En febrero de 2020, Christine Sun Kim salió al estadio de fútbol en el que se celebraba la Super Bowl, el evento deportivo más grande de Estados Unidos, e interpretó el himno nacional americano en lengua de signos. Su intervención solo se emitió unos segundos en televisión. Este año, la Fondation Prince Pierre de Mónaco ha premiado a Kim por su pieza con el Prix International d’Art Contemporain. La artista estadounidense afincada en Berlín explora las formas, posibilidades y políticas del sonido en la sociedad desde su posición “en la comunidad sorda”, término al que le gusta referirse con la primera letra en mayúscula para considerarlo un grupo cultural.
Los transeúntes neoyorquinos pueden ver desde la calle, tras el cristal principal del Museum of Modern Art, la obra que Kim hizo en un período de su vida en el que sentía mucho calor. La artista estaba embarazada de su primer hijo y, al mismo tiempo, “las persistentes sequías, inundaciones y tormentas estaban marcando los efectos del cambio climático y el calentamiento global”, explica en la descripción de su obra. En la pared de entrada del museo, se ve el dibujo de un gran pentagrama de cuatro líneas (así se representa en la lengua de signos americana) bajo la frase The Sound of Temperature Rising (“El sonido de la temperatura subiendo”), que da título a la obra. Kim utilizó una notación musical abierta “para capturar el sentimiento”.
Llegada a Madrid
El MOMA no es el único museo destacado que expone la obra de Christine Sun Kim. Su creación artística también está recogida en el LACMA, la Tate Britain, el Smithsonian American Art Museum, el Museum of Contemporary Art de Los Ángeles y el Whitney Museum of American Art. Ahora, Kim expone su trabajo más reciente, Una sucesión de trampas de eco en La Casa Encendida de Madrid, en un conjunto de tres obras tituladas Anotar transcribir transcribir, Una sucesión de trampas de eco y La bandera tachonada de estrellas. Puede verse del 11 de noviembre al 26 de febrero, con un parón de dos semanas en enero por mantenimiento del espacio cultural.
“La vida de los sordos está llena de ecos”, dice Kim. Después de muchos años creyendo que el sonido no le pertenecía, la artista se dio cuenta de que en realidad el sonido es el centro de su vida y de su práctica artística. En este último trabajo, Kim se centra en el eco como elemento literal y metafórico desde el que partir hacia una investigación artística de lo social. Para la artista estadounidense, el eco se produce de dos formas: la primera, cuando su intérprete de signos repite lo que ella dice, y la segunda, la que genera la sociedad cuando se muestra inflexible e incapaz de cambiar. Por eso, Cristiano Raimondi, el comisario de su muestra, sostiene que el arte de Kim reclama “exigencias urgentes que no solo son de la comunidad sorda”, como explicó este jueves en la presentación en Madrid.
Con esta obra, la artista cuestiona lo que ocurre cuando ese eco cae en la trampa y “queda atrapado”, y lo hace desde un documento visual en el que el artista Joost Verhoef reproduce un dibujo de Kim a gran escala en un movimiento en bucle. El dibujo representa el eco a través de un choque de manos que debemos imaginar: la mano inmóvil es el muro, y la mano que se mueve y choca contra la mano inmóvil es el sonido. De esta manera, el sonido queda encerrado en sí mismo y rebota entre paredes cerradas generando el eco: allí está la trampa. “Cuando pienso en una habitación con cuatro paredes, me pregunto cómo ese sonido: ese eco choca contra una pared, contra otra y contra otra, y el sonido da lugar a ese eco repitiéndose sobre sí mismo para siempre, continuamente”. El sonido musical que acompaña a la pieza es diseño de Kim junto al músico Matt Karmil, aunque “fue lo último que se hizo” y por eso “la visualización no tuvo ningún impacto con respecto al sonido”, explica Kim, lo que le parece un dato “importante” para entender y percibir la pieza. No es la primera vez que Kim trabaja en una animación, porque ya lo hizo cuando MTV y el Brooklyn Museum le propusieron crear una pieza en la que profundizar sobre el concepto, que en realidad sacó a la luz Andy Warhol. La que ahora se expone en Madrid es su segunda obra en este formato. “Esa fue la primera vez que trabajé con el eco, pero es una serie que va a continuar”, dice en conversación con elDiario.es durante su visita a Madrid.
