ANÁLISIS

La censura política llega a ARCO

La retirada por ARCO de Presos políticos en la España contemporánea, una obra de Santiago Sierra del stand de la galería Helga de Alvear es al menos dos cosas: un atentado a la libertad de expresión y una estupidez catedralicia que no solo no acalla lo planteado por la obra en cuestión, sino que lo amplifica de forma muy notable. La imagen de un par de docenas de fotógrafos de prensa retratando la pared vacía donde estaba la obra casi parece una metáfora del arte español. La advertencia de que quien se mueve no sale en la foto.

Primero los antecedentes. La obra retirada es un políptico con retratos pixelados de presos políticos españoles en el cual se incluía a algunos políticos catalanes actualmente encarcelados. Presos políticos debía exponerse en el stand de la galería Helga de Alvear, una de las más conocidas y potentes del mercado español. Por otra parte, la obra no es indecente, de mal gusto, no hace apología de nada ni cualquiera de los argumentos que suelen utilizarse contra titiriteros, raperos o ciudadanos que tuitean un mash up gráfico con el Cristo de una hermandad. Esto es solo y exclusivamente político y por ello ha sido censurado.

IFEMA, la institución ferial de Madrid ha decidido retirar la obra. La justificación llegó, según parece, por una orden ejecutiva del presidente de la institución, Clemente González Soler. El director de ARCO, Carlos Urroz se ha mostrado en desacuerdo con la decisión. Así, IFEMA envía un comunicado de prensa que bordea el insulto intelectual: “La institución ferial, desde el máximo respeto a la libertad de expresión, entiende que la polémica que ha provocado en los medios de comunicación la exhibición de estas piezas, está perjudicando la visibilidad del conjunto de los contenidos que reúne ARCOmadrid 2018, y por tanto, es su responsabilidad, como organizadora, tratar de alejar de su desarrollo los discursos que desvíen la atención del conjunto de la feria”. Hay muchas expresiones posibles para este escrito pero dan ganas de recurrir a las más populares y contundentes tipo cuajo o poca vergüenza. Justificar lo que no tiene más nombre que censura política desde “el mayor respeto a la libertad de expresión” supera otros calificativos más corteses.

Por su lado Santiago Sierra emitió también un comunicado:

Sierra habla de una “relativa sorpresa” que ha de explicarse. Santiago Sierra (Madrid, 1966) lleva desde el principio de su carrera realizando un arte íntimamente ligado con lo político o lo social y levantando ampollas, adherencias y rechazos casi a partes iguales. En todo caso, no se trata de un artista local o menor, está representado por galerías importantes en D.F. México, Milán y Londres, además de Madrid. Por otro lado fue responsable del pabellón de España en la Bienal de Venecia del 2003 y le fue concedido el Premio Nacional de Artes plásticas del 2010, que rechazó. Esto no es relevante para la actitud de IFEMA porque la censura es igual de inadmisible se trate del artista que se trate. Sin embargo tiene importancia si, como dice IFEMA lo que pretendía era, “tratar de alejar de su desarrollo los discursos que desvíen la atención del conjunto de la feria”. Si esa era la intención, puede decirse que lo han bordado: ahora no se habla de otra cosa.

La tercera protagonista de la historia es la galerista Helga de Alvear (1936). En primer lugar cabe pensar que ha sufriso serias presiones para admitir esta censura y sustituir las fotos de Sierra por otras del alemán Thomas Ruff. Helga de Alvear es una mujer mayor, que ha estado en los principios de casi todas las ferias importantes y desde luego en ARCO. Que una profesional como ella se haya visto obligada a decir que “Ni yo ni la obra de Santiago somos tan importantes como para esto, pero de verdad que me da igual, no veo ninguna censura ni nada. Es su casa. Yo pienso que hay que reírse un poco”, da casi repelús porque dibuja una situación cotidiana en la que el dueño de un piso alquilado podría ordenarle al inquilino que quite ese cuadro del salón porque le molesta verlo por la ventana. En todo caso no deja en ningún buen lugar la integridad moral del mercado del arte español. En ARCO mismo no se detectaban mayores manifestaciones de solidaridad o protesta.

Naturalmente, han aparecido otro tipo de voces, las que critican al mismo Sierra bajo el argumento de que este escándalo es lo que él pretendía. En este sentido podría contra-argumentarse que un acto de censura político no puede transformarse en un juicio de intenciones contra el censurado. Por otra parte, los periódicos editados por Sierra en torno a la obra, que cuestan 10 Euros y cuya recaudación irá a una ONG, seguían ayer por la mañana en el stand de Helga de Alvear.

Aquí ha de recordarse que IFEMA es una sociedad compuesta por la Comunidad de Madrid (31%), el Ayuntamiento (31%), la Cámara de Comercio (31%) y la Fundación Montemadrid (7%). Tanto la Comunidad como el Ayuntamiento han explicado su desconocimiento previo de la medida y la Corporación Municipal ha expresado su desacuerdo.

Es posible que este escándalo trascienda fuera de España, es seguro que el comunicado de IFEMA resulta insultante pero igual lo que pretendía IFEMA era evitar que al rey Felipe se le hiciera una fotografía frente a la obra. Tampoco le hubiera pasado nada: la feria que hay frente a ARCO es SICUR, el Salón Internacional de la Seguridad.