si bien admite que estadounidenses y británicos han estado históricamente a la cabeza de la divulgación y en muchas ocasiones de los descubrimientos.

Si tuviera que destacar a pioneros de la ciencia, Martínez Ron cita al físico y químico inglés John Dalton (1766-1844), que designó el daltonismo y formuló la teoría de que la materia está compuesta por átomos de diferentes masas que se combinan en proporciones sencillas para formar compuestos. Asimismo resalta la figura del aristócrata y montañero suizo Horace-Benedict de Saussure (1740-1799), fundador del alpinismo moderno y un gran estudioso de la geología. Desde una actitud muy distante del sensacionalismo o la propaganda, Antonio Martínez Ron concluye que “la próxima gran conquista humana no debe pasar por los viajes a Marte, sino por no destruir nuestra Tierra”.