La exposición empieza su recorrido por la entrada principal, como en el MOMA de Nueva York, donde se encuentra Anotar transcribir transcribir. Es la primera vez que La Casa Encendida cede el espacio de entrada para exponer una pieza porque, como señala Raimondi, “su obra no se concibe como exposiciones aisladas sino como una presencia en el espacio”. Esta pieza es un gran mural que reproduce un dibujo de Kim, que representa el espacio en el que dos lenguas se cruzan “y con notas de música abstracta crea una estructura delicada en la que integra palabras escritas, diluyendo así las fronteras de la notación, la transcripción, la traducción y la interpretación, desdibujado las diferencias entre lenguajes”.
Para Christine Sun Kim, esta obra es un comentario sobre su “experiencia con intérpretes”: “Cuando los intérpretes reciben suficiente información de antemano, esta información deja de ser interpretación en tiempo real, y más traducción. Lo mismo me ocurre al hacer este mural: notación y transcripción. Cuando yo dibujo, me pregunto a mí misma: ¿estoy interpretando o estoy transcribiendo?”. La obra, igual que en The Sound of Temperature Rising, también se forma por un pentagrama de cuatro líneas (en la lengua de signos americana es así porque interpretar con la mano cuatro líneas es más sencillo que cinco), y Kim explica que las anotaciones musicales están atrapadas en el propio mural y los espacios que están entre las líneas son “tensión”. Como curiosidad, Raimondi explica que todas las aparentes “imperfecciones” que se ven en las líneas (pintura que se sobresale, pequeñas irregularidades, manchas y difuminaciones...) están reproducidas de manera exacta del dibujo de Kim y son importantes porque “manifiestan emociones, sensaciones, vibraciones” que la artista siente en el momento de creación.
Mi obra está marcada por tres experiencias: ser hija de inmigrantes, mi vida en Berlín y mi sordera
Christine Sun Kim trabaja en diferentes dimensiones creativas. “La notación musical, el lenguaje escrito, la lengua de signos, la infografía, el cuerpo y el despliegue estratégico del humor para poner en cuestión la política sonora y de los lenguajes”, apunta La Casa Encendida.
En uno de los torreones de la azotea de este espacio está su tercera obra La bandera tachonada de estrellas, en una sala cercana a la protagonista Una sucesión de trampas de eco. Esta pieza es la reproducción repetitiva de su intervención en la Super Bowl, donde interpretó el himno nacional, que fue retransmitido por televisión y visto desde las casas de todos los estadounidenses. En una sala vacía, de paredes negras y con las luces apagadas, la exposición no utiliza un proyector ni una gran pantalla. La performance está hecha para que se vea desde un televisor estándar, y la grabación es la misma que hicieron los medios de comunicación para su retransmisión.
“Mi obra está marcada por tres experiencias: ser hija de inmigrantes, mi vida en Berlín y mi sordera”, explica Kim. “Estas tres cosas siempre, siempre están presentes en mi obra”, recalca. Kim explica que cuando la National Football League le invitó al evento, tuvo que pensarlo dos veces porque no se sentía “acorde con los valores del fútbol”, pero finalmente optó por dar visibilidad a la comunidad de sordos. Ahora, su intervención es la performance por la que se le ha concedido el gran premio, con un valor metálico de 75.000 euros. “Esta es una de las razones por las que me encanta ser artista”, dice Kim, “porque puedo decidir cuáles son mis reglas”